La dada de baja del extraño capo de Michoacán, Nazario “El más Loco” Moreno, llevada a cabo por un comando de la marina de México, será una corta victoria tanto para el gobierno como para  las milicias de autodefensas que éste ha patrocinado.

Ni la muerte de Moreno ni la creciente presencia de las milicias en el estado va a traer la paz a Michoacán en el corto plazo.

De hecho, el cuerpo de Moreno, fundador y ancla ideológica de las organizaciones criminales de La Familia Michoacana y de los Caballeros Templarios, estaba apenas frío cuando las facciones de la milicia, que habían pasado un año tratando de matarlo, se enfrentaron el lunes.

Al menos varios cientos de hombres armados leales a Luis Torres, un comandante de autodefensas de unos 30 años, conocido como “El Americano”, por haber nacido en California, rodearon la ciudad de La Ruana para forzar con éxito la salida del fundador y portavoz miliciano, Hipólito Mora.

El Americano acusa a Mora de haber participado en el asesinato de otro líder miliciano de La Ruana conocido como “El Pollo”, el fin de semana, así como de no haber podido regresar a sus legítimos dueños las propiedades no especificadas que confiscaron a los Caballeros Templarios. Mora, a su vez, acusa al Americano de ser un Templario encubierto.

“Yo luché por mi pueblo y por mi pueblo me muero”, dijo Mora a los periodistas horas antes de montarse en un helicóptero de la policía federal que lo sacaría de La Ruana la noche de el lunes “El que tenga güevos, que me siga, no nos vamos a dejar”.

Sin embargo, fiscales estatales arrestaron a Mora en la noche del martes por su implicación en el asesinato de “El Pollo”, Rafael Sánchez, un agricultor de cal y presunto extemplario que se había convertido en líder de una pequeña milicia en La Ruana, y que por mucho tiempo fue rival de Mora, según los informes de los medios.

Después de que las autoridades federales mexicanas decidieron a finales de enero que se aliarían abiertamente con las milicias en contra los Caballeros, el presidente Enrique Peña Nieto y sus principales colaboradores, ahora están sumergidos hasta el cuello en la disputa.

“Sería el colmo que ahora tuviéramos ese problema y que hubiera un enfrentamiento entre ellos”, dijo el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong a los periodistas el lunes durante una visita a un hospital en Buenavista Tomatlán, a menos de 15 kilómetros del lugar en que las facciones de la milicia se enfrentaban.

El asesinato de El Pollo podría haber provocado el enfrentamiento entre milicias en La Ruana, pero las tensiones internas de las milicias han ido creciendo durante meses, junto con sus victorias contra los Caballeros.

Algunas facciones no estaban contentas con la alianza que Mora y otros líderes de la milicia acordaron con Alfredo Castillo, el hombre de Peña Nieto encargado de imponer la paz en Michoacán, a finales de enero. Esa irritación fue magnificada por otro acuerdo el jueves pasado, en el que los líderes de las milicias se comprometieron a purgar sus filas de presuntos delincuentes y a desarmarse lentamente.

Operando desde Buenavista, una municipalidad que incluye a La Ruana, los hombres de El Americano han demostrado ser una de las unidades de milicia más eficaces para sacar a los Caballeros de Apatzingán y de otros municipios.

Las autoridades federales tienen la esperanza de negociar la paz antes de que las cosas se pongan realmente vergonzosas.

“No podemos permitir que se pueda dar un enfrentamiento”, dijo Castillo al periodista Ciro Gómez Leyva en una entrevista radial en la mañana del martes. “Vamos a buscar el diálogo, la negociación. El uso de la fuerza siempre debe ser el último recurso, y en ese sentido, van a tener reuniones para evitar el conflicto”.

El enfrentamiento entre milicias ha mancillado lo que podría haber sido una larga ronda de palmadas en la espalda por la muerte de Moreno en la madrugada del domingo.

El líder de los Caballeros, de quien las autoridades mexicanas afirmaban que había muerto tras un enfrentamiento contra la policía federal en diciembre de 2010, fue finalmente dado de baja por marinos el domingo por la mañana, en una carretera de las montañas en las afueras de la ciudad de Tumbiscatio, según las autoridades.

Los residentes de Tierra Caliente en Michoacán, una región agrícola y productora de narcóticos, anclada a la ciudad natal de Moreno de Apatzingán, habían insistido desde el principio que el capo del crimen se encontraba vivo y dirigiendo a los Caballeros desde las sombras.

Los líderes de las milicias habían ofrecido varias veces dirigir sus tropas hacia Moreno, más conocido como “El Chayo”, y hacia otros líderes de los Caballeros.

VEA TAMBIÉN: Perfil de El Chayo

La existencia continua de Moreno “siempre fue un secreto a voces”, dijo el lunes, Castillo al periodista de Televisa, Carlos Loret de Mola. “Era muy recurrente como te lo decía la población, la sociedad civil, sobre esta persona, reconociéndolo como la cabeza, el líder indiscutible de esta organización criminal”, señaló Castillo.

De hecho, Moreno fue asesinado en la misma zona identificada a InSight Crime como su zona de operaciones en mayo pasado, por un analista de seguridad en Morelia, capital de Michoacán. Los marinos localizaron la ubicación exacta de Moreno mediante el seguimiento de sus señales de radio.

La muerte de Moreno no acabará rápidamente con los Caballeros. Todavía no es claro hasta qué punto había estado involucrado en las operaciones del grupo en los últimos años. Líderes Templarios -incluyendo a Servando “La Tuta” Gómez y a Enrique “Kike” Plancarte- siguen en libertad y, presuntamente activos en el negocio.

Las milicias se han apoderado de una cuarta parte de los municipios de Michoacán, sobre todo en la mitad occidental del estado. Pero los Caballeros mantienen su control en muchas otras áreas.

“Lo triste de esto es que van a utilizar a las fuerzas de autodefensas, como carne de cañón”, dijo el analista de seguridad en Morelia. “Algunos de los líderes templarios que quedaban se les han unido, disfrazando a sus pistoleros como miembros de autodefensas y continúan operando”.

Análisis de InSight Crime

Al enfrentarse a los Caballeros Templarios y a otros grupos, las milicias de autodefensas de Michoacán han logrado más en un año que los funcionarios estatales y federales lograron en una década.

Sin embargo, las milicias han nacido del pecado original.

Muchas personas de mente cívica, sin duda, se han unido con la esperanza de lograr la paz en sus comunidades. Pero varios oscuros personajes, cuyos antecedentes e intenciones están lejos de ser claras, se han unido también.

Desde su inicio, las autoridades han acusado a los líderes de las milicias de tener vínculos con el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) así como con otros grupos rivales de los Caballeros. Las tropas federales arrestaron a docenas de pistoleros fuertemente armados en La Ruana en marzo pasado, menos de dos semanas después de que Hipólito Mora formara allí la primera milicia, acusándolos de esas afiliaciones.

Los vínculos con el crimen organizado no son de extrañar. Los capos han luchado durante más de cuatro décadas por el control del comercio de drogas y de otras actividades ilegales en Michoacán, actividades que vierten miles de millones de dólares a un estado relativamente empobrecido.

Los líderes de las milicias han señalado reiteradamente que su lucha no es contra el narcotráfico. Ellos simplemente quieren detener los secuestros, las extorsiones y la apropiación de tierras; que se han convertido en un lugar común de los Caballeros en los últimos años.

En este sentido, los actuales acontecimientos en Tierra Caliente pueden ser vistos más como una guerra civil interna de la Familia Michoacana, una organización criminal fundada a principios de 2006 por Nazario Moreno y José de Jesús Méndez, alias “El Chango”.

VEA TAMBIÉN: Perfil de El Chango

Moreno es de Apatzingán, Méndez de la localidad de Aguaje, a pocos kilómetros al sur de La Ruana. Estos lugares no están a más de 30 kilómetros de distancia, en una región conectada por familias extensas, pero dividida en pequeños feudos.

Los fundadores de La Familia trabajaron en la década de 1990 como contrabandistas y ejecutores de Carlos Rosales, alias “El Tísico”, un capo de Michoacán de vieja guardia, alineado con el entonces capo del Cartel del Golfo, Osiel Cárdenas.

A petición de Rosales, Cárdenas envió a sus ejecutores de los Zetas a sacar al Cartel del Milenio de Michoacán para el cambio de siglo. Pero tras la detención de Cárdenas en 2003 y de Rosales el año siguiente, los Zetas comenzaron a tomar el control del comercio de narcóticos y de otros comercios ilegales, volviendo al Chayo y al Chango en su contra. Alrededor de 2008, La Familia dominaba la mayor parte del estado, especialmente a Tierra Caliente.

Moreno y Méndez acordaron dividir el estado entre ellos. El Chayo tomó control de la mayor parte de la mitad oriental, incluyendo a la capital, Morelia, y el puerto de Lázaro Cárdenas. El Chango presidió la mayor parte de Tierra Caliente y el resto del occidente de Michoacán.

La Familia se fracturó tras la supuesta muerte de El Chayo en diciembre de 2010. El Chango luchaba por el control contra La Tuta Gómez y Kike Plancarte, quién cambió el nombre de su facción por la de los Caballeros Templarios. El Chango perdió, luego de que muchos de sus pistoleros murieron o se cambiaron a la lealtad a los Caballeros.

Después de su arresto en junio de 2011, El Chango dijo a los interrogadores federales que él era un simple narcotraficante que estaba en desacuerdo con el creciente enfoque de los Caballeros en el secuestro y la extorsión en las comunidades de Michoacán -la misma opinión a la que han hecho eco algunos líderes milicianos.

La mayoría de los pueblos “liberados” por las autodefensas en el último año, habían formado parte del dominio de El Chango.

Los Caballeros Templarios probablemente han llegado a su fin como una empresa criminal, al menos en Tierra Caliente y en otras regiones de Michoacán, donde las milicias han tomado el control. Pero el crimen organizado seguramente seguirá floreciendo en el estado.

Castillo y otros funcionarios federales pueden reclamar una porción de éxito si disminuyen las matanzas perpetradas por los Caballeros y otros grupos, incluyendo a quienes todavía se hacen llamar La Familia Michoacana.

Pero la industria de narcóticos de Michoacán sigue en gran parte intacta. Y el aumento de las milicias ha creado un nuevo gran grupo de ambiciosos pistoleros jóvenes con pocas perspectivas de ingresos diferentes.

En el mejor de los casos, la victoria real todavía está lejos.

*Este artículo fue actualizado el 12 de marzo de 2014.

7 respuestas a “‘El Chayo’ está muerto, pero la guerra entre los Caballeros Templarios y las autodefensas continúa”