Una batalla entre los miembros del Tercer Comando Puro y el Comando Vermelho por el control de una favela, ilustra perfectamente la naturaleza del control criminal y los conflictos entre pandillas en Río de Janeiro, Brasil. Si bien es común conceptualizar la violencia en la ciudad como el resultado de las batallas entre grupos criminales rivales y la policía, también son claves las batallas por el dominio criminal local.

“Criminales del Comando Vermelho intentan invadir favela en Río”. El titular del 5 de enero de G1 Noticias resume la cobertura mediática de la reciente violencia en la favela de Para-Pedro, ubicada al norte de Río de Janeiro. Durante los últimos meses, los medios de comunicación locales han presentado una serie de tiroteos en el mundo del hampa como resultado de una prolongada guerra entre el Comando Vermelho y el Tercer Comando Puro. Aunque el TCP había controlado la favela durante años, el más grande y más poderoso CV decidió apoderarse de la zona.

O al menos, así es como se ha retratado en la prensa.

Sin embargo, una cuidadosa lectura entre líneas sugiere que el conflicto es más complejo. El 25 de enero, la policía militar de Río de Janeiro anunció la muerte del recientemente establecido jefe del CV en la favela, Josiel Gomes de Souza, alias “Toulon”. Oficiales presuntamente vieron al jefe criminal junto con dos cómplices, viajando en un vehículo que inmediatamente huyó del lugar. La policía lo persiguió, y tras un breve tiroteo Toulon y otro sospechoso fueron asesinados.

Pero el periódico local O Dia, el cual habló con los residentes de Para-Pedro y con miembros de la propia pandilla de Toulon, informó que también puede haber un elemento de traición en la historia. Dos semanas antes de su muerte, Toulon supuestamente había recibido un disparo por parte de uno de sus propios guardaespaldas. Él ha estado manteniendo un bajo perfil desde entonces. Según el periódico, un motivo pudo haber sido la fatiga por los frecuentes cambios en la lealtad del líder del grupo. Antes de incorporarse al CV, había pertenecido al TCP, y antes de de eso había sido miembro de Amigos dos Amigos (ADA).

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Las lealtades pasadas de Toulon chocan con las descripciones populares de las pandillas de Río de Janeiro, y en cierta medida, incluso hasta con la narrativa de las pandillas sobre sí mismas. El TCP y el Comando Vermelho son, al parecer, enemigos declarados. Al igual que con la famosa y amarga disputa entre Bloods y Crips en Los Angeles, las dos pandillas han construido culturas organizacionales enteras en torno a su rivalidad. Al igual que los aficionados de equipos deportivos rivales, los miembros de pandillas enemigas chocan entre sí incluso a través de las redes sociales, lanzando virtualmente insultos y amenazas de muerte.

El antropólogo brasileño Alba Zaluar ha descrito la fuerte identidad desarrollada por los jóvenes pandilleros en Río como una especie de “espíritu guerrero” hipermasculino, inculcado desde temprana edad. “En las calles donde juegan, absorben los códigos por los que se vuelven inmunes al sufrimiento de los demás, es decir, que dominan la crueldad y la disposición para matar”, escribe Zaluar. “Su principal fuente de orgullo o ilusión es ser parte del grupo armado que comete asaltos y combate con otros, volviéndose así famoso un día por estos hechos”.

Y, sin embargo, a pesar de su fuerte identidad de grupo, las pandillas de Río están muy descentralizadas. En palabras del sociólogo Michel Masse, son “redes horizontales de protección mutua”. Su poder recae enteramente en el control de la venta de drogas, la extorsión y otras actividades criminales llevadas a cabo en los barrios que se encuentran directamente bajo su influencia. Aunque se organizan bajo las banderas de redes criminales a gran escala, esto no tiene tanta importancia como la dinámica criminal local.

La batalla de Toulon por el control de Para-Pedro, es la historia de un jefe del crimen local tratando de establecer un monopolio sobre las ganancias en la zona, no sobre el Comando Vermelho buscando ampliar su influencia. Que el aspirante a capo haya pasado su carrera criminal cambiando de una “marca” a otra es una prueba de la flexibilidad en la lealtad de las pandillas, aunque el hecho de que los propios soldados de Toulon lo traicionaran debido a la frustración con la resultante inestabilidad, muestra que algunas condiciones en la lealtad de las pandillas son necesarias para la supervivencia.

Tal vez ningún grupo criminal en Río de Janeiro ilustra esto mejor que el TCP. Como suele suceder, las lealtades pasadas de Toulon son tan mixtas como los orígenes del TCP. Ambos estuvieron marcados por rupturas similares con organizaciones criminales, dependiendo de las condiciones locales.

El Tercer Comando Puro (TCP) se puede rastrear hasta una división dentro del Comando Vermelho, a mediados de la década de los ochenta, cuando disidentes emprendedores decidieron aprovechar la creciente demanda de drogas ilícitas y formaron un grupo separado conocido como el Terceiro Comando (Tercer Comando – TC). Durante la siguiente década, estos dos grupos dominaron el comercio de drogas en Río de Janeiro, luchando por el control del mercado de drogas en los barrios de la ciudad y las favelas que la rodean.

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Cuando Amigos dos Amigos (ADA) comenzó a establecerse como un importante actor criminal en Río, a finales de la década de los noventa, formó una alianza con el TC. Nei da Conceição Cruz, alias “Facão”, un capo local del TC que supervisó el tráfico de drogas en el grupo de favelas, al norte de la ciudad, conocido como Mare, se opuso al pacto con ADA. En otro indicador de la dinámica local que supera las lealtades locales, inteligencia de la policía indica que la principal preocupación de Facão fue el esfuerzo del líder de ADA, Paulo Cesar Silva dos Santos, alias “Linho”, de apoderarse de su favela. Como resultado, en 2002 formó su propia empresa y le declaró la guerra a ambos, ADA y el TC.

La ruptura de Facão resultó muy oportuna. En septiembre de ese año, el CV orquestó una serie de asesinatos de líderes del TC en prisión con la ayuda del cofundador de ADA, Celsinho da Vila Vintem. Con el TC efectivamente decapitado, sus miembros desertaron a organizaciones más poderosas. Jefes locales de drogas que se habían asociado al TC cambiaron lealtades, con ADA o Facão, quien aprovechó el incidente para nombrar a su grupo el TC “puro”, o Tercer Comando Puro.

El TCP nunca ha sido tan poderoso como ADA o el CV, sin embargo, ha logrado combatir a sus rivales y mantener una fuerte presencia en el norte y el occidente de la ciudad, donde los traficantes locales han jurado lealtad a la pandilla durante la última década.

Es necesario comprender la complicada historia del TCP, y las raíces entrelazadas de las pandillas de Río en general, para obtener una imagen más clara de la violencia en la ciudad. Al igual que la cobertura popular de los carteles en guerra en México, los analistas tienden a enfocarse en los conflictos entre pandillas, como el resultado de estructuras que compiten por poder, a expensas de una mayor comprensión de los principales grupos de interés y los recursos locales en juego.

Es precisamente esta variabilidad local la que hace que la estrategia de pacificación de la ciudad sea tan importante. La Unidad de Policía Pacificadora (UPP) de Río tiene como principal objetivo deslegitimar las jerarquías locales mediante el establecimiento de una presencia estatal más firme. Para ellos, la victoria consiste en eliminar las condiciones que permiten que grupos criminales locales de poder como Toulon emerjan en primer lugar, en vez de aplastar un grupo criminal u otro en particular.

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