El periódico El Faro informó que el gobierno de El Salvador está “negociando” con las pandillas callejeras para mantener bajas las tasas de homicidios, lo que puede sorprender a a algunos pero no a otros políticos salvadoreños que también han negociado con las pandillas.
En un reportaje publicado el 3 de septiembre, y basado en informes de inteligencia del sistema penitenciario, registros de visitas y entrevistas en prisiones, El Faro afirma que la administración del presidente Nayib Bukele ha entrado en diálogos con las pandillas en las prisiones por lo menos desde octubre de 2019.
Específicamente, los registros señalan doce visitas de Osiris Luna, director de prisiones de El Salvador, a dos cárceles donde se reunió con líderes pandilleros, en su mayoría de la Mara Salvatrucha 13 (MS13), pero también de los Sureños del Barrio 18. En tres ocasiones, Luna fue acompañado de Carlos Marroquín, director de la Unidad de Reconstrucción del Tejido Social, organismo de gobierno designado para implementar programas sociales, educativos y económicos en barrios marginados.
En varias visitas, según los informes de inteligencia y los registros, Luna ordenó a los funcionarios de la prisión que no escribieran los nombres completos de los visitantes que lo acompañaban. Y en otras ocasiones, algunos visitantes llevaron pasamontañas para proteger sus identidades. El Faro afirma que en algunos casos esas personas eran líderes pandilleros de las calles.
No se sabe de qué hablaron en esas reuniones, pero El Faro dice que se ha dado mayor control a las pandillas sobre las ventas internas en las prisiones, el regreso a las celdas separadas adonde van los presos según la pandilla a la que pertenezcan y la promesa de programas sociales y económicos dentro y fuera de las recintos.
A cambio, los líderes pandilleros se comprometen a mantener la violencia en un mínimo y a “apoyar” el partido de Bukele, Nuevas Ideas, en su campaña por hacerse al control del congreso y de numerosos concejos municipales importantes en las elecciones previstas para febrero de 2021.
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El arreglo por el momento parece aplicarse solamente a la MS13, pues las reuniones celebradas en las prisiones solo incluyeron a jefes de ese grupo. Aunque El Faro señala que hubo al menos un encuentro entre las autoridades y varios jefes de la facción Sureños del Barrio 18.
La nueva “negociación”, como la denomina El Faro, se presenta casi una década después de que diálogos similares con líderes pandilleros en prisión culminaran en 2012 con una “tregua” entre las tres mayores pandillas del país: la MS13, los Sureños del Barrio 18 y los Revolucionarios del Barrio 18. Esa tregua se disolvió, y sus artífices han tenido que vérselas con cargos penales relacionados con las negociaciones secretas y las diferentes concesiones que ellas implicaron.
Sin embargo, esta segunda ronda es más reveladora en varias formas, pues ilustra tres secretos sucios sobre cómo es que realmente El Salvador negocia con sus pandillas.
1) El presidente Nayib Bukele lleva mucho tiempo en negociaciones de ese tipo con las pandillas. Cuando Bukele era candidato a la alcaldía de San Salvador en 2015, El Faro informó que este envió a Marroquín y a otros a barrios controlados por las pandillas para que abrieran espacio para su campaña. Tras ganar las elecciones con una ventaja estrecha, Bukele usó la recién creada unidad de Tejido Social, liderada por Marroquín, para negociar la renovación del centro de la ciudad.
En esos diálogos fue crucial el trabajo realizado por Tejido Social y otros miembros del equipo con las asociaciones de vendedores informales y, por extensión, con las pandillas. Las dos partes, los vendedores informales y las pandillas, mantienen una relación simbiótica. Y los integrantes de Tejido entendieron que solo negociando con las pandillas podrían reubicar a los vendedores callejeros y así renovar el centro de la ciudad, cuyas habían estado congestionadas por el número de vendedores instalados en ellas.
Como podrá leerse en una serie de artículos que InSight Crime publicará en los próximos días respecto a estas iniciativas de revitalización de la ciudad, el plan funcionó. Más aún, Bukele construyó la imagen de alguien que podía conseguir que las cosas se hicieran, aun en espacios complicados como el centro de la ciudad. Es probable que eso lo llevara a la presidencia.
Después de que Bukele asumió el poder, cambió su discurso y anunció un plan de línea dura de siete puntos para acorralar a las pandillas. El llamado Plan de Control Territorial incluye el refuerzo de la presencia de ejército y policía en zonas golpeadas, pero también los programas comunitarios dirigidos por Marroquín y su equipo de Tejido Social.
2) Todos los partidos políticos han negociado con las pandillas. Aunque los partidos de oposición y los críticos muy seguramente criticarán a esta administración por dialogar con las pandillas, las negociaciones políticas con las pandillas se remontan a una década por lo menos. Esas conversaciones se han canalizado a través de organizaciones religiosas y no gubernamentales, y por medio de organismos de gobierno que en su mayoría no figuran públicamente. Esto da al gobierno central la negación plausible cuando se dan a conocer las conversaciones y la opinión pública las desaprueba.
La tregua anterior, por ejemplo, se dio por medio de una organización creada para ese fin, a la que se llamó La Mesa. Incluyó a representantes de la policía y el ministerio de seguridad, y trabajó estrechamente con un escuadrón de la policía que le ayudó aportando inteligencia y contrainteligencia para mantener la tregua como se había planeado.
En las actuales negociaciones parece haberse implementado un sistema similar, con funcionarios del gobierno encargados de dar seguimiento a los disidentes y llevar mensajes de una parte a otra dentro y fuera de las prisiones.
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Las negociaciones entre las pandillas y los partidos políticos se ampliaron después de que se puso en marcha la tregua de 2012, con la designación de 14 municipios regidos por alcaldes de todo el espectro ideológico como las llamadas Zonas de Paz para facilitar programas sociales y económicos. Durante la campaña presidencial de 2014, los dos principales partidos políticos, ARENA y el FMLN, se sentaron con representantes de las pandillas y les prometieron iniciar programas sociales y económicos, así como cientos de miles de dólares a cambio de su respaldo.
Dicho respaldo, específicamente el de la MS13, puede haber determinado el ganador. El candidato del FMLN ganó por solo 6.000 votos sobre el candidato de ARENA. Ernesto Muyshondt, uno de los delegados de ARENA que se sentó con las pandillas durante esas elecciones presidenciales, es ahora alcalde de San Salvador, y pretende continuar el trabajo que Bukele inició en el centro de la ciudad.
3) Las pandillas son una fuerza política. Aunque el gobierno se esfuerce por minimizar su importancia por la vía de la retórica contundente y los planes nacionales de encarcelamiento en masa, las pandillas siguen mostrando que tienen capital político y social. Parte de esto, por supuesto, viene de su sagaz entendimiento de que los homicidios, las encuestas de opinión y la inversión extranjera directa están íntimamente ligadas.
Como muestra, a finales de abril, los homicidios aumentaron. El gobierno reaccionó con una serie de restricciones dentro de las prisiones, pero como señala El Faro en su reportaje, las negociaciones continuaron poco después de eso. La amenaza de la violencia pandillera también se usó para provocar la tregua de 2012, y otras protestas pandilleras han incluido paros armados para interrumpir el transporte público, que mueve al 80 por ciento de la población.
Es esta misma amenaza lo que hace que estas negociaciones con las pandillas sean tan frágiles y, en el largo plazo, peligrosas. Aunque el gobierno ha dado gran despliegue a su Plan de Control Territorial como la causa de la reducción de los homicidios en 60 por ciento desde la llegada de Bukele a la presidencia, es posible que sean las pandillas quienes tengan la sartén por el mango.