La emboscada sufrida por el jefe de policía de Ciudad de México por parte de pistoleros fuertemente armados fue calificada por las autoridades como un fallido intento de asesinato del Cartel de Jalisco, y vuelve a abrir interrogantes sobre la capacidad del gobierno para detener la continua ola de violencia en el país.

Durante la madrugada del 26 de junio, Omar García Harfuch, secretario de seguridad de la Ciudad de México, resultó herido en un ataque perpetrado en la céntrica Avenida Reforma que también costó la vida a dos escoltas y una transeúnte.

García Harfuch, quien al parecer recibió tres impactos de bala, escribió en Twitter desde el hospital que uno de los grupos del crimen organizado más poderosos del país, el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), era el responsable del “cobarde” ataque.

La jefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum aseguró en una conferencia de prensa que 12 personas han sido detenidas por su presunta relación con el ataque. Uno de los autores del atentado fue identificado por las autoridades como José Armando “N”, alias “Vaca”, líder de una célula de Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Tonalá, estado de Jalisco. Vaca presuntamente actuó bajo las órdenes de un comandante llamado Carlos Andrés Rivera Varela, alias “Morro”.

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Videos de cámaras de seguridad difundidos en redes sociales muestran que un grupo de varios hombres se abasteció de armas arriba de un camión antes de llevar a cabo el atentado.

Fotos publicadas en medios mexicanos después del ataque mostraron que entre las armas usadas había rifles de asalto de francotirador Barret, calibre 50. Estas son armas utilizadas en varios ejércitos del mundo, incluyendo las fuerzas especiales estadounidenses, y son difíciles de conseguir en México.

Óscar Balderas, periodista especializado en crimen organizado, escribió en su cuenta de Twitter que el CJNG ya había utilizado este tipo de poderoso armamento en un ataque contra el Estado en 2015 que dejó 15 policías muertos.

Según algunos columnistas y periodistas, el gobierno ya tenía conocimiento de amenazas por parte del CJNG en contra del secretario, así como hacia otros funcionarios del gobierno federal.

Las últimas muestras extremas de violencia en México que causaron alarma incluyen la masacre de una familia mormona en el estado de Sonora y la liberación de Ovidio Guzmán López, hijo del capo del cartel de Sinaloa alias “El Chapo” en medio de un masivo tiroteo en la ciudad de Culiacán.

Sin embargo, ese despliegue de violencia era raro en la capital del país. La última vez que la violencia prendió las alarmas así en Ciudad de México fue en junio de 2018, durante un enfrentamiento entre la Unión de Tepito y una banda rival. En esa ocasión, se dejó una narcomanta junto a varios cuerpos desmembrados sobre Insurgentes, otra avenida importante de la ciudad.

Análisis InSight Crime

El CJNG ha estado involucrado en numerosos actos violentos en el país, pero el ataque a un alto funcionario de seguridad en la Ciudad de México es ciertamente un hito en sus intentos para reclamar su espacio en el hampa capitalino.

En mayo, InSight Crime reportó que, si bien el CJNG es una de las principales amenazas en México, el grupo no ha logrado tener una fuerte presencia en la capital. Según Balderas, el CJNG había estado operando en algunos barrios marginales de la Ciudad de México.

Si se confirma la autoría del CJNG, el ataque en contra de García Harfuch podría indicar que la presencia del grupo en la capital estaría cambiando. La magnitud del ataque y el armamento utilizado apuntan a una sofisticación que poseen solo pocos grupos criminales en México y ocurre luego de varios sonados ataques a políticos y funcionarios judiciales.

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“Fue un hecho excepcional, hasta ahora nadie se había atrevido a meterse con la policía de la Ciudad de México”, opinó Alejandro Hope, analista de seguridad en intercambio con InSight Crime.

Hope, sin embargo, advirtió que aún es pronto para determinar el motivo del ataque y no se puede descartar la posibilidad de que el atentado no fuera producto de un razonamiento estratégico, sino que también pudo haber sido resultado de malos cálculos.

Los atentados de alto impacto, generadores de mucha publicidad, han sido parte importante de la estrategia del CJNG en varios estados del país. En 2015, por ejemplo, el grupo asesinó a 15 policías en una emboscada y más adelante derribó un helicóptero del Ejército en Jalisco. En 2018, en el occidental estado de Nayarit algunos miembros del CJNG secuestraron y asesinaron a dos agentes de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) no sin antes difundir un video en el que los mostraba atados de manos y los forzó a criticar las políticas de seguridad del gobierno.

El ataque contra García Harfuch también se da en el marco de una serie de asesinatos de funcionarios públicos. Entre ellos destacan dos casos recientes en el occidental estado de Colima. El 16 de junio, un grupo de sicarios asesinó a Uriel Villegas Ortiz, un juez federal de Colima y a su esposa, Verónica Barajas. Si bien aún no se determina quién fue el responsable de la matanza, se sabe que Villegas Ortiz había liderado juicios en varios casos que involucraban a miembros del CJNG y el Cartel de Sinaloa. Unas semanas antes, la diputada Anel Bueno había sido secuestrada y asesinada.

En los últimos años, también se han vuelto más comunes los asesinatos de políticos en el país. En 2018, un año de elecciones, un número récord de 37 alcaldes, exalcaldes o candidatos a alcaldes fueron asesinados, en ocasiones por su conexión con grupos criminales o por sus intentos de contrarrestarlos.

Sin embargo, el atentado contra García Harfuch alcanza otros niveles. Sea o no la autoría del CJNG, el ataque abiertamente desafía al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyos 18 meses en el poder han sido marcados por un número récord de homicidios y la falta de una clara política de seguridad.