Las recientes estadísticas de Bolivia presentan perspectivas diversas sobre la cantidad de cocaína que se produce en el país. InSight Crime analiza el hecho de que las cifras no siempre reflejan la realidad.
Las incautaciones de cocaína en Bolivia se han disparado desde 2013, y han alcanzado cifras récords este año. Entre enero y mediados de agosto de 2016, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), adscrita a la policía, registró la incautación de 16,7 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína (HCl) —casi el doble de la cifra de todo el año pasado, cuando se confiscaron 8,6 toneladas métricas—.
Sin embargo, las incautaciones de base de coca, que han sido históricamente mucho mayores que las incautaciones de cocaína, han estado disminuyendo drásticamente desde 2012. (La base de coca es una pasta que luego puede ser refinada y convertida en HCl, que es la forma cristalizada de la droga). Este año se incautó menos base de coca que de HCl (Vea el gráfico 1).

Gráfico 1
Las cifras sobre incautaciones ilustran las cambiantes tendencias en la producción de la droga boliviana, o bien en la estrategia de seguridad. Para algunos analistas, el aumento en las incautaciones de cocaína se considera como una la coca se cultive de manera legal de que la situación del control de las drogas en Bolivia se está deteriorando como resultado de las políticas de drogas del presidente Evo Morales. El mandatario, que en el pasado se desempeñó como cultivador de coca. ha adoptado una política liberal que permite que la coca se cultive de manera legal, supervisada mediante un sistema de “control comunitario de la coca”.
La verosimilitud de estas preocupaciones depende mucho del conjunto de estadísticas que se analice.
¿Realidad o fantasía?
Las estimaciones publicadas por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y el gobierno de Estados Unidos en cuanto a la producción de coca y cocaína en los Andes han sido tradicionalmente bastante disímiles, y el año 2015 no fue la excepción.
Los datos las ONUDD indican que los cultivos de coca de Bolivia están en su nivel más bajo desde hace por lo menos 10 años, con 20.200 hectáreas. Estos datos sugerirían que la producción de cocaína en Bolivia presenta una tendencia similar. Sin embargo, de acuerdo con los datos de Estados Unidos en 2015, Bolivia cultivó la mayor cantidad de coca en 15 años, alcanzando las 36.500 hectáreas (Ver gráfico 2).

Gráfico 2
Las estimaciones de Estados Unidos también sugieren que la producción de cocaína boliviana está aumentando en estrecha correlación con las incautaciones de cocaína HCl. (La ONUDD no ofrece datos sobre la producción potencial de cocaína en Bolivia) (Ver gráfico 3).

Gráfico 3
Pero hay problemas con respecto a los datos del gobierno de Estados Unidos, cuyas estimaciones sobre la coca boliviana han sido criticadas por ser inconsistentes; además, según los informes, en el pasado ha modificado sus cifras de manera retroactiva.
La directora ejecutiva de la Red Andina de Información (AIN por sus iniciales en inglés), Kathryn Ledebur, quien ha publicado extensas investigaciones sobre la coca y la política de drogas en Bolivia, le explicó a InSight Crime que Estados Unidos no tenía información objetiva sobre la producción de hoja de coca. Sin esa información “no hay cómo calcular la producción potencial de cocaína”, dijo Ledebur.
Según Ledebur, Estados Unidos no ha tenido personal sobre el terreno para verificar los datos satelitales sobre los cultivos de coca, desde que el presidente Evo Morales expulsó de Bolivia a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés), en el año 2008.
Ledebur le dijo a InSight Crime que al parecer el gobierno de Estados Unidos estaba “sacando [las estadísticas] de un sombrero”. Ledebur afirma que, en una conversación con un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, éste le dijo que generar datos “no es una ciencia, sino un arte.”
Mediante una metodología utilizada por el Departamento de Estado de Estados Unidos para estimar la producción de droga en 2014 se estableció que, para Bolivia y Perú, “los cálculos del gobierno de Estados Unidos sobre el potencial de producción de cocaína están sobreestimados en un nivel que no se puede establecer, puesto que hay grandes cantidades de hoja de coca que se mastican de manera local y son utilizadas en productos como el té de coca”.
Ello explica que, por lo general, las estimaciones de Estados Unidos sobre la producción de drogas están “basadas en estudios agrícolas realizados con imágenes satelitales y en estudios científicos de la producción de los cultivos, así como en la probable eficacia de los laboratorios de refinación ilícitos”. Dicha metodología también incluye la salvedad de que las cifras del gobierno son aproximaciones que no pueden considerarse como cifras precisas.
El enfoque prohibicionista de Estados Unidos contra las drogas va en sentido contrario a las políticas liberales de Morales, y el país norteamericano es uno de sus críticos más tenaces.
Al contrario de Estados Unidos, la ONUDD todavía cuenta con la estrecha cooperación del gobierno boliviano. Además de inteligencia aérea y satelital, el organismo internacional lleva a cabo investigación sobre el terreno para sustentar sus datos.
Hipótesis alternativas
Teniendo en cuenta estas dinámicas, el aumento en las incautaciones de cocaína procesada podría señalar ciertas tendencias en las estrategias de seguridad o en el tráfico de drogas. Sin embargo, las incautaciones no son un indicador definitivo de la disponibilidad de una droga determinada; por el contrario, pueden reflejar una mejor eficiencia de las estrategias de seguridad.
“El gobierno [boliviano] ha adoptado un enfoque diferente frente a la coca, pero ha mantenido una estrategia de línea dura frente al narcotráfico como tal”, escribió Coletta Youngers, miembro de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA por sus iniciales en inglés), en un correo electrónico enviado a InSight Crime. “Por eso bajo la administración Morales ha habido un aumento en las incautaciones y las detenciones”, escribió Youngers.
Durante el año 2016, Bolivia ha firmado acuerdos para el control de drogas con Perú, Brasil, Argentina y Paraguay, dando continuidad a décadas de cooperación internacional. El país finalizó recientemente la compra de 13 radares de alta tecnología para combatir los narcovuelos ilegales e instaló un escáner en la frontera con Chile para fortalecer los controles. Además, una sola incautación de 7,5 toneladas de cocaína incrementó los totales significativamente.
Aun así, permanece la posibilidad de que la producción de cocaína de Bolivia está aumentando, pero quizá no en la medida en la que dice el gobierno de Estados Unidos. Esta teoría se ve apoyada por el hecho de que el número de plantas de procesamiento de cocaína descubiertas por las autoridades ha aumentado constantemente durante la última década, pasando de 3 en 2005 a 73 en el año 2015. Un funcionario del gobierno de Bolivia afirmó recientemente que los grupos criminales brasileños estaban estableciendo laboratorios de procesamiento de cocaína en la frontera entre los dos países.
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Pero no parece probable que la mayor parte de la coca que se cultiva en Bolivia sea introducida en el comercio ilegal. La conclusión más probable es que cualquier aumento en el producto proviene de fuera de Bolivia. El país ha sido una escala crucial para la cocaína peruana que se transporta por aire a los crecientes mercados de consumidores de Argentina y Brasil, e incluso de Europa y África Occidental.
Las estadísticas oficiales del año pasado demuestran que de toda la base de cocaína y HCl confiscada en Bolivia, aproximadamente el 60 por ciento provenía de Perú, mientras que la otra parte es de producción nacional. Esta pasta es a menudo convertida en cocaína en Bolivia. según un informe de la policía, casi el 95 por ciento de la base de coca del Perú sigue esta ruta.
Ello se debe en parte a que Bolivia tiene una mayor demanda interna de hoja de coca que los productores vecinos de Colombia y Perú. Un estudio del gobierno realizado en 2013 descubrió que el mercado legal se satisfacía con 14.705 hectáreas de granjas de coca de Bolivia. Usando las cifras de la ONUDD en 2015, esto significa que unas 5.500 hectáreas de cultivos de coca en Bolivia fueron utilizadas para fines ilegales el año pasado. Por su parte, en el vecino Perú, unas 35.791 hectáreas de un total de 40.300 hectáreas de coca se utilizan para el mercado ilegal, según cálculos que Ledebur compartió con InSight Crime.
La hoja de coca legal en boliviana es además casi tres veces más cara que la hoja peruana, según las estadísticas de la UNODC, lo que podría hacer menos rentable utilizar el ingrediente principal boliviano para producir cocaína.
“Esto demuestra que el problema principal de Bolivia no es la cocaína producida a partir de sus propios cultivos de coca, sino el hecho de ser un país de tránsito de la pasta de coca peruana, que es más barata”, explicó Ledebur.
Aunque estas conclusiones sugieren que la gravedad de la situación de los narcóticos en Bolivia depende más de factores externos que internos, este país estratégicamente situado sigue enfrentando la amenaza de que el crimen organizado siga fortaleciendo su influencia a nivel local. Las organizaciones narcotraficantes extranjeras han establecido operaciones en Bolivia, donde colaboran con clanes familiares locales. Y el aumento de los mercados de consumidores en Latinoamérica puede hacer que aumente el atractivo de Bolivia como un epicentro internacional de las drogas.