Bolivia registró cifras récord de incautaciones de cocaína en 2023, indicando un fortalecimiento de su papel como productor y exportador de esta sustancia en pleno corazón de América del Sur.

De acuerdo con datos publicados por la Fuerza de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), el cuerpo policial encargado de la interdicción y lucha contra el tráfico de drogas en Bolivia, cerca de 32,9 toneladas de cocaína fueron incautadas en ese país a lo largo del 2023. 11,6 toneladas correspondieron a incautaciones de pasta base y 21,3 a clorhidrato de cocaína, o cocaína en polvo. La cifra representó un aumento del 62% en las incautaciones de esta droga con respecto al año anterior, cuando se incautaron 20,3 toneladas.

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Al número se suman operativos que demuestran el constante flujo de cocaína desde y hacia Bolivia. El 31 de diciembre, la policía boliviana realizó una incautación récord de 8,7 toneladas de clorhidrato de cocaína camufladas en un cargamento de tableros de madera en el departamento de Oruro, cuyo origen era el departamento de Santa Cruz y tenía como destino final los Países Bajos, según reportaron medios locales. 

“La afectación a este ilícito, en el país de destino, supera los US$526 millones, siendo la incautación de cocaína más grande de la historia de Bolivia” declaró el presidente Luis Arce a través de X.

Los datos de 2023 continúan la tendencia creciente de incautaciones de productos de cocaína observada en los últimos años, que pasó de 15,6 toneladas en 2020, a 19,7 toneladas en 2021 y 20,3 toneladas en 2022, según los registros de la FELCN.

Análisis de InSight Crime

Bolivia ha sido durante años un punto de tránsito crucial en el tráfico de drogas. Sin embargo, el fortalecimiento progresivo de su capacidad de producción, la falta de capacidades estatales y la corrupción han potenciado su faceta como productor y exportador de cocaína. 

Bolivia cuenta con la industria legal de hoja de coca más grande del mundo, y su papel en el narcotráfico regional se ha centrado tradicionalmente en hacer de punto de tránsito para la cocaína peruana y la exportación de pasta base de cocaína. 

Pero en los últimos años las incautaciones de clorhidrato de cocaína han experimentado un aumento, a pesar de que las autoridades no han mejorado sus capacidades ni estrategias frente al crimen organizado. Según datos de la FELCN, la cantidad incautada ha pasado de 5,8 toneladas en 2020, a 7,8 en 2021, 10,2 en 2022, y 21,3 en 2023. En 2022, las incautaciones de clorhidrato superaron por primera vez a las de pasta base en casi un 1% y en 2023 alcanzaron una diferencia del 59%, indicando una mayor presencia de esta sustancia en el territorio nacional. 

Este aumento también se ha visto reflejado en el descubrimiento y destrucción de numerosos laboratorios de cristalización, así como la incautación de precursores químicos para la elaboración de clorhidrato. A principios de 2023, las autoridades de Chile realizaron una incautación récord de 690 toneladas de precursores químicos que tenían como destino Bolivia. 

Estos hallazgos, que podrían indicar un aumento en la producción interna de clorhidrato de cocaína, ocurren en un contexto de fortalecimiento de los cultivos de hoja de coca dentro del país y en su vecino, Perú, cuyo exceso de producción podría estar siendo procesado al otro lado de la frontera.

Para 2022, el total de hectáreas sembradas en Bolivia superó en un 45% la cifra de 22.000 hectáreas permitidas desde 2017, al tiempo que aumentó su capacidad de producción estimada de hoja de coca entre un 56,3 y un 58,7% en comparación con 2015. 

“Se ha visto un incremento de plantación de coca en parques nacionales, en áreas protegidas, y por lo tanto también se ha visto que la producción de cocaína no solo se ha fortalecido en el Oriente, sino que también ha buscado parques nacionales para establecerse, porque los laboratorios de cocaína necesitan poder ocultarse, muchos árboles y tener acceso a agua” explicó la criminóloga Gabriela Reyes en conversación con InSight Crime.

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En este escenario, el gobierno estima que el 90% de los narcolaboratorios se encuentran en el Chapare, en el departamento de Cochabamba, donde la FELCN realiza la mayor parte de sus operativos. No obstante, las incautaciones más altas de clorhidrato de cocaína se dan en Santa Cruz, departamento fronterizo con Brasil y Paraguay, donde el grupo criminal brasileño Primer Comando Capital (Primer Comando da Capital, PCC) aumenta su presencia y se disputa el territorio con el Comando Rojo (Comando Vermelho, CV).

“La tendencia regional de las organizaciones criminales es de llevar su producción hacia las fronteras, digamos a fronteras amazónicas, para reducir el riesgo y reducir el costo” señaló Reyes.

Por otra parte, la falta de capacidades estatales y la corrupción de las autoridades han favorecido las dinámicas del narcotráfico en el país durante años. Casos sonados de corrupción, como el caso narcovuelo, en el que un avión comercial transportó media tonelada de cocaína a Madrid, España, o la posible protección de funcionarios bolivianos al narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, indican la existencia de esta complicidad necesaria.

Aunque Bolivia adquirió un sistema de radares para detectar narcoaviones, el medio de transporte más común para transportar la droga, su funcionamiento levanta dudas mientras estos vuelos han seguido aumentando, siendo fundamentales en la nueva ruta de narcotráfico a través de la hidrovía Paraguay-Paraná.

“Casos que nosotros hayamos sabido de exitosos, digamos de que se ha incautado una avioneta o que se ha interceptado una avioneta con cocaína gracias al sistema de radares, no ha habido ninguno” concluyó Reyes.

Imagen principal: Tablones de madera impregnados en cocaína. Crédito: @EDelCastilloDC