Los temores de contagio durante la pandemia del coronavirus han provocado disturbios fatales, fugas masivas y acciones represivas en varias prisiones de Latinoamérica, lo que pone en evidencia cómo los consabidos problemas de hacinamiento y deterioro de las condiciones carcelarias pueden sembrar rápidamente el caos durante una crisis.

El 21 de marzo se desataron motines en 13 centros carcelarios por toda Colombia, según informó El Tiempo. La cárcel Modelo de Bogotá fue el escenario de la violencia más sangrienta, con 23 internos muertos, 83 heridos y siete guardias lesionados en un multitudinario motín, como lo afirmó la ministra de justicia Margarita Cabello Blanco.

Aunque el gobierno adujo que la violencia se desató por un intento de fuga masiva, los reclusos aseguraron que el levantamiento fue motivado por “medidas insuficientes” para contener la propagación del coronavirus.

Cárcel la modelo. @C1Palomino @INPEC_Colombia pic.twitter.com/hCj2triBDg

— María Camila Díaz Roa (@ma_camiladiaz) March 22, 2020

El 16 de marzo se desató la violencia en cuatro prisiones del estado de São Paulo, en Brasil, luego de que las autoridades cancelaran una licencia temporal para presos de bajo riesgo por temor a que regresaran infectados. A unos 34.000 reclusos en regímenes semiabiertos se les canceló la excarcelación temporal “para salvaguardar la salud colectiva de la población carcelaria”, según comunicaron los agentes penitenciarios en un comunicado para la prensa.

Rebelião na penitenciária de Mongaguá, litoral de SP. Até o momento, 8 agentes estão sendo feitos de refém. Presos fugiram pela orla da praia sentido Praia Grande. PM em atuação no local. pic.twitter.com/26JVlAg2IJ

— Leonardo Martins (@___leomartins) March 16, 2020

En videos publicados en las redes sociales se veía a docenas de presos corriendo por una calle cerca de la prisión de Mongaguá, y podía oírse a un hombre que gritaba a los presos que “regresaran el lunes”.

Para cuando las autoridades sofocaron los disturbios en las cárceles de Tremembé, Mongaguá y Porto Feliz, por lo menos 1.375 reclusos habían escapado. El 19 de marzo, unos 700 habían sido recapturados, según el gobierno regional, pero cientos más siguen prófugos.

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En Venezuela, más de 80 presos se evadieron durante una fuga violenta el 18 de marzo de una cárcel en la ciudad de Santa Bárbara, al noroeste del país. Los enfrentamientos entre autoridades y reclusos dejaron diez presos muertos, según declararon delegados del gobierno a CNN. Una Ventana a la Libertad, organización de derechos humanos en Venezuela, posteriormente actualizó a 12 el saldo de muertos.

El intento de fuga ocurrió en medio de nuevas restricciones a la vida en prisión a raíz de la epidemia de coronavirus en el país, informó El Comercio, citando al gobernador de Zulia, Omar Prieto.

Análisis de InSight Crime

Las prisiones de la región son incubadoras ideales para la propagación del coronavirus, lo que lleva a los presos a ponerse ansiosos por los brotes mientras que los gobiernos siguen restringiendo sus movimientos. Es una tormenta perfecta en gestación.

Las visitas se han suspendido en Paraguay, Brasil, Colombia, Perú y Honduras. En Chile, El Salvador y Uruguay, los presos también enfrentan nuevas restricciones.

Es incierto aún que estas medidas tengan el impacto deseado. Se están presentando nuevas infecciones en toda la región, y dado lo poroso de la seguridad carcelaria en países como Brasil y Paraguay, parece solo cuestión de tiempo para que los presos se infecten en masa.

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Más aún, los problemas arraigados en las prisiones latinoamericanas —sobrepoblación, falta de personal de seguridad y condiciones antihigiénicas— no han hecho más que exacerbar la amenaza del coronavirus.

En su reciente informe sobre derechos humanos en 2019, el Departamento de Estado estadounidense citó a organizaciones venezolanas que afirmaban que la sobrepoblación era de 172 por ciento y 415 por ciento en cárceles de policía, con picos hasta de 1.200 por ciento.

Esas condiciones ya pueden haber llevado a epidemias de otras enfermedades, incluyendo un brote de tuberculosis en 2020 que mató al menos a 11 internos en una prisión venezolana, según un estudio de Una Ventana a la Libertad.

La posibilidad de una epidemia también significa que los gobiernos tendrán que tomar decisiones sobre su capacidad para brindar seguridad a su población carcelaria. En Brasil, una asociación de abogados está solicitando que se suspenda la detención preventiva y que se libere o se ponga en arresto domiciliario de manera provisional a sus clientes para evitar una posible infección.

Esa asociación jurídica presentó una petición ante la corte suprema para que se libere a presos mayores de 60 años y a quienes padezcan VIH, cáncer, tuberculosis o tengan antecedentes de enfermedades pulmonares y cardiacas, entre otras.

En todo el mundo, los países enfrentan tensiones similares en las prisiones. A comienzos de marzo, una suspensión de las visitas en una prisión de Italia produjo amotinamientos en 27 prisiones, varias fugas y seis reclusos muertos luego de que entraran a la fuerza en la farmacia de la prisión y tomaran sobredosis de metadona.

Estados Unidos también se apresta a enfrentar disturbios entre su población carcelaria ante la eventualidad de la restricción de movimiento en todo el territorio por causa del coronavirus.

Aunque desde hace mucho se registra el deterioro de condiciones que afectan a las prisiones de toda Latinoamérica, la sucesión de disturbios violentos pone de relieve que la amenaza de una epidemia de coronavirus, junto con el temor de los presos al virus, puede sumir el sistema penitenciario en el caos.