“LAS PERSONAS NO SON MERCANCÍA”, dice una valla en el principal cruce fronterizo de Colombia hacia Ecuador. Pero ese es justamente el trato que reciben los migrantes venezolanos a manos del Tren de Aragua.

La megabanda más prominente de Venezuela construyó un imperio criminal que se extiende de Venezuela a Chile sacando ventaja de los migrantes desesperados, primero mediante el tráfico de migrantes a una escala nunca antes vista en Suramérica, y luego con la creación de redes de explotación sexual organizadas, integradas y multinacionales.

*Este artículo es el último en una investigación de tres partes, Tren de Aragua: De megabanda carcelaria a empresa criminal transnacional”, que analiza cómo la megabanda venezolana se ha convertido en la amenaza criminal de más rápido crecimiento en Suramérica aprovechando la migración venezolana. Descargue el informe completo o lea la investigación completa aquí.

A la par del crecimiento de los ingresos y la presencia regional de la banda, su portafolio criminal se ha diversificado. Las investigaciones de InSight Crime han develado evidencia de que al día de hoy el grupo participa en por lo menos 12 economías criminales en cinco países como mínimo.

Tráfico de migrantes: la toma de las trochas

Los primeros pasos del Tren de Aragua en el tráfico de migrantes se dieron en el cuello de botella más importante de las rutas migratorias para los venezolanos: la frontera entre el departamento de Norte de Santander, en Colombia, y el estado de Táchira, en Venezuela.

Aquí, la banda tomó control de los pasos fronterizos informales, conocidos como trochas, con el cobro de una cuota de extorsión a los migrantes. A medida que aumentaron su control territorial, comenzaron a extorsionar también a las redes de tráfico de migrantes que usaban las trochas.

Estos cobros son normales en la zona fronteriza, donde grupos armados colombianos han ejercido el control por largo tiempo, pero cuando el Tren de Aragua llegó en 2018, la escala del negocio era todo menos habitual.

La economía en Venezuela colapsaba, y la respuesta del gobierno era intensificar la represión. La gente estaba desesperada por escapar, pero su principal ruta para ello —hacia Colombia— estaba clausurada por los cierres de fronteras.

Más de 3 millones de venezolanos huyeron del país entre 2017 y 2018, muchos de ellos pasando las trochas hacia el departamento colombiano de Norte de Santander. Esta oleada de migrantes no solo propició un aumento de los ingresos por extorsión, sino también una demanda sin precedentes de servicios de tráfico de migrantes.

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Al percibir la oportunidad entre la desesperación, el Tren de Aragua empezó a ofrecer servicios de transporte a los migrantes. Y cuando las personas comenzaron a atravesar Colombia en dirección a países como Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, la empresa de tráfico de migrantes del Tren de Aragua se mudó con ellos, creciendo en sofisticación y alcance en cada paso.

Migrantes que hacían uso de esos servicios, miembros de las fuerzas de seguridad, funcionarios de gobierno y grupos de la sociedad civil que trabajan con población migrante describen un patrón similar a lo largo de estas rutas: el Tren de Aragua ofrece paquetes en los por lo general proporcionan transporte, alojamiento y alimentación a lo largo de todo el trayecto.

“Nos dieron hotel por todo el día, almuerzo. En un cuarto nos metieron como a ocho para bañarse”, relató una migrante que viajó de Ecuador a Colombia usando los servicios de tráfico del Tren de Aragua. “Luego llegó un carro a buscarnos”.

En algunas zonas, el Tren de Aragua también controla directamente la infraestructura usada por los migrantes en tránsito. Residentes de La Parada, en Norte de Santander, contaron a InSight Crime que el Tren de Aragua controla los “pagadiarios”, alojamiento de bajo costo que los migrantes acostumbran a usar, por los cuales cobran entre US$1 y 2 dólares diarios. En Chile, por otro lado, una investigación de la Fiscalía General reveló cómo la banda al parecer adquirió autobuses por medio de una empresa fachada para transportar migrantes y drogas.

Aunque no es claro en qué momento la banda pasó de la extorsión a ofrecer paquetes de tráfico de migrantes con escalas para múltiples países, es claro que estas operaciones tuvieron un empujó durante la pandemia del COVID-19 en 2020, cuando las cuarentenas llevaron a los cierres de fronteras en toda la región, lo que impulsó a más migrantes a usar los servicios de los traficantes. Aun cuando se reabrieron las fronteras, muchos migrantes optaron por seguir pagando a traficantes como el Tren de Aragua, porque consideran que los funcionarios de migración y las fuerzas de seguridad de Venezuela y otros países son corruptos y poco fiables.

“Cuando te bajas del carro en Cúcuta, ellos se presentan como Tren de Aragua”, explicó una mujer que regresó a Venezuela usando los servicios de tráfico de migrantes del Tren de Aragua. “Dicen que prestan servicios a los que pasan por el puente, aseguran que no se le pagará nada a los guardias [de la Guardia Nacional Bolivariana]”

Trata de personas: borrar la línea entre el tráfico y la explotación

La expansión de la empresa de tráfico de migrantes del Tren de Aragua también dio al grupo una ventaja competitiva en la trata de personas con fines de explotación sexual, una actividad que requiere muchos de los mismos elementos: transporte, alojamiento, conexiones transnacionales y una población vulnerable que explotar.

Poniendo su experiencia y capacidad para imponerse en una economía criminal por lo general manejada por pequeñas redes descentralizadas y desestructuradas con escasa presencia armada o territorial, el Tren de Aragua ha logrado establecer redes de tráfico sexual a una escala y con un alcance que pocos actores criminales diferentes de ellos han logrado en Suramérica.

De manera muy similar a las operaciones de tráfico de personas, autoridades de Chile, Colombia y Perú relataron a InSight Crime que el Tren de Aragua participa en todo el proceso, desde la identificación y la captación de las víctimas hasta su transporte y explotación.

La ruta hacia la explotación sexual por lo general comienza en línea. Muchas mujeres y jóvenes se ven tentadas por falsas ofertas laborales en el exterior. Estas pueden publicarse en redes sociales o llegar directamente, contactadas por otras mujeres, muchas de quienes son a su vez víctimas de trata de personas. Otras son captadas por medio de una táctica conocida como enamoramiento, en la que son engañadas por un miembro del Tren de Aragua que finge ser un pretendiente.

Cuando las víctimas son convencidas de trasladarse a otro país o de aceptar la oferta laboral, otros miembros del grupo coordinan el transporte y el alojamiento en los países de tránsito. Para hacerlo, por lo general usan la misma logística e infraestructura del tráfico de migrantes, según documentos judiciales obtenidos por InSight Crime que contienen testimonios de sobrevivientes de trata.

Los documentos describen cómo los “asesores” coordinan los desplazamientos.

[El asesor] es la persona que realiza los trámites de compra de pasajes, comida y acompaña a las chicas durante el viaje”, explica un expediente judicial.

En ese punto, muchas víctimas siguen creyendo que viajan hacia un empleo legítimo, pero a su llegada, muchas veces se les informa que tienen una gran deuda con el grupo y que deben saldarla ofreciendo servicios sexuales o reclutando a otras víctimas, según efectivos de las fuerzas de seguridad, funcionarios judiciales y fuentes no gubernamentales consultadas por InSight Crime.

Posteriormente, las mujeres son explotadas en locales donde se ejerce la prostitución, como bares y burdeles, o son explotadas en línea, en operaciones de pornografía en webcam manejadas por el grupo y mediante el uso de aplicaciones de mensajería como WhatsApp y Snapchat para concertar servicios de “acompañantes” y publicar material explícito.

Quienes tratan de escapar muchas veces terminan asesinadas y a las muertes se les da un gran despliegue. Los documentos judiciales y los materiales audiovisuales obtenidos por InSight Crime muestran cómo el Tren de Aragua intimida a otras mujeres para que se sometan, haciendo circular videos e imágenes de estos homicidios en las redes sociales y enviándolas a las sobrevivientes con amenazas y advertencias, revictimizando a las mujeres que aparecen en los videos y ejerciendo la violencia de género como instrumento de control.

“Perú no tiene esas organizaciones tan violentas como lo tiene Colombia, como lo tiene Ecuador, entonces es un mercado grande, enorme. Y el tema de la explotación de las mujeres. Ese es su fuerte”, comentó una fuente de la Fiscalía General peruana en entrevista con InSight Crime, bajo reserva de la identidad por no tener autorización para hablar de manera oficial sobre el tema.

Actuar local: las economías que presentan arraigo

La explotación de migrantes por parte del Tren de Aragua en las modalidades de tráfico y trata han constituido la base financiera para su expansión por Suramérica. Pero con la penetración del hampa local en los países de acogida, las células han buscado tomar el control de fuentes de ingresos locales, más sostenibles.

Estas células comienzan tomando la fruta fácil de alcanzar: las economías criminales con poca competencia y bajas barreras de entrada.

En muchas regiones, el primer paso ha sido el control del mercado local de servicios sexuales.

Las trabajadoras sexuales son muy vulnerables debido al estigma y la criminalización de los que es objeto el trabajo sexual, así como por la falta de protección por parte de las autoridades. Las venezolanas que ejercen la prostitución suelen ser más vulnerables debido a su situación económica, la falta de una comunidad local y, en ocasiones, su estatus migratorio ilegal. Las células del Tren de Aragua por lo general comienzan atacando a las más vulnerables —las trabajadoras sexuales venezolanas— para luego ampliar sus operaciones para incluir también a los locales que se desempeñan en prostitución.

Residentes y trabajadores por los derechos humanos en la localidad fronteriza de La Parada, en Colombia, relataron a InSight Crime que las trabajadoras sexuales allí deben contar con autorización del Tren de Aragua para ejercer en la zona, y que la banda controla y recibe ganancias de todos los aspectos de la prostitución. Muchas de estas mujeres padecen el mismo tipo de violencia que el Tren de Aragua ejerce sobre sus víctimas de trata con la consiguiente sensación de no tener ningún lugar adonde acudir en busca de protección.

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“Cuando se han ganado la confianza te hacen como un estudio. Como que ‘tú eres hija de quién, y conocen a la familia’” —relató una trabajadora de derechos humanos en Cúcuta, quien solicitó no ser identificada por temor a represalias de la banda— “y ya llega un punto en el que…les exigen de sí o sí el tema de la explotación sexual. Y si no, pues amenazan a tu mamá: ‘ya sé dónde vive y tal’”.

A medida que el Tren de Aragua afianza sus conexiones, amplía sus actividades hacia la extorsión más generalizada. Autoridades de Colombia y Perú declararon a InSight Crime que la banda extorsiona una amplia gama de negocios, como empresas de transporte, restaurantes, tiendas, construcciones y bares.

En las ciudades peruanas de Lima y Arequipa, las células del Tren de Aragua también han incursionado en la usura, una actividad que se conoce como “gota a gota”. En estas redes, la banda ofrece préstamos informales a tasas de intereses exorbitantes a víctimas que no pueden acceder a préstamos de la banca formal y no ven otras opciones.

Tradicionalmente, los mercados del gota a gota en Perú eran controlados por bandas o redes autónomas colombianas, pero el Tren de Aragua logró imponerse, en ocasiones haciendo uso de la violencia para forzar la salida de sus rivales colombianos.

“En Arequipa, el Tren de Aragua ha empezado con la extorsión a los prestamistas colombianos. Primero, los secuestraban y los amenazaban para que ellos se alineen [sic]”, comentó la una funcionaria de la Fiscalía General de Perú.

El Tren de Aragua también parece haber aprovechado su infraestructura para el tráfico de migrantes para incursionar en el narcotráfico a pequeña escala. A medida que el Tren afianza su conocimiento de la dinámica local, suelen pasar al narcomenudeo. En toda la región, la banda se dedica al expendio directo de diversas drogas, como marihuana, cocaína, ketamina, MDMA y el cóctel sintético conocido como tusi.

En Chile, se ha reportado que el Tren de Aragua usa autobuses para el tráfico de migrantes y de drogas.

También se ha informado que la banda usa el método “hormiga”, mediante el cual se usan a múltiples personas para el trasiego de pequeñas cantidades de estupefacintes por la frontera. Para hacerlo, acostumbran obligar a los migrantes a llevar paquetes de un kilo o menos para atravesar la frontera entre Bolivia y Chile, además de la frontera entre Colombia y Ecuador,  según funcionarios de gobierno y organizaciones no gubernamentales que atienden a los migrantes en las ciudades de Ipiales, en Colombia, y Tulcán, en Ecuador.

También ha habido algunos indicios de incursiones del grupo en la producción a pequeña escala de algunas drogas. Una investigación de la Policía Nacional Peruana (PNP) descubrió que una célula del Tren de Aragua tenía su propia cocina de producción de tusi. Aunque tusi es el nombre común para la droga 2CB, lo que se vende con esa denominación en Latinoamérica por lo general no contiene 2CB y es más bien una mezcla de otras drogas sintéticas con tinte rosa, lo que hace su producción relativamente sencilla. Otra investigación en Chile llevó a una pequeña incautación de pasta base de coca y los químicos precursores usados en la producción de cocaína.

¿Puede el Tren de Aragua convertirse en una organización narcotraficante?

El tamaño y la naturaleza de los decomisos de drogas contra el Tren de Aragua indican una gran probabilidad de que las sustancias estuvieran destinadas a abastecer las redes de narcomenudeo local de la banda. Pero el control que ejerce el Tren sobre los corredores de drogas y los pasos fronterizos y su creciente músculo financiero aumenta la posibilidad de que den el paso al narcotráfico transnacional.

Por el momento, sin embargo, ese parece un prospecto lejano. Hay poca evidencia de que tengan las conexiones criminales, la capacidad logística o la penetración estatal que se requiere para transportar grandes cargamentos de drogas para redes transnacionales.

“En macro [narcotráfico a gran escala] no se va a meter nunca [el Tren de Aragua]. ¿Por qué no? Porque los carteles vienen y le dan vueltas más rápido que inmediato. Olvídate”, se burló Jorge Chávez Cotrina, coordinador nacional de la Fiscalía Especializada contra la criminalidad organizada en Perú.

Los patrones observados en la construcción del portafolio criminal del Tren de Aragua hasta ahora indican que a pesar de su expansión regional se verá también limitado en cualquier intento por incursionar en las economías criminales transnacionales más lucrativas.

La banda ha hecho los mayores avances en economías en las que ha enfrentado poca competencia, como el tráfico de migrantes y la trata de personas, o donde el factor de éxito es la violencia indiscriminada, como la extorsión, más que el conocimiento, la experiencia, las conexiones, el control de infraestructura o el capital inicial.

“[El Tren de Aragua] no participa en todo, van donde ven las mayores oportunidades”, explicó el general Luis Jesús Flores Solís, jefe de la Dirección contra la Trata y el Tráfico Ilícito de Migrantes, de la PNP.

Con la pérdida de su cuartel general, la prisión de Tocorón en el estado de Aragua, y el hecho de que los mandos del Tren están ahora en la calle, es probable que haya un cambio importante en la dirección de la estructura criminal más poderosa de Venezuela, que ahora puede verse obligada a pasar de ser una banda carcelaria a una federación de células transnacionales.

Todos los ojos, tanto entre las autoridades como en el hampa, están puestos en el líder de la banda, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, y en sus lugartenientes. Despojados de su cómoda base de operaciones y fortaleza en el penal de Tocorón, es probable que incursionen de manera más directa en las operaciones del día a día de las células en Venezuela y otros países.

La banda ha sufrido un golpe en sus fuentes de ingresos, ahora que ya no cuentan con las cuotas extorsivas, conocidas como “la causa”, que debían pagar todos los internos de Tocorón a Niño Guerrero. Esto les generaba millones de dólares anuales, de modo que ahora los mandos del Tren tendrán que compensar estas rentas con nuevas fuentes de ingresos.

Así, el Tren de Aragua tendrá que adaptarse a las nuevas circunstancias, hallar otras fuentes de ingresos y un nuevo sistema de comando y control o se arriesgará a desmoronarse hasta convertirse en una federación criminal desarticulada.