Dos puntos de vista completamente divergentes sobre lo que está sucediendo con la tregua entre las dos pandillas más importantes de El Salvador convergen en un aspecto importante: ambas presentan un panorama sombrío para el futuro cercano del frágil acuerdo y del país.
La tregua -forjada a principios de 2012 por mediadores autorizados por el gobierno, un obispo de la Iglesia Católica, y líderes encarcelados del Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS13)– redujo inicialmente los homicidios, pasando de un promedio diario de 14 a 6 (vea gráfico de las Naciones Unidas más adelante). Sin embargo, el acuerdo ha sido objeto de escrutinio por su carácter opaco y su exclusividad, así como por su incapacidad para reducir la incidencia de otras actividades criminales, como la extorsión. Más recientemente, los ataques a la policía, junto con el aumento en las tasas de homicidio, ha llevado a algunos a afirmar que la tregua ha realmente terminado.
Por estos días, dependiendo de a quién se pregunte, la tregua es una de dos:
1. Un medio de las bandas para fortalecer su posición política, social y militar en un intento de convertirse en un sofisticado movimiento criminal-narco-político.
2. Una forma para que las bandas se incorporen mejor a la sociedad a través de programas sociales y económicos, que paralelamente reduce los niveles de violencia entre ellos y contra las autoridades.
La brecha entre estas visiones se ha venido ampliando durante este período de limbo político. El presidente electo, Salvador Sánchez Cerén del partido gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) no tomará el poder sino hasta junio 1, y hasta el momento no ha adoptado una posición pública frente a la tregua. Mientras tanto, el presidente saliente, Mauricio Funes ha puesto a su gobierno en piloto automático, especialmente al ministro de Seguridad, Ricardo Perdomo.

Los críticos de la Tregua
A pesar de la posición que se tenga sobre la tregua, Perdomo estará en el centro del análisis. Para los críticos de la iniciativa, es un héroe. En casi cada oportunidad que ha tenido, Perdomo ha menoscado a la tregua. Recientemente dijo que las pandillas se han convertido en “narcopandillas” que mueven drogas para los carteles internacionales, y que están almacenando armas.
Funcionarios públicos también han hecho varias denuncias, aún sin fundamento, de que algunos miembros de la MS13 fueron entrenados por al menos un exoficial militar. La MS13, dicen, está tratando de crear un “grupo de choque”, o unidad de choque especial, que podría, según dicen, llevar a cabo asesinatos de funcionarios de alto nivel, o de rivales bien protegidos.
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Las pandillas sí parecen estar evolucionando, y algunas realizan trabajos para narcotraficantes transnacionales, especialmente en las zonas fronterizas, dijeron a InSight Crime varios expertos consultados, unos a favor y otros en contra de la tregua entre pandillas. Estos trabajos incluyen la protección de cargamentos de droga y posiblemente servir como sicarios de bajo nivel.
Además, el conflicto entre las pandillas y autoridades está claramente empeorando. En el último mes se han presentado un total de 14 ataques contra la policía, dijo un miembro de alto nivel del gobierno a InSight Crime. La policía dijo que este año se han producido aproximadamente 50 ataques.
Entre estos se encuentra una emboscada mortal y bien planificada contra una unidad de policía. La emboscada, que tuvo lugar en el departamento de La Libertad la noche del 5 de abril, fue preocupante porque fue deliberada y premeditada, según las declaraciones de los funcionarios a la prensa. Implicaba una llamada pidiendo auxilio, lo que llevó a la policía a dejar su estación para dirigirse a la zona en la que presuntos miembros del Barrio 18 usaron rifles automáticos M-16 en un ataque que dejó un policía muerto y otros dos heridos.
El último ataque se produjo el 14 de abril, cuando presuntos miembros de una pandilla mataron a un agente de policía de San Salvador, informó La Prensa Gráfica.
Los defensores
Mientras tanto, los mediadores de la tregua culpan a Perdomo por agravar el conflicto. Señalan a una ley que impulsada por Perdomo el año pasado que daba a las fuerzas de seguridad más libertad de acción a la hora de protegerse.
El principal mediador de la tregua, Raúl Mijango, dijo a InSight Crime en una entrevista que al menos 26 pandilleros habían sido asesinados este año por las fuerzas de seguridad. Y los líderes de las pandillas dicen que sus miembros se están defendiendo de los ataques.
“Esto [los ataques] es consecuencia de tanta represión”, dijo a El Faro un líder pandillero.
Las tasas de homicidio también han aumentado, pasando de un promedio de seis por día a cerca de nueve. Perdomo afirma que esta es la manera en que las pandillas presionan al gobierno entrante para que apoye la tregua.
Los mediadores dicen que esto se debe a que el ministro de Seguridad ha cortado el contacto entre pandillas y mediadores. Específicamente, Mijango dice que sin el acceso a los líderes encarcelados, los mediadores no pueden detener la “cadena de venganza” que reverbera entre y por fuera de las pandillas en El Salvador, que impulsa gran parte de la violencia que le ha dado al país una de las tasas de homicidios más altas del mundo.
Esto puede ser en parte cierto. “Interruptores” similares operan en diferentes ciudades de Estados Unidos, y su capacidad para acceder a los líderes de las pandillas es crucial para su capacidad de limitar la violencia. Perdomo también retiró al personal policial clave que trabajaba en estrecha colaboración con el equipo de Mijango en interceptar a las pandillas cuando no estaban cumpliendo con la tregua.
Por otra parte, el aumento de los homicidios coincide con la llegada de Perdomo al Ministerio de Seguridad. Como lo ilustra el siguiente gráfico, los homicidios aumentaron después de que Perdomo tomara el cargo en junio de 2013 (fuente: policía de El Salvador). Este patrón ha continuado en el 2014.

Los obstáculos a la financiación
Que la tregua se convirtiera en una venda, más que en una solución a largo plazo es una de las principales críticas al proceso. Pero Mijango y otros partidarios de la tregua dicen que esto sucedió debido a que la tan prometida ayuda gubernamental, empresarial e internacional nunca se materializó.
La ayuda en sí también parece estar impulsando a los potenciales negociadores y facilitadores de la tregua hacia campamentos rivales. Los recursos potenciales son sustanciales. USAID dijo el año pasado que tenía millones reservados para programas de prevención de violencia, y dijeron que serían recibidos por el gobierno y por los grupos empresariales. La Unión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial; también otros han enviado, o están considerando enviar, decenas de millones de dólares más para la prevención de la violencia y para otros programas sociales orientados a la juventud en riesgo.
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Pero sin un interlocutor claro, los donantes han tenido problemas para averiguar a dónde dirigir el dinero. Los obstáculos políticos también son formidables. El gobierno de Estados Unidos no apoya a la tregua, mientras que la Unión Europea se muestra más abierta a trabajar en un contexto de la tregua.
En el momento en que los donantes abren sus ofertas se conveierte en la ley de la selva. Una organización de la Unión Europea que compitió por la financiación de programas de prevención de violencia dijo a InSight Crime que otras 57 organizaciones también habían aplicado.
Todo el mundo parece estar poniéndose en fila. Mijango trabaja con la prevención de la violencia y con organizaciones sociales, pero dice que no recibe remuneración directa por su participación. Por su parte, Perdomo está sentando las bases de lo que sus partidarios dicen es un plan de paz más incluyente y cohesivo, que excluye a los mediadores actuales del proceso, y que parece tener el respaldo del gobierno de Estados Unidos.
Mientras tanto, la situación sólo se ha vuelto más tensa. Incluso Mijango reconoce que la tregua se encuentra en cuidados intensivos durante este período de transición, y dice que las pandillas están perdiendo su “paciencia”.
“Tienen que mover al paciente a otro grupo de médicos”, dijo Mijango sobre el manejo que ha dado Perdomo a la situación de las pandillas. “De lo contrario, no se va a curar”.
Las consecuencias podrían ser nefastas, dicen los participantes y observadores de la tregua. Mijango dice que si las cosas se derrumban completamente, el país se podría enfrentar a entre “25 y 30 homicidios al día”.