Pese a que actualmente los Urabeños se han establecido como el principal grupo narcotraficante de Colombia, el futuro de las BACRIM y la evolución del crimen organizado en el país aún es incierto. A continuación se presentan algunas predicciones.
El presidente de la junta directiva de los Urabeños, Darío Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”, caerá tarde o temprano, y sólo es cuestión de cuándo ocurrirá. Este hombre no sólo es perseguido por el fortalecido aparato de inteligencia de la policía colombiana, sino también por otros organismos internacionales, como la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).
Este artículo hace parte de una serie sobre la banda criminal de Los Urabeños y su poderío en Colombia. Vea la serie completa aquí.
Hay miembros dentro del liderazgo de los Urabeños que darán un paso al frente, y crearán otro módulo de comando. Probablemente Roberto Vargas Gutiérrez, alias “Gavilán”, será este hombre. Sin embargo, la fuerza de los Urabeños se ha sustentado en antiguos miembros del Ejército Popular de Liberación (EPL) y en paramilitares, hombres con una larga experiencia criminal, entrenamiento militar, y la capacidad de ganar los corazones y las mentes de muchas de las comunidades locales en las que operan. Este tipo de criminales está menguando a consecuencia de las capturas, la violencia y los conflictos internos. Los nuevos reclutas de los Urabeños tienden a ser delincuentes comunes, con un nivel de disciplina y de formación menor que el de sus predecesores, es decir, la calidad de los nuevos reclutas de los Urabeños está disminuyendo.
Es probable que con el tiempo disminuya el dominio de aquellos que están ubicados en el Urabá, y que esta región se convierta en otro feudo criminal, tal vez perdiendo la “presidencia” de la junta directiva. Sin embargo, la naturaleza de esta red criminal es tal que tiene la capacidad de cambiar rápidamente, recomponiéndose alrededor de otros nodos de comando, por lo que es casi imposible que la Policía Nacional de Colombia consiga desmantelar la red en su totalidad. Lo mejor que la policía puede implementar es apuntar a los nodos de comando, a medida que van apareciendo, y socavar las finanzas del grupo y de otras organizaciones criminales; un proyecto lento y de largo plazo. Los éxitos contra el comercio de drogas también deben ser replicados en el resto de las empresas criminales que financian a los diferentes niveles de las BACRIM. Las prioridades actuales, por ejemplo, deben incluir el comercio ilegal de oro y la extorsión, las principales fuentes de ingreso de las oficinas de cobro a lo largo del país.
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Una nueva dinámica también podría presentarse en el hampa de Colombia en 2014. Al menos 200 líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) podrían salir de la cárcel durante este año[1], tras haber pagado la condena de ocho años estipulada en la Ley de Justicia y Paz. Uno de los líderes que podría ser liberado es Fredy Rendón, alias “El Alemán”, hermano de “Don Mario” y de alias “JJ”, ambos miembros de la junta de los Urabeños. La tentación de volver a la vida criminal puede ser demasiado grande para algunos de estos soldados paramilitares, que cuentan con una gran experiencia, con contactos criminales y con influencia en las zonas en que operaban. Ellos podrían aumentar el poder de las BACRIM o desencadenar luchas de poder, generando todavía más violencia.
Luego, por supuesto, está el comodín, los guerrilleros marxistas. Si las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) lo quisieran, fácilmente se podrían convertir en la organización de tráfico de drogas más poderosa. El secretariado de siete hombres que dirige a las FARC niega cualquier implicación en el tráfico de drogas. Los miembros del secretariado son conscientes de que el tráfico de drogas es su fuente de ingresos más importante, pero éste se encuentra a cargo de los comandantes de los frentes, no es una actividad dirigida desde arriba, lo cual le permite al liderazgo negar su participación en el comercio. El único comandante de un bloque que ha tomado control directo sobre el tráfico de drogas, desde un nivel más alto, fue Víctor Julio Suárez, alias “Mono Jojoy”.
Esto significa que las actividades de narcotráfico de las FARC no son coordinadas de forma centralizada. Si lo fueran, y las FARC decidieran tomar el control del tráfico de drogas en Colombia, podrían hacerlo rápidamente. Las FARC, junto con sus aliados del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y del EPL, tienen el dominio absoluto de los cultivos de coca. Si optaran por suspender la venta de base de coca a las BACRIM, los Urabeños encontrarían serias dificultades en sus operaciones de narcotráfico.
Esto aumenta la posibilidad de criminalización de la guerrilla, y el nacimiento de la “FARCRIM” tras las negociaciones de paz con el gobierno. Este tema ha sido discutido en detalle en otra serie especial de InSight Crime, “FARC, paz y posible criminalización”[2]. La criminalización de algunos elementos de la guerrilla es inevitable. Lo que aún está por verse es si estos elementos se unirán a la red criminal existente de los Urabeños, o si en su lugar crearán una red rival, lo que inevitablemente conduciría a un escenario de confrontación y violencia. Durante las entrevistas realizadas sobre la tregua que se presentó en Medellín, entre la Oficina de Envigado y los Urabeños, se hizo evidente que algunas facciones de la oficina perciben la criminalización de algunos elementos de la guerrilla como la mayor amenaza para su futuro a largo plazo.
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Los guerrilleros podrían convertirse en un cartel de la droga, en el verdadero sentido de la palabra. Podrían ganar control sobre todos los eslabones de la cadena de drogas, desde el cultivo hasta la exportación de los cargamentos de cocaína. Tienen la capacidad militar para enfrentar y derrotar a los elementos criminales rivales que se interpongan en su camino. Ya existen evidencias que sugieren que los carteles mexicanos están tratando de eliminar a los intermediarios de las BACRIM para negociar directamente con las FARC. Señales de esto se presentan más específicamente en los Frentes 36 y 57 de las FARC en Antioquia y Chocó, en los Frentes 29 y 30 en Nariño y Valle del Cauca, y en el Frente 48 en Putumayo. Los guerrilleros podrían configurar una red criminal que rivalice con la de los Urabeños –una red con mayor control territorial, el monopolio de los cultivos de droga, y una maquinaria militar que el Estado aún debe derrotar.
Las mayores oportunidades de crecimiento de las BACRIM residen en el extranjero, y a medida que se produce la migración criminal, es claro que elementos de la franquicia de los Urabeños han venido estableciendo operaciones que les aseguren acceso a la coca y a los suministros de cocaína en Perú y Bolivia.
Los crecientes mercados internos de drogas en Brasil y Argentina ofrecen enormes oportunidades y rápidas recompensas. El proceso de envío de drogas a Estados Unidos y a Europa es complicado, pues implica que los envíos deben pasar por muchas manos, suponiendo un alto riesgo de incautaciones y de traición, y la necesidad de repatriar el dinero. El contrabando de cocaína, e incluso el de pasta de cocaína, a otros países de Latinoamérica, por el contrario, implicaría un riesgo mucho menor y un pago más inmediato.
Además, las oportunidades para el crimen organizado colombiano en Europa están a punto de aumentar de una forma significativa con el levantamiento de las restricciones de visados ??Schengen para los nacionales colombianos. Esto proporcionará a la red de los Urabeños, que ya cuenta con oficinas de cobro en España, la posibilidad de expandirse por toda Europa. Por lo tanto los colombianos tendrán la capacidad de incrementar su participación en la cadena del tráfico de drogas y vincularse con su distribución, lo cual significa que los márgenes de ganancia de cada kilo de cocaína contrabandeada podrían aumentar sustancialmente. Esto podría permitir a las BACRIM obtener utilidades provenientes de la cocaína similares a las que percibían las organizaciones de tráfico de drogas de primera y segunda generación.
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Fuentes criminales y policiales consultadas en Bolivia dieron reportes que ilustraban las nuevas tendencias del crimen organizado transnacional colombiano. Algunos hablaban de Santa Cruz como el “nuevo Medellín”. En la ciudad se han establecido elementos criminales colombianos, procesando base de coca traída desde Perú, así como la que es obtenida en Bolivia. Desde allí entregan el producto, ya sea a los grupos criminales brasileños para distribuirlo en Brasil, o a elementos colombianos en Argentina, para distribuir la droga localmente o para enviarla a Europa y a otros destinos.
Actualmente, este negocio continúa manteniendo un perfil bajo. Los miembros de las redes criminales transnacionales en Colombia no se pavonean luciendo metralletas Uzi chapadas en oro. En su lugar, están armados con iPhones y con programas de cifrado de última generación. Sus apariencias externas son de empresarios exitosos que compran y venden productos legales e ilegales. Ellos son los narcotraficantes del presente y del futuro, que todavía necesitan tener acceso al músculo criminal que pueden proporcionar los Urabeños, pero que prefieren la cooperación, la persuasión y el consenso por encima de la violencia. Lo que significa que atraen poca atención, y que se han vuelto muy buenos en realizar sus negocios bajo el radar, más allá de la mirada de las fuerzas de seguridad nacionales e internacionales.
El crimen organizado colombiano, que actualmente está representado por los Urabeños, sigue siendo una fuerza pionera en el comercio internacional de narcóticos ilegales. Sin embargo, cada vez se vuelve más difícil de detectar.
Este artículo hace parte de una serie sobre la banda criminal de Los Urabeños y su poderío en Colombia. Vea la serie completa aquí.
Notas al pie
[1] Semana, “Los 200 ‘paras’ que saldrán de la cárcel” Enero 25, 2014, https://www.semana.com/nacion/articulo/paramilitares-que-saldran-cobijados-por-la-ley-de-justicia-paz/371920-3
[2] Vea la investigación especial de InSight Crime en https://es.insightcrime.org/series-especiales/paz-farc