Con Chicago luchando con una epidemia de consumo de heroína, las autoridades de Estados Unidos han centrado sus esfuerzos en atacar la conexión de las bandas callejeras (que controlan las ventas) con sus proveedores del Cartel de Sinaloa en México; con un problema básico: es la parte más difícil de identificar en esta cadena.

El uso de heroína está en auge en el área de Chicago. Según un reporte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos (pdf), las incautaciones de heroína se han triplicado entre 2005 y 2010 así como las visitas relacionadas con heroína a las salas de emergencia, que están tres veces por encima del promedio nacional.

Se está en crisis actualmente” dijo Robert Berlin, fiscal general del condado de Dupage, en el este de Chicago.

Según Berlin, este año ha habido 57 casos por posesión de heroína, en comparación con sólo cinco casos hace tres años.

El incremento en los niveles de pureza y nuevos métodos de consumo –en ambos, polvo y forma fumable– han ayudado a hacer de la heroína la droga de elección en algunas áreas, incluyendo a los mercados de alto costo en los suburbios de la ciudad.

“No hay ninguna aguja involucrada, por lo que no hay miedo de contraer SIDA o hepatitis, lo que realmente ha atraído una nueva base de usuarios diferente” dijo Jack Riley, Agente Especial a cargo de la División de Campo de Chicago de la DEA.

El uso refleja la tendencia nacional del consumo de droga. Según un estudio de la Universidad Roosevelt en Illinois (pdf) que compila datos de varias encuestas de Estados Unidos, la cantidad de usuarios se ha incrementado, la edad media del usuario ha caído, y las clínicas de tratamiento han recibido un mayor porcentaje de usuarios de heroína que hace una década.

En Chicago, esto ha sido comúnmente atribuido a Joaquín “El Chapo” Guzmán. Guzmán fue designado “El enemigo número uno” de Chicago en febrero, la primera persona en tener este honor desde que la Comisión de Crimen de Chicago se lo dio a Al Capone en 1930.

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“El Chapo es un genio del mercadeo y siempre lo ha sido” dijo Riley, refiriéndose a las formas fumable y aspirable de heroína, que están redireccionando el consumo.

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Para Riley y otros analistas, Chicago se ha convertido en el centro de distribución de la estructura del Cartel de Sinaloa en Estados Unidos.

“Es un verdadero punto de trasbordo” explicó Joseph Ways, director ejecutivo de la Comisión de Crimen de Chicago. “Ya estábamos enterados de su importancia [de Guzmán] en el mercado de drogas en Chicago, pero pienso que nadie que esté por fuera del área de Chicago sería capaz de apreciar por completo el impacto que estaba teniendo, no sólo en la violencia y el tráfico de drogas en Chicago, sino también en el tráfico de drogas de las comunidades que lo rodean”

“Guzmán es un individuo brillante”, añadió.

Aunque la representación de Guzmán como un marionetero todopoderoso puede ser en cierto modo simplista –documentos del tribunal de un proceso en curso en Chicago demuestran que él lidera una de las varias facciones cuasi independientes que componen el Cartel de Sinaloa-, el dominio de la organización sobre la venta de heroína en Chicago es clara, afirma este agente de seguridad.

Según la DEA, el Cartel de Sinaloa controla hasta el 80 por ciento del flujo de droga hacia la ciudad, y Chicago se ha convertido en el eje distribuidor de una red que se extiende a través del medio oeste y más allá, lo que, afirman, está afectando el aumento en el consumo de heroína.

“Es importante para el de Sinaloa, así como para otros carteles por la misma razón. Las compañías de Fortune 500 están aquí: logística” dice Riley, quien subraya la forma en que el Cartel de Sinaloa ha establecido su base en Chicago, asegurando el corredor de transporte del oeste de Texas, tras ganar una sangrienta guerra por el control de Ciudad Juárez en 2012.

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La labor de la DEA de combatir al Cartel de Sinaloa en Chicago se dificulta por la manera en que éste está organizado.

“Primero, es muy fluido y es necesario entender que cuando se captura a alguien no tenemos un carné de membrecía que diga que son miembros de Sinaloa”, señaló Riley.

Según Riley, la presencia de Sinaloa en la ciudad existe para supervisar la venta y el movimiento de narcóticos y dinero, con diferentes células responsables de sólo una de las dos, por lo que las dos cosas no pueden ser recuperadas en una intervención de las autoridades.

“Estas [las células] trabajan para la misma persona; se comunican con la misma persona, pero aún así no saben de la existencia de las demás. Por lo que si encontramos el dinero, no encontramos las drogas. Si encontramos las drogas, no nos pueden dar el dinero”, explicó.

Pero a pesar del ingenio del cartel en el control de la oferta de drogas, para sacarlas a la calle se necesita interacción con las pandillas de la ciudad, un punto de contacto que las autoridades llaman el “cuello de botella”, que es el vínculo más vulnerable de la cadena, y el objetivo principal de las operaciones de la DEA.

Según Riley, atacar al cuello de botella es una estrategia que se utilizó por primera vez durante el periodo de 2007 a 2008, en la división de la DEA en El Paso, en un momento en el que la cercana Ciudad Juárez estaba sumergida en la guerra entre los grupos criminales de Sinaloa y Juárez.

“La elaboré cuando estaba en la frontera porque pensaba que si seguíamos trabajando en los dos extremos, nunca llegaríamos al medio, y nunca conoceríamos con certeza la dimensión de la organización”, afirmó.

Para llevar a cabo la estrategia en Chicago, Riley ha agrupado una fuerza de ataque multi-agencia –una labor que dice ser tan importante que no le permitió retirarse anticipadamente en 2012. Ha sido tan efectiva, que el modelo está siendo probado en Los Ángeles y Boston.

“Básicamente toma nuestros recursos limitados, impulsado por inteligencia, y trabaja con nuestra investigación desde el centro hacia fuera, de forma tal que podemos impactar las calles pero también podemos trabajarlo hacia arriba [hacia el Cartel]”, explicó.

Pero encontrar un cuello de botella es difícil, pues puede tomar muchas formas: empresarios legítimos, criminales de carrera, conocidos circunstanciales, parientes de sangre de pandillas o miembros de carteles que no están directamente implicados en el funcionamiento cotidiano de la organización, o antiguos pandilleros que se han trasladado lejos de la violencia de la ciudad hacia los suburbios- como es el caso de Dana Bostic.

Bostic, de quien se publicó una crónica en el Chicago Reader, que detallaba el funcionamiento del mercado de heroína, dirigía una gran red distribuidora en la ciudad; Riley lo llama “El chico modelo del cuello de botella”.

El sistema penitenciario es otra fuente de este tipo de conexiones, y Riley afirma que la prisión del condado de Cook –ubicada a tres millas al suroeste del centro de la ciudad– es un caldo de cultivo para “el cuello de botella”.

Según Robert Lombardo, profesor asociado de criminología y justicia criminal en la Universidad Loyola y experto en las pandillas de la ciudad, el sistema penitenciario puede ser un terreno fértil para este tipo de conexiones, pues permite la creación de confianza entre elementos dispares del bajo mundo criminal, quienes en ocasiones sospechan de los externos de ser informantes o policías encubiertos.

“Un pandillero y un tipo con conexiones con un cartel están en prisión. Estos tipos cumplieron siete u ocho años en la misma celda y una vez salgan de la prisión pueden hacer negocios, porque un oficial encubierto no va a estar en prisión durante siete u ocho años”, explicó.

Para Riley, la clave para identificar al cuello de botella es por medio de la comunicación efectiva entre agencias federales y la fuerza de policía local, algo que según él, ha mejorado bastante en los últimos años.

“Me siento bien con lo que estamos haciendo”, dijo. “Sé que estamos bien enfocados, que estamos generando efectos de largo plazo cuando desmontamos algo, y de nuestro caso estamos enviado pistas por todo el país, y eso es lo que quiero ver”.

Pero pese a que la estrategia que Riley diseñó se está propagando, las compuertas permanecen abiertas. A diciembre de 2013, el condado de Dupage ha visto 45 casos de muerte por sobredosis de heroína y 43 casos semejantes en el 2012, cifras inauditas hace tres o cuatro años.

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