La banda criminal de Los Monos, liderada por miembros de la familia Cantero, opera desde hace más de 20 años en Rosario, una ciudad de ubicación estratégica de Argentina.

Las sofisticadas relaciones que han establecido con miembros de las fuerzas de seguridad, empresarios y otras élites y el uso que han hecho de la violencia les ha permitido controlar economías ilegales como el microtráfico en vastas zonas de la ciudad. Acorralados por la justicia y con la mayoría de sus miembros tras las rejas, hoy su poder está cuestionado.

Historia

La historia criminal del clan Cantero – cuyos miembros lideran Los Monos — comenzó a finales de la década de 1990. En aquel entonces, miembros de la familia, bajo el mando del patriarca Ariel Cantero, alias “El Viejo”, prestaba servicios de seguridad en las zonas más marginadas de la ciudad de Rosario y coordinaba envíos de marihuana desde Paraguay.

La ciudad de Rosario tiene una ubicación estratégica y sirve como punto de tránsito para cargamentos de drogas procedentes de los vecinos Bolivia y Paraguay —principalmente por la Ruta 34 que comienza en la frontera con Bolivia y termina en Rosario.

Pero no fue hasta principios del 2004 que la banda criminal puso sus ojos en el lucrativo negocio del microtráfico en las zonas que controlaban.

Argentina salía de una de las crisis económicas más duras de su historia, que había generado una situación de alta pobreza y marginalización en el país.

Los Monos aprovecharon ese contexto para constituirse en la autoridad “de facto” en extensas zonas del sur de Rosario. Hicieron esto con ayuda de fuertes conexiones con las fuerzas de seguridad, empresas de construcción (que buscaban terrenos en el marco de un “boom de la construcción”), concesionarios de autos (claves para el lavado de dinero) y en la política, esencial en un país donde el voto es obligatorio.

Comenzaron a reclutar a jóvenes marginalizados para trabajar en los búnkers —diminutas estructuras en ladrillo esparcidas por todas las zonas marginadas de Rosario, donde se vende droga en pequeñas cantidades – que se multiplicaron. Jóvenes con las manos lo suficientemente pequeñas para pasar dosis de cocaína por las ventanillas de los búnkers se dieron a conocer como los “soldaditos” de la banda.

El negocio prosperó y la banda continuó consolidándose hasta que dos asesinatos de alto perfil generaron una ola de violencia que puso a Rosario y a Los Monos en el centro de la atención pública.

El 8 de septiembre de 2012, Martín Paz alias “El Fantasma”, fue asesinado a sangre fría en pleno día en el centro de Rosario.

Se cree que El Fantasma lavaba dinero para Los Cantero a través de su concesionario de autos y que, en ocasiones, transportaba drogas para ellos. Pero su conexión con el clan era más profunda: estaba casado con la hermana de Claudio Ariel Cantero, alias “El Pájaro”, dijo de El Viejo y en ese entonces el líder de la banda.

Poco tiempo antes de ser asesinado, El Fantasma había organizado el ingreso de un cargamento de cocaína desde Bolivia con dinero de la familia Cantero. Pero el cargamento fue decomisado por la gendarmería argentina en la frontera con Bolivia, con la consiguiente pérdida del dinero y la droga. Los Canteros, y en particular El Pájaro, vieron esto como una traición.

Ocho meses después de aquel asesinato, en las primeras horas del 26 de mayo de 2013, El Pájaro fue asesinado a tiros abaleado cuando salía de un club nocturno con unos amigos.

Tras el crimen, que fue interpretado como otra vendetta, Ariel Máximo Cantero, alias “Guille” – hermano de El Pájaro – tomó el liderazgo de la banda.

El homicidio de El Pájaro generó una ola de violencia indiscriminada motivada por la venganza y el deseo de control territorial. En la semana siguiente a la muerte del entonces líder de Los Monos, cuatro personas fueron asesinadas y la tasa de homicidios se disparó hasta llegar a niveles mucho más altos que la media nacional.

La presión social que generó la ola de violencia obligó a las autoridades nacionales a actuar. En abril de 2014, el entonces ministro de seguridad argentino Sergio Berni dirigió una incursión de la gendarmería nacional a la ciudad para desmantelar los búnkers. Esta estrategia de militarización ha continuado en la administración del actual presidente Mauricio Macri.

Los crímenes también catapultaron una de las más intensivas y ampliamente publicitada investigación judicial en la historia reciente de Argentina.

La pesquisa de varios años de duración y basada principalmente en evidencia recogida mediante interceptación de llamadas, puso al descubierto una intrincada red criminal que involucraba bandas, la policía y empresarios de la ciudad de Rosario y de otras provincias de Argentina.

El 9 de abril de 2018, en la que muchos consideraron una condena histórica, los entonces jefes de Los Monos, Guille y Monchi fueron sentenciados a 37 y 22 años de cárcel, respectivamente, por cargos de asociación ilícita y homicidio. El Viejo recibió una sentencia de seis años de prisión por integrar una organización ilegal.

Además, se declaró a nueve agentes de policía local culpables de pertenecer al grupo y se exoneró a otros cuatro.

Unos meses más tarde, en diciembre de 2018, 34 integrantes de la banda fueron condenados en una segunda causa judicial, bajo delitos federales de narcotráfico.

Entre ellos, Guille y Jorge Emanuel Chamorro, alias “Ema”, recibieron sentencias de 15 y 17 años de prisión, respectivamente.

Además, Vanesa Barrios, esposa de Guille, y Jésica Lloan, compañera de Ema recibieron penas de 12 años tras las rejas. La madre de Guille, Patricia Celestina Contreras, fue sentenciada a 8 años de reclusión.

A las mujeres se las acusó de coordinar la producción de narcóticos y la logística de las ventas, bajo las órdenes de Cantero y Chamorro, mientras estaban recluidos en la cárcel de Piñero, ubicada a 20 kilómetros de Rosario.

Pero a pesar de que los líderes de la banda se encuentran las tras rejas, la violencia, con características de venganza mafiosa contra jueces, fiscales y testigos involucrados en el caso, continuó en Rosario, así como los negocios de la banda.

Liderazgo

Las dinámicas de la banda Los Monos están marcadas por lazos familiares que generan un nivel de confianza únicos.

Cuando Claudio Ariel Cantero, alias “El Pajaro” fue asesinado en Septiembre de 2012, su hermano menor, Ariel Máximo Cantero, alias Guille, tomó su lugar, junto a Ramón Manchuca alias “Monchi”, hijo de crianza de la familia y Jorge Emanuel Chamorro, alias “Ema”, amigo de la familia y sicario de la banda como sus laderos.

Actualmente, la mayor parte de los miembros de la banda están tras las rejas.

El patriarca de la familia, Ariel Cantero, alias “El Viejo”, fue condenado y sentenciado en Abril de 2018 a 8 años de prisión por  ser miembro de una organización ilícita. Aunque fue puesto en libertad condicional en 2020 en medio de la pandemia por coronavirus, fue recapturado en abril de 2022 acusado de planear una serie de balaceras contra estaciones de servicio y una escuela a finales de 2021. la matriarca Patricia Celestina Contrera de Cantero, alias “La Cele”, está actualmente en prisión domiciliaria cumpliendo una condena de 8 años por liderar una organización criminal.

Ariel Máximo Cantero, alias Guille, líder de la banda, está cumpliendo una sentencia de 22 años por asociación ilícita y homicidio y una de 15 años por narcotráfico. Ramón Machuca, alias “Monchi”, hijo de crianza de la familia, cumple una sentencia de 37 años por asociación ilícita y homicidio.

Jorge Emanuel Chamorro, alias “Ema”, amigo de la familia y sicario de la banda, fue sentenciado a 12 años por delitos de asociación ilícita y participar de un homicidio y una de 17 años por narcotráfico.

Además, Vanesa Barrios, esposa de Guille, y Jésica Lloan, compañera de Ema, recibieron penas de 12 años tras las rejas por coordinar la producción de narcóticos y la logística de las ventas, bajo las órdenes de sus parejas mientras estaban recluidos en la cárcel de Piñero, ubicada a 20 kilómetros de Rosario.

En Abril de 2019, Guille fue procesado nuevamente, junto a otro miembro de Los Monos, Leandro Vilches, alias «Gordo». Son acusados por la justicia federal de organizar el comercio de droga desde las cárceles en las que estaban presos entre 2015 y 2016.

Los investigadores dicen que otros individuos incluyendo un candidato al senado local y el oficial de la División Antidrogas Rosario de la Policía Federal, Cristian Negrette estaban involucrados en la asociación ilegal.

Geografía

El área de operación Los Monos a lo largo de las dos décadas estuvo principalmente enfocado en la ciudad de Rosario, en la provincia Argentina de Santa Fe.

La ciudad tiene una ubicación estratégica en punto de tránsito de cargamentos de drogas procedentes de los vecinos Bolivia y Paraguay — principalmente por la autopista Ruta 34 que comienza en la frontera con Bolivia y termina en Rosario.

Aunque tienen contactos en otras zonas del país, principalmente en provincias que conectan con Paraguay y Bolivia, desde donde obtienen marihuana y cocaína.

Aliados y enemigos

Gran parte del éxito de Los Monos está relacionado a los fuertes nexos criminales que lograron concretar en las altas esferas del poder, incluyendo policías locales, personal carcelario, empresarios y hasta jefes de las barras bravas de fútbol de Rosario. También lograron establecer vínculos con productores y distribuidores de drogas en otras provincias del norte de Argentina y en los vecinos Paraguay y Bolivia.

Estos vínculos les permitieron manejar sus negocios de narcomenudeo casi sin interferencias durante años, lavar sus ganancias ilícitas y continuar manejando sus negocios aún cuando ya estaban tras las rejas.

Pero los asesinatos de Martín Paz alias “El Fantasma” – cercano a la familia Cantero y quien manejaba parte del negocio luego de una presunta traición – en 2012 y de Claudio Ariel Cantero, alias “El Pájaro”, pocos meses más tarde en lo que se consideró una retribución, desató una batalla entre individuos y bandas de narcomenudeo por control territorial.

Miembros de otros clanes familiares y organizaciones criminales más pequeñas en tamaño e influencia intentaron sin éxito ocupar el lugar de Los Monos y mientras siguen surgiendo causas judiciales contra miembros de la banda sobre actividades ilícitas que coordinaron desde la cárcel, su influencia actual es menos clara.

Perspectivas

Las numerosas sentencias de prisión contra los líderes y otros miembros de la banda Los Monos podrían hacer suponer que el poder de la banda ya no es el que fue en sus “días de gloria”.

Sin embargo, las conexiones que los líderes del grupo lograron continuar utilizando desde detrás de las rejas hace pensar que sus actividades criminales siguen en pie.

Con un mercado de consumo que sigue creciendo en Argentina, las bandas criminales de Rosario, incluyendo Los Monos, continúan teniendo un terreno fértil en el cual continuar operando.