Nueve personas fueron asesinadas en una masacre en Medellín, anunciando una nueva oleada de violencia cuando las diferentes facciones criminales tratan de establecer una hegemonía en el hampa de la segunda mayor ciudad de Colombia.
En la noche del 30 de diciembre, 16 personas llegaron a una mansión en Envigado, a las afueras de Medellín. A la mañana siguiente la señora de la limpieza llegó a encontrar los cuerpos de nueve de ellos repartidos en los dos pisos. Los vecinos no oyeron el sonido de los disparos, lo que lleva a la policía a creer que los asesinos usaron silenciadores.
El jefe de la policía de Medellín, el general Yesid Vásquez, dijo que la inteligencia sugiere que la mansión fue el lugar de una reunión entre altos miembros de la mafia de la ciudad, como parte de una celebración para discutir quién sería promovido dentro de la estructura como reemplazo de cinco dirigentes detenidos durante 2012.
Entre los muertos había tres miembros identificados de la mafia de Medellín, conocida como la “Oficina de Envigado“. Estos eran Jorge Mario Marín, alias “El Morro”, Hugo Fernando Urán Mesa, alias “El Panadero” y Carlos Andrés González Hernández, alias “El Mosco”.
Había cuatro mujeres jóvenes entre los muertos, sus cuerpos se encontraron en la misma habitación, tres de ellos con las manos todavía apretadas contra sus rostros. La policía cree que habían sido invitadas para proporcionar entretenimiento a los capos. La policía incautó pistolas, una metralleta y una AK-47 en la casa. Al parecer, sus propietarios no tuvieron la oportunidad de llegar a sus armas antes de ser asesinados.
Análisis de InSight Crime
Desde la extradición en 2008 de Diego Murillo, alias “Don Berna“, el entonces jefe indiscutible de la Oficina de Envigado, se ha producido una amarga guerra entre las facciones rivales para hacerse con el control de la ciudad y reunir a la Oficina. El último hombre en busca de este liderazgo fue Erickson Vargas Cárdenas, alias “Sebastián“, capturado por la policía en agosto del año pasado.
Medellín ha tenido siempre varios cientos diferentes de pandillas, o “combos”. Muchas de estas bandas hacían las veces de ala militar para Pablo Escobar, lo cual era necesario para su cartel de Medellín. Después de su muerte en un tejado de Medellín en diciembre de 1993, Don Berna tomó la ciudad, resistiendo cualquier desafío a su poder. A través de los años varias de las bandas se convirtieron en súper combos y poderosas organizaciones criminales, dominando diferentes barrios de la ciudad.
Entre los muertos en la masacre se encontraban varios altos mandos de dos de los súper combos de la ciudad. “El Morro” se cree que es la cabeza de la poderosa pandilla “Trianón”, mientras que “El Panadero” y “El Mosco” eran de La Terraza, un grupo especializado en el asesinato, famoso por prestar sus servicios en toda Colombia e incluso en el exterior. Estos hombres eran ambiciosos mandos medios de la mafia de Medellín, todos en busca de ascender.
La pregunta clave es, ¿quiénes eran los otros hombres que llegaron a la fiesta y se fueron después? La policía cree que estos hombres son los asesinos y que son otros altos mandos de la Oficina. No hubo pruebas de un tiroteo o una entrada forzada, lo que lleva a la policía a creer que los asesinos fueron invitados también como huéspedes. Hay tres alias que diferentes fuentes han mencionado como parte de los invitados: “Fredy Colas”, “Pichi” y “Barny”. Colas de Freddy es el alias de Fredy Alexander Duarte Díaz, quien fue la mano derecha de Sebastián, el hombre que casi logró tomar el control de la Oficina antes de su arresto el año pasado. Los otros dos se cree que son los jefes de los combos en Candelaria y Aranjuez, sectores de Medellín.
No obstante, no es sólo la Oficina que tiene en la mira a Medellín como premio gordo criminal. Desde su bastión en el norte, los Urabeños está pensando en cómo tomar el control del hampa en la ciudad, lo que les permitiría unir la ciudad con la costa del Caribe, donde ellos controlan las rutas de tráfico de drogas. El ahora quizás sindicato criminal más poderoso del país, los Urabeños, ya ha forjado alianzas con combos en diferentes partes de Medellín, y lentamente está ampliando su influencia en la ciudad.
El general Vásquez cree que la masacre anuncia un nuevo capítulo de las luchas internas entre diferentes facciones de la Oficina, y que 2013 será otro año violento más para la ciudad.