En este artículo — producto de la colaboración de IDL-Reporteros y Caretas en el Perú con La Prensa en Panamá — los investigadores analizan cómo oficiales corruptos de la compañía brasileña Odebrecht S.A. presuntamente lavaron sobornos como parte del escándalo de Petrobras.

A pesar de la simpleza de tintorería que el nombre sugiere, el lavado de dinero es un delito cuya sofisticación y complejidad se multiplicó en las últimas décadas hasta el punto de superar, por buen tiempo, los mejores esfuerzos por combatirlo.

En estos tiempos de periodismo de datos, un buen hacker es a veces el mejor amigo de un periodista de investigación; en el otro lado de la fuerza (o, más bien, de la ética), un buen lavador de dinero es el aliado indispensable de casi todo corrupto, especialmente de uno de alto nivel.

Este artículo apareció originalmente en IDL-Reporteros. Fue editado y publicado con permiso, pero no necesariamente refleja las opiniones de InSight Crime. Vea la versión original aquí.

Por eso, el conocimiento de las técnicas y modalidades de lavado de dinero es indispensable en todos los casos grandes de corrupción. Y en el caso del escándalo Lava Jato (“Lavado de Autos”), la mayor investigación sobre corrupción en la historia de Brasil (y, muy probablemente, de Latinoamérica), no resulta coincidencia que el juez del caso, Sergio Moro, sea un experto, autor de un libro de referencia sobre el tema.

Los tres niveles de lavado

La acusación fiscal del Ministerio Público de Brasil contra Odebrecht puede leerse, en sus 205 páginas de evidencias cuidadosamente organizadas, como un texto investigativo sobre cómo descubrir y descifrar un sistema de sobornos diseñado para ser virtualmente indetectable gracias a un elaborado mecanismo de lavado de dinero.

El desafiante objetivo que enfrentaron los fiscales fue revelar cómo Odebrecht sobornó ocultamente durante varios años a tres ejecutivos principales de Petrobras: Paulo Roberto Costa, Pedro Barusco y Renato Duque.

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Para ser eficaz, el soborno debía buscar ser indetectable y sobre todo indemostrable. La forma de hacerlo en el caso Odebrecht, tal como descubrieron los investigadores federales brasileños, fue a través de un sistema de lavado internacional de dinero, que comprendía varias capas o niveles.

La primera capa fue la “utilización de cuentas bancarias […] de la Constructora Norberto Odebrecht S.A. […] y de otras empresas de su grupo empresarial”. Dentro de esas cuentas estuvieron las creadas en el Banco PKB Privatbank AG, de Suiza, a nombre de varias offshores cuya beneficiaria económica en casi todos los casos era Odebrecht. Algunas de esas offshores son la Smith & Nash Engineering Company INC; Golac Projects, Arcadex Corp, entre otras.

La segunda capa fue la utilización de “cuentas vinculadas”, creadas también a nombre de offshores, como por ejemplo el caso de Constructora Internacional del Sur, de Panamá (que se explicará en detalle más abajo).

En la tercera capa se encontraban las cuentas “cuyos beneficiarios económicos son los agentes corrompidos de Petrobras: Paulo Roberto [Costa], Renato Duque y Pedro Barusco”. Los tres utilizaron cuentas offshore que, en varios casos, fueron residenciadas en Panamá, pero con cuentas bancarias en Suiza o Mónaco.

La forma en la que estos tres niveles interactuaban era cualquier cosa menos simple, como lo demuestra la gráfica abajo.

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Las flechas ilustran la ruta de los diversos montos, casi todos millonarios, que pasaron de las compañías de Odebrecht a sus offshores y de ahí a las “vinculadas”, antes de llegar a las que pertenecían a los tres funcionarios corruptos.

Los fiscales pudieron determinar con precisión (y aportan la prueba en la acusación), que Odebrecht es dueño final de las offshores del primer nivel de lavado; y que los funcionarios de Petrobras — Costa, Barusco y Duque — son los beneficiarios de las offshores del tercer nivel de lavado.

La autoría y responsabilidad por este esquema quedó adicionalmente clara cuando los fiscales de la Fuerza de Tarea revelaron la participación operativa de funcionarios de Odebrecht en cada uno de los tres niveles, en especial de Bernardo Freiburghaus, el doleiro (operador y traficante financiero) principal de Odebrecht, hoy refugiado en Suiza gracias a su doble nacionalidad. La prueba es muy precisa, sin duda fruto de la colaboración de las autoridades suizas y monegascas.

¿Cuál es la historia de las “cuentas vinculadas:, que no pertenecen ni a Odebrecht ni a los sobornados, pero que fueron la principal vía de ocultamiento entre unos y otros?

Es por eso que vale la pena examinar en detalle el caso de la panameña Constructora del Sur.

Constructora que no construye

Varios delatores premiados en el caso afirmaron haber recibido coimas de Odebrecht a través de la Constructora Internacional del Sur. Odebrecht, a su vez, sostuvo enfáticamente que no tenía nada que ver con la Constructora Internacional del Sur y que nunca había hecho pago alguno de la corporación a través de ella.

La Constructora Internacional del Sur fue creada mediante una escritura notarial el 11 de octubre de 2006, en Panamá, con un modesto capital de US$10 mil y la típica estructura de una offshore. Menos típica fue la elección de su Agente Residente: el PMC International Legal Services.

El cambio de Agente Residente energizó considerablemente a la compañía, pero no como constructora, pues hasta donde se sabe nunca puso un ladrillo sobre otro, sino como intermediaria de transacciones bancarias en busca del sigilo y anonimato.

Uno de los miembros más notorios de esa firma es Ernesto Chong Coronado, un corredor de autos vinculado con el llamado faraón del esquema Ponzi en Colombia, David Murcia. Cuand el suelo colmbiano se puso muy caliente, Murcia mudó operaciones a Panamá, donde tuvo relación con Chong Coronado. PMC fue una de las dos firmas que constituyeron, según reportó La Prensa de Panamá, más de 200 sociedades anónimas vinculadas con la arquitectura piramidal de Murcia.

Al final, Chong y Murcia terminaron peleados cuando este acusó a aquel de haberse quedado con algunos de sus bienes más preciados, entre los cuales sus diamantes, un Ferrari y un Lamborghini (que increíblemente fue pintado por las autoridades con los colores de la Policía panameña, convirtiéndose así quizá en el patrullero más caro del mundo).

El 21 de julio de 2009 Constructora Internacional del Sur tuvo un cambio fundamental en su estructura.

Ese día compareció ante el notario Cecilio Moreno Arosemena, el representante del nuevo Agente Residente de Constructora Internacional del Sur. Se trataba de Francisco Martinelli, primo dilecto del entonces flamante presidente de Panamá (había asumido el primero de julio), Ricardo Martinelli.

Francisco Martinelli era miembro del estudio de abogados Patton, Moreno & Asvat, que se convirtió en el nuevo Agente Residente de Constructora Internacional del Sur.

El cambio de Agente Residente energizó considerablemente a la compañía, pero no como constructora, pues hasta donde se sabe nunca puso un ladrillo sobre otro, sino como intermediaria de transacciones bancarias en busca del sigilo y anonimato.

Sin enbargo, en un período relativamente corto, sobre todo entre la segunda mitad del 2009 y el 2010, Constructora Internacional del Sur recibió en su cuenta panameña más de US$47 millones de dos compañías offshore que, según comprobó la fiscalía brasileña, pertenecen a Odebrecht: Smith & Nash Engineering Company Inc.; y Golac Projects and Construction Corp.

A la vez, Constructora Internacional del Sur depositó más de US$3 millones en las cuentas europeas de offshores panameñas, cuyos beneficiarios eran los corruptos funcionarios de Petrobras: Paulo Roberto Costa, Pedro Barusco y Renato Duque. Tanto Costa como Barusco recibieron algo más de US$1 millón de dólares cada uno; y Barusco US$875 mil.

¿Cómo podrá justificar ahora Odebrecht su enfática afirmación previa de no haber tenido ninguna vinculación con Constructora Internacional del Sur? Esa es solo una de las dificultades que su modificado equipo de abogados deberá enfrentar.

En las sociedades offshore panameñas es usual que los directivo (o “dignatarios”) de la compañía sean empleados del estudio de abogados, o del beneficiario de la offshore, que reciben un pago generalmente modesto, por prestar su nombre.

Francisco, ‘Frankie’ Martinelli, el primo del ahora ex presidente panameño Ricardo Martinelli, que actuó en representación de los agentes residentes de Constructora del Sur, tuvo la suerte de ser el empleador de Rodny Soto Núñez, chofer de aquel, que cobró, por lo menos en papeles, nada menos que US$2.3 millones por una sigilosa consultoría para una empresa subcontratista del Metro de Panamá, que construye Odebrecht.

Como hubiera podido explicarlo ‘Frankie’ Martinelli y varios otros como él, parte del equívoco encanto de las offshore es que el que cobra no es necesariamente el que recibe.

Rodny Soto recibió el dinero de la compañía Sofratesa, contratista del consorcio liderado por Odebrecht. El contrato con Sofratesa por el que fue tan notablemente compensado, significaba “ofrecer servicios secretariales y conocimientos del mercado panameño y las relaciones comerciales que posee en el mismo”, de acuerdo con la investigación que hizo La Prensa al respecto.

Sin embargo, el hecho es que los US$2.3 millones no parecen haber cambiado mucho la vida de Rodny Soto, pues cuando La Prensa, de Panamá, lo buscó para entrevistarlo, lo encontró en su nuevo trabajo, manejando un transporte pesado. “Ojalá tuviera yo ese dinero” le dijo al periodista.

Como hubiera podido explicarlo ‘Frankie’ Martinelli y varios otros como él, parte del equívoco encanto de las offshore es que el que cobra no es necesariamente el que recibe.

Luego de su febril actividad en la banca sigilosa, la Constructora Internacional del Sur fue disuelta el 15 de agosto de 2014, cuando la investigación del caso Lava Jato agarraba cuerpo y velocidad. Pocos días después Paulo Roberto Costa llegó al acuerdo de delación premiada.

El acta de disolución empezó con la declaración del Presidente de la Constructora en el sentido de que el objeto de la reunión era disolver la sociedad, “en vista de que sus objetivos habían sido realizados”.

Sobre eso no hubo ninguna duda.

 *Este artículo apareció originalmente en IDL-Reporteros. Fue editado y publicado con permiso, pero no necesariamente refleja las opiniones de InSight Crime. Vea la versión original aquí.