El aumento en las incautaciones de cocaína en Argentina junto con una creciente inquietud sobre el consumo doméstico pueden indicar que el país andino se precipita por un camino similar al de Brasil, aunque aún hay preguntas.

Los decomisos de cocaína en Argentina han aumentado a un ritmo alarmante en 2017. Tan solo en los tres primeros meses del año, las autoridades se incautaron de 1.678 kilos de cocaína, casi el doble de los 840 kilos aprehendidos por las autoridades en el primer semestre de 2016, según cifras del Ministerio de Seguridad de Argentina, informó Clarín.

Argentina ha acrecentado su rol como enlace de trasbordo importante para el negocio de cocaína en Suramérica. En 2015, las fuerzas federales decomisaron 4.300 kilos de cocaína, una cifra que aumentó en 28 por ciento en 2016 después del decomiso de 5.500 kilos de cocaína, informó Clarín.

Brasil sigue siendo el mayor país consumidor de cocaína en Latinoamérica, pero Argentina también ha registrado aumentos en su mercado doméstico y en el consumo local en años recientes. Sin embargo, no es claro si esto es resultado de un mejor trabajo de las autoridades en la lucha contra el narcotráfico o de un incremento en la cantidad de cocaína que se mueve en el país.

Para descubrir esto, el Ministerio de Seguridad lanzará un programa piloto, “Precio, Pureza y Potencia de los estupefacientes” para determinar si los operativos antinarcóticos han sido eficientes, informó Clarín.

El programa se ocupará de dos factores principales: el precio de un gramo de cocaína y la pureza de la cocaína confiscada por las autoridades.

Las autoridades calculan que si la pureza es alta y el precio es estable, hay abundancia de oferta en el mercado, lo que indica que las autoridades no están cumpliendo el objetivo con los operativos antidrogas. Pero si la pureza es baja y los precios son altos, se deduce que la oferta es poca y que las medidas de control están surtiendo efecto.

Sin embargo, las autoridades reconocen que necesitarán recolectar estos datos a lo largo de varios años para extraer conclusiones sólidas.

Análisis de InSight Crime

Varias semejanzas indican que Argentina puede estar siguiendo los pasos de Brasil en términos de consumo de drogas, seguridad y evolución de los grupos del crimen organizado.

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Brasil es un punto de partida clave para la cocaína con destino a los mercados globales, y Argentina también es un puerto de salida para los estupefacientes que salen de Suramérica hacia Europa, según el Informe Mundial sobre Drogas 2017, de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD).

Como resultado de ello, ambos países enfrentan alzas en los índices de consumo. Brasil tiene el segundo mayor mercado mundial de consumo de cocaína y sus derivados, detrás de Estados Unidos. Casi la mitad de los argentinos encuestados para un estudio de 2015 creían que en el país había un alto grado de abuso de sustancias ilegales. En 2016, el 50 por ciento de los casos judiciales relacionados con estupefacientes en Argentina fueron por posesión personal o consumo.

Este aumento se ve fomentado por el alza en el microtráfico, constante desde 2010, según un estudio de la Universidad Cátolica Argentina (UCA). Mientras que en 2010 solo el 30 por ciento de los encuestados dijeron haber visto actividades de tráfico de narcóticos en su barrio, en 2016 casi la mitad de los argentinos encuestados había presenciado esas actividades.

En Brasil, los mercados de droga al aire libre ayudan a facilitar el microtráfico. En esas llamadas ‘cracolândias‘, principalmente en favelas de Rio de Janeiro y São Paulo, se venden a granel la pasta base de coca y el crack a precios muy bajos. Con el desarrollo de esos mercados en Brasil, han crecido también los choques para controlarlos, lo que puede servir de advertencia sobre lo que viene con la expansión de esos mercados en Argentina.

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Sin embargo, hay una diferencia clave entre Brasil y Argentina: sus panoramas criminales.

Históricamente, los poderosos grupos del crimen organizado en Brasil han trabajado con carteles colombianos en el negocio de la cocaína. Actualmente, se piensa que el grupo criminal más antiguo, el Comando Vermelho (CV), está expandiendo sus operaciones domésticas junto con el Primer Comando Capital (PCC) en un intento por controlar mejor el negocio regional de la droga.

Más recientemente, luego de una serie de actos criminales atribuidos a los dos grupos, se arrestó en Bolivia a varios presuntos miembros del Comando Vermelho, lo que el ministro del Interior Carlos Romero indicó que sería un intento del grupo y del PCC de adelantar operaciones con el fin de “monopolizar el control de las drogas” en la región. Y el recrudecimiento de la violencia a lo largo de la frontera entre Brasil y Paraguay ha suscitado preguntas sobre una lucha en desarrollo por las rutas de narcotráfico en la zona.

Por otro lado, las mayores mafias criminales a las que se les han detectado operaciones en Argentina proceden principalmente de México y Colombia, y se sabe que tienen presencia allí en gran medid por su rol estratégico como punto de tránsito. Pero los grupos criminales domésticos, pequeños y más o menos organizados, por lo general han controlado el negocio regional de estupefacientes en el interior de Argentina, pues los grupos multinacionales suelen operar en las regiones fronterizas.

Mientras la cocaína siga copando Argentina, los grupos del crimen organizado del país pueden buscar extender sus operaciones con la esperanza de lograr mayor control del negocio regional de drogas. 

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