Iván Márquez (center) and Jesús Santrich (right) left the Colombian peace process in August 2019

Los grupos disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), conocidos como las ex-FARC mafia, son una serie de estructuras armadas que surgieron durante y después de las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla en 2016, las cuales se han establecido como importantes piezas criminales tanto en Colombia como en Venezuela.

Lejos de ser una estructura homogénea, las ex-FARC mafia se constituyeron como una federación de grupos armados que continuaron operando en algunos de los territorios dominados por las antiguas FARC y se formaron con antiguos combatientes. Aunque varios de sus comandantes sigan promoviendo las banderas revolucionarias, la mayoría de estos grupos tienen un mayor tinte criminal que político.

Así las cosas, los exponentes más importantes de las ex-FARC Mafia están divididos en dos principales facciones: el autodenominado Estado Mayor Central (EMC), liderado por Néstor Gregorio Vera Fernández, alias “Iván Mordisco”;  y, la Segunda Marquetalia, liderada por Luciano Marín, alias “Iván Márquez”. A pesar de que en el pasado existían estructuras por fuera de estas dos vertientes disidentes, hoy en día todas las estructuras mantienen niveles de coordinación con una o la otra.

A finales de abril de 2023, la facción del EMC llegó a un acuerdo de cese al fuego con el gobierno de Gustavo Petro. Sin embargo, el 21 de mayo, el presidente colombiano suspendió la medida debido al asesinato por parte del EMC a cuatro menores en el departamento de Putumayo, al sur del país.

Historia

Los primeros brotes de grupos disidentes de las FARC aparecieron antes de que se firmaran los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla en septiembre de 2016.

Por medio de un comunicado público emitido en junio de 2016, el Frente Primero Armando Ríos, en cabeza de Iván Mordisco, anunció que sus hombres no iban a ingresar al proceso de desmovilización e invitó a otros combatientes a desobedecer las ordenes que estaban impartiendo desde mesa de negociación en La Habana, Cuba.

Ante esta situación, el Secretariado de las FARC envió a Miguel Botache Santillana, alias “Gentil Duarte”, un guerrillero con más de 30 años de trayectoria e importante influencia dentro de las filas guerrillera, para retomar la comandancia del Frente Primero al sur de Colombia y disuadir a Mordisco de su postura radical.

Sin embargo, al llegar al departamento de Guaviare, dominio del Frente Primero, Iván Mordisco convenció a Duarte para seguir en la clandestinidad. Gentil abandonó el proceso de paz con aproximadamente US$1 millón y varios de sus hombres del Frente Séptimo, lo que terminó por catapultar la consolidación de la primera estructura ex-FARC en Colombia.

En diciembre de 2016, las desmovilizadas FARC confirmaron la salida de Duarte del proceso de paz y decidieron expulsarlo junto a: Géner García Molina, alias “John 40” o “John 40”; Luis Alfonso Lizcano Gualdrón, alias “Euclides Mora”; Ernesto Orjuela Tovar, alias “Giovanni Chuspas”, y Miguel Díaz San Martín, alias “Julián Chollo, quienes eran reconocidos por desempeñar un importante rol en las finanzas del antiguo Bloque Oriental.

Tanto John 40 como Julián Chollo, estaban a la cabeza del Frente Acacio Medina, una unidad armada que nunca se desmovilizó y continúo sus operaciones en el estado Amazonas, sur de Venezuela, lugar desde donde aseguraron el control de importantes economías criminales como el narcotráfico y la minería ilegal.

Meses después, en el transcurso del proceso de reincorporación y desmovilización de varios Frentes armados, continuaron surgiendo nuevos grupos disidentes que se nutrieron con excombatientes descontentos con el proceso de paz y las oportunidades económicas que ofrecía la clandestinidad armada.

Fue en este contexto en el que surgió la primera estructura disidente en el Occidente de Colombia en 2017. Walter Patricio Arízala, mejor conocido con el alias de “Guacho”, conformó el Frente Oliver Sinisterra (FOS), una organización que aprovechó el poderío y red de contactos de las antiguas FARC en el Pacífico colombiano con el objetivo de seguir usufructuando las rentas del narcotráfico.

Además del caso de Guacho, quien tuvo mayor relevancia mediática por el asesinato de 3 periodistas en Ecuador, otras facciones disidentes fueron apareciendo de manera paralela en varias regiones de Colombia.

Dentro de los casos más relevantes que emergieron en 2017 se encuentran: el Frente 10 en la frontera entre el departamento de Arauca en Colombia y el estado de Apure en Venezuela; los Frentes 18 y 36 en el departamento de Antioquia al Noroccidente de Colombia; los Frentes 6, 30 y las columnas móviles Miller Perdomo y Jacobo Arenas en el norte del Cauca y el Valle del Cauca; así como otras estructuras que hacían parte de la Columna Móvil Daniel Aldana y del Frente 29 en el departamento de Nariño, pacífico colombiano.

El surgimiento de nuevos grupos ex-FARC mafia llevó a Duarte y Mordisco a enviar a comisarios que convencieran a diferentes comandantes para que se sumaran al proyecto de una red de disidencias con alcance nacional. Fue así como a mediados de 2018, enviaron a Rodrigo Cadete, un curtido hombre en armas, con el objetivo de sumar a sus filas a Pedro Oberman Goyes Cortés, alias “Sinaloa”, otro silencioso mando disidente a cargo de elementos del antiguo Frente 48 en el departamento de Putumayo. No obstante, esta alianza nunca se materializó y Cadete terminó asesinado por la Fuerza Pública en 2019.

Las divisiones, desacuerdos y coaliciones conformadas por elementos de las ex-FARC mafia empezaron a ser más evidentes a partir de 2019, época en la que irrumpió una nueva estructura disidente compuesta por altos mandos de la extinta guerrilla.

El 29 de agosto de 2019, Iván Márquez, antiguo número dos de las FARC, reaparecía públicamente después de haber desaparecido desde mediados del 2018 del radar de las autoridades. En un vídeo acompañado por célebres comandantes de las otrora FARC, Márquez anunció su regreso a las armas y el nacimiento de la Segunda Marquetalia.

Dentro de los líderes más destacados que aparecieron junto a Márquez se encontraban: Hernán Darío Velásquez, alias “El Paisa”; Henry Castellanos Garzón, alias “Romaña”; y Seuxis Pausías Hernández, alias “Jesús Santrich”.

La irrupción de la Segunda Marquetalia en el tablero criminal en Colombia crearía un cisma entre las facciones de las ex-FARC mafia que sigue vigente en la actualidad.

En sus inicios, la Segunda Marquetalia se trazó el objetivo de conformar una alianza con sus antiguos compañeros en armas que ya estaban en disidencia. No obstante, los rechazos repetitivos por parte de Duarte y Mordisco, llevaron a Márquez y compañía a apoyarse en los viejos contactos políticos y militares que había entablado con la Venezuela chavista, los cuales, fueron una ventaja que facilitaron el despliegue territorial de sus hombres y la continuación de distintas actividades criminales.

Con una retaguardia asegurada en Venezuela, específicamente en el estado de Apure, y con el negocio del narcotráfico en marcha, la Segunda Marquetalia se asentó en suelo venezolano. Si bien su estructura militar no estaba en condiciones para desafiar a Duarte en términos militares, podían hacerlo en conexiones políticas y músculo financiero.

Así quedaría demostrado a partir de finales de 2020, periodo en el que el gobierno venezolano desplegó un operativo militar en el estado fronterizo de Apure con el fin de expulsar al Frente 10, una de las facciones que tenía diferencias con la Segunda Marquetalia y estaba apadrinada por Gentil Duarte.

Habitantes locales, académicos, defensores de Derechos Humanos y periodistas que hablaron con InSight Crime en ese entonces, coincidieron en que Márquez tuvo que solicitar el apoyo militar del régimen de Maduro para equiparar sus fuerzas con las del Frente 10 y así superar las diferencias económicas y militares que había entre ambas facciones.

Este mismo tipo de fracturas entre bandos disidentes se manifestó en otras partes de Colombia. Departamentos como Cauca, Nariño, Putumayo, entre otras regiones, se convirtieron en epicentro de confrontaciones armadas entre estructuras de las ex-FARC mafia que repartieron su apoyo entre la Segunda Marquetalia y el EMC.

El elevado nivel de inseguridad e inestabilidad que representaron estos enfrentamientos en Colombia llevó a varios comandantes a permanecer y refugiarse en suelo venezolano. Sin embargo, Venezuela ya no sería un territorio amigable para muchos de ellos.

Uno de los primeros en caer muerto en Venezuela fue Jesús Santrich, quien, según un reporte mediático, fue asesinado por militares colombianos que se infiltraron en suelo venezolano y lo ejecutaron en el estado de Zulia en mayo de 2021. Meses después, en diciembre del mismo año, Romaña y el Paisa, en hechos aislados, fueron asesinados en el estado de Apure.

A la seguidilla de muertes de comandantes disidentes en Venezuela, se sumó la de Gentil Duarte en mayo de 2022 en el estado fronterizo de Zulia. Información de ese momento resaltaba que Duarte había sido atacado con explosivos en su campamento.

Así las cosas, Venezuela se había convertido en un cementerio para altos mandos guerrilleros. Tanto Márquez al mando de la Segunda Marquetalia, como Mordisco en cabeza del EMC, atravesaban por un momento de debilitamiento que los obligó a replantearse varias de sus estrategias en el terreno y a recomponer la pérdida de importantes comandantes.

Con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia en agosto de 2022, se presentó una nueva alternativa para las facciones de las ex-FARC mafia. De manera casi que sorpresiva, la propuesta del proyecto de la Paz Total de Petro atrajo la atención de las disidencias FARC.

Representantes del gobierno colombiano y delegados del EMC se reunieron en septiembre de 2022 para valorar el inicio de unos diálogos de paz, cuyos avances han permitido establecer la firma de protocolos de cese al fuego en febrero de 2023.

En la otra orilla, la Segunda Marquetalia ha tenido diálogos exploratorios con el gobierno de Colombia desde finales del 2022, por lo que conversaciones oficiales podrían estar cerca de comenzar con los voceros que la disidencia designó para este fin.

Actividad Criminal

El abanico de economías criminales que las ex-FARC mafia controlan tanto en Colombia como en Venezuela es amplio y variado. Sus tentáculos a nivel transnacional les han asegurado el ingreso de cuantiosas rentas ilícitas provenientes de negocios como el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión, entre muchos otros negocios.

El Comando Coordinador de Occidente (CCO), un conjunto de subestructuras disidentes que operan en la región occidental de Colombia y que mantienen una alianza con el EMC, es uno de los principales músculos financieros de las disidencias bajo el mando de Mordisco. Su amplia presencia en el litoral pacífico le ha permitido participar de importantes economías criminales como la minería ilegal y el narcotráfico.

El Frente 10, otra facción que opera bajo la sombrilla del EMC, desde un inicio cooptó zonas importantes para el movimiento de mercancías lícitas e ilícitas entre Colombia y Venezuela, y aseguró la ruta para el transporte de cargamentos de droga y protegía las pistas clandestinas usadas para enviarlos a mercados internacionales. No obstante, este dominio transfronterizo se fracturó después de los combates que transcurrieron en Apure entre 2021 y 2022.

Los Frentes Primero y Séptimo, grupos originales de Mordisco y Duarte, nunca se desligaron del narcotráfico y continuaron administrando el “gramaje”, un sistema de tributación que percibe ganancias que van desde el cultivador de hoja de coca hasta los carteles de droga que exportan droga de sus territorios de control.

Otra de las facciones con activa participación en el narcotráfico es el Frente 33, en el departamento de Norte de Santander, al nororiente de Colombia sobre la frontera con Venezuela. Este grupo no sólo controla varias zonas de producción en Colombia, sino que también provee seguridad en campamentos y pistas de aterrizaje clandestinas en el estado de Zulia.

En cuanto a la Segunda Marquetalia y sus vínculos con el tráfico transnacional de drogas, su historial va desde la captura de Santrich por presuntos negocios con carteles de droga mexicanos, hasta el dominio que tiene en corredores fronterizos estratégicos como los ubicados en los departamentos de Nariño y Putumayo al sur de Colombia.

En el rubro de la minería ilegal, el principal representante es el Frente Acacio Medina. En Amazonas, Venezuela, donde el grupo ha establecido su dominio, además de cobrar extorsiones a los mineros, también está involucrado en el trasiego de oro y coltán hacia mercados internacionales.

En Colombia, facciones disidentes en Cauca, Valle del Cauca y Guaviare también controlan la explotación ilegal de oro, manejando directamente a los mineros o cobrando extorsiones para permitirles trabajar.

La extorsión ha sido una economía criminal preponderante para las ex-FARC Mafia, así como lo fue para la guerrilla antes de su desmovilización. El Frente 33 en Norte de Santander, el Frente 10 en Arauca y Apure, el Frente Primero en Guaviare, y el Frente Acacio Medina en la Amazonía venezolana, cobran extorsiones a diferentes sectores de la economía legal e ilegal con regularidad.

Liderazgo

A diferencia de la estructura homogénea y cuerpo colegiado de mando que funcionaba en las antiguas FARC, las facciones de las ex-FARC Mafia operan como una confederación de estructuras que responden a diferentes alianzas.

De acuerdo con estudios de Indepaz, para 2022 fueron detectadas 40 estructuras definidas como ex-FARC Mafia o disidencias de las FARC, con al menos 4.500 integrantes en armas.

Por un lado, la facción de la Segunda Marquetalia es liderado por Iván Márquez desde su fundación. Cuando estuvo convaleciente debido al ataque sufrido en Venezuela, el comandante que lo relevó en el terreno, según fuentes militares, fue José Vicente Lesmes, alias “Walter Mendoza”. Sin embargo, Márquez ha vuelto a presentarse como el único líder en medio de las conversaciones de paz que actualmente tiene el grupo con el gobierno de Colombia.

Márquez, de acuerdo con investigaciones de InSight Crime y un reporte publicado por la Fundación Ideas para la Paz (FIP), coordinaría acciones militares y control de economías ilegales con alrededor de 12 estructuras y comisiones en diferentes regiones de Colombia. Dentro de las más destacadas se encuentran los Comandos de Frontera, antiguo Frente 48, con presencian en la frontera entre Colombia y Ecuador; así como el Bloque Occidental Alfonso Cano, con operaciones en el pacífico colombiano.

Por otro lado, el EMC estuvo en manos de Gentil Duarte hasta su muerte a mediados del 2022, un golpe importante para el grupo, pero el cual no desestabilizó la estructura interna. Iván Mordisco fue reconocido como el sucesor natural rápidamente, por lo que hoy es el jefe de esta disidencia.

El EMC ha cooptado estructuras en el oriente y occidente de Colombia, por lo cual Mordisco estaría liderando el CCO, así como el autodenominado Comando Conjunto de Oriente, ubicado en Arauca y Vichada, y el Bloque Magdalena medio, en la zona central y nororiental del país.

Algunos comandantes disidentes han destacado por su capacidad armada y su control de economías criminales, como Javier Alonso Velosa, alias “Jhon Mechas”, líder del Frente 33. En los últimos años Mechas se ha convertido en un referente de las disidencias, y aunque haría parte del esquema de Gentil Duarte desde 2018, tiene importancia particular en una de las subregiones con más cultivos de hoja de coca en Colombia.

Otro de ellos es Julián Chollo, quien se ha consolidado en el Amazonas venezolano como uno de los principales poderes criminales. También sobresale la figura de Jhon 40, quien utiliza la fachada de guerrillero para administrar el negocio del narcotráfico, lo que lo ha convertido en una de los financistas más importantes de las ex-FARC mafia.

Geografía

Lo que comenzó siendo un grupúsculo de combatientes insatisfechos con el proceso de paz reunidos en el sur de Colombia, terminó por convertirse en una amenaza de alcance transnacional.

En 2022, de acuerdo con cifras de Indepaz, las ex-FARC mafia tuvieron presencia en al menos 20 de los 32 departamentos de Colombia. Principalmente, su presencia se ha concentrado en regiones fronterizas como Arauca, Putumayo, Nariño, Norte de Santander, entre otros, donde pueden encontrar refugio internacional y coordinar economías criminales trasnfronterizas.

En Venezuela, InSight Crime ha podido confirmar que las disidencias tienen una presencia permanente en al menos cuatro estados:  Amazonas y Bolívar, estados mineros al sur del país, y Zulia y Apure, fronterizos con Colombia.

Aliados y enemigos

Las alianzas y enemistades de las exFARC mafia trascienden el plano criminal. Además de mantener disputas y amistades con diferentes guerrillas y grupos criminales tanto en Colombia como en Venezuela, las facciones disidentes también se han servido de contactos políticos y militares en suelo venezolano para garantizar sus negocios y operaciones.

Las alianzas con grupos criminales suelen tener como objetivo afianzar el control en zonas estratégicas para su movilidad y para las economías criminales que manejan, como ha pasado entre el Frente 33 y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Norte de Santander.

Asimismo, las disputas también giran en torno a la lucha por conservar o ampliar el control de lugares estratégicos. Eso se ejemplifica en el departamento del Cauca, donde el CCO se enfrenta al ELN y a la Segunda Marquetalia por el control de los corredores de movilidad y narcotráfico.

En Nariño, varios grupos de las ex-FARC se disputan el control de los cultivos de coca y sus rutas de salida. Este conflicto parece responder a los intentos del EMC y la Segunda Marquetalia por ganar fuerza en el territorio.

Además de conformar coaliciones con otras guerrillas como el ELN, la Segunda Marquetalia también ha unido fuerzas con estructuras criminales herederas de grupos paramilitares en Colombia. Tal es el caso de los Comandos de Frontera, un grupo compuesto por combatientes disidentes y “La Constru”, un grupo post desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que mantiene operaciones de narcotráfico en la frontera entre Ecuador y Putumayo.

En Venezuela, la Segunda Marquetalia ha sido cómplice de las fuerzas de seguridad del país desde su nacimiento. Asimismo, el Frente Acacio Medina ha creado todo un esquema de relaciones híbridas en Amazonas que incluye alianzas con autoridades regionales.

Al contrario, la guerra con el Frente 10, que comenzó a finales de 2020 cuando el ejército lanzó operativos contra esta disidencia en Apure, ha demostrado que las autoridades pueden cambiar su postura frente a los elementos disidentes dependiendo de su conveniencia.

Perspectivas

Si bien las ex-FARC mafia no han adquirido las mismas dimensiones territoriales y volumen de combatientes de sus antepasados insurgentes, su nivel de amenaza no puede ser subestimado. El rápido crecimiento que ha experimentado en los últimos años, sumado a su alcance transnacional y control de varias economías criminales, convierten a las disidencias de las FARC en una de las principales piezas criminales de la región de América Latina.

Así ha quedado demostrado con el despliegue territorial y el número de facciones disidentes que ahora conforman tanto el EMC como la Segunda Marquetalia en Colombia y Venezuela.

Las negociaciones de paz con ambos grupos no se darán bajo el mismo contexto de los acuerdos que se firmaron con las extintas FARC en 2016. Petro se va a enfrentar a varias estructuras con un componente más criminal que político, que difícilmente abandonará las lucrativas rentas criminales para dejar las armas y regresar a la vida civil.

El EMC, por su parte, representa el principal desafío de cara a la paz total. Hoy en día son el grupo disidente con más subestructuras en suelo colombiano y con mayor número de integrantes en sus filas. La negativa de Mordisco de sumarse al proceso de paz en 2016 no pronóstica un escenario sencillo en las actuales conversaciones que se adelantan entre el gobierno colombiano y esta facción disidente.

Aunque Iván Márquez sigue comandando la Segunda Marquetalia, su estado de salud deja muchas inquietudes de cara al futuro de la disidencia. En el caso de que otro comandante asuma el liderazgo de esta facción, es muy probable que no logre mantener las alianzas y solidez del grupo, y por ende, no todos los combatientes sigan la línea de la paz total.

Por otro lado, el Frente Acacio Medina es el mejor posicionado para crecer en Venezuela. Su control sobre la minería ilegal en el estado Amazonas, los acuerdos que ha forjado con agentes de seguridad y otros grupos ilegales, y su amplio conocimiento de ambos lados de la frontera, son herramientas para que Julián Chollo siga enriqueciendo a su grupo, crezca en integrantes y, de ser necesario, expanda su presencia en otros estados.

Así, el futuro de las ex-FARC Mafia es tan distinto como lo son sus facciones y principales comandantes, lo que imposibilita determinar un solo camino para todos.

Con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia y la implementación de su política de Paz Total, es probable que ambas facciones traten de llegar a negociaciones o sometimientos a la justicia con el gobierno. Ya hay un primer acercamiento entre la facción del EMC y el gobierno, pero aún depende de estabilizar un cese al fuego entre ambas partes.