La captura de dos miembros de alto rango de una banda mexicana emergente en el asediado estado de Guerrero, es un nuevo golpe de incertidumbre en una de las zonas más conflictivas del país, en medio de indicios del posible surgimiento de un movimiento autodefensas por derecho propio.
Las autoridades mexicanas confirmaron que el 11 de abril la policía federal capturó a Antonio Reina Castillo y a Ismael Castillo Marino, respectivamente el líder y el segundo al mando del grupo con sede en Guerrero, Los Rojos. Dos hombres armados también fueron detenidos cuando la camioneta en la que viajaban fue detenida en Mártir de Cuilapan, una remota ciudad en el centro de Guerrero.
Los Rojos, una rama de la Organización Beltrán Leyva (OBL) que ha tenido durante mucho tiempo una presencia en Guerrero, opera principalmente en las zonas rurales del interior de este estado de la costa del Pacífico, aunque miembros del grupo han sido detectados cerca del centro y del y sur del país. Las autoridades mexicanas dicen que el grupo obtiene su dinero del cultivo de drogas, del secuestro y de la extorsión.
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Estas detenciones representan al menos la segunda decapitación de liderazgo del grupo, y son sólo el más reciente de una larga lista de golpes contra Los Rojos. El fundador de la organización, Crisoforo Rogelio Maldonado, fue asesinado en un hospital de la Ciudad de México en 2012. En septiembre de 2013, otro miembro de alto rango, Leonor Nava Romero, fue capturada en la capital de Guerrero, Chilpancingo.
En marzo de 2014, las autoridades federales anunciaron una operación contra Los Rojos, que ha generado una serie de nuevos arrestos: María del Carmen Nava, la esposa del fundador, Maldonado, fue detenida en Querétaro; y la prominente asesina, Lizbeth Cantorán, fue detenida días después en Chilpancingo.
Análisis de InSight Crime
Los Rojos son, en muchos aspectos, emblemáticos de la banda mexicana moderna. Estas tienen sus raíces en grupos más grandes, pero no cuentan con el nombre, ni con las conexiones en Suramérica, con las que si cuentan los grupos más grandes. Como resultado de ello, se basan más en la extorsión y en el secuestro que en el tráfico de drogas, convirtiéndolos en un actor volátil y en una amenaza más directa para la población civil.
El surgimiento de Los Rojos corresponde en gran medida a un vacío de poder causado por la caída de sus antiguos patrones. Los Rojos son sólo uno de los varios grupos que surgieron de la OBL en Guerrero, el Estado de México y Morelos; otros grupos incluyen al Cartel Independiente de Acapulco, la Mano con Ojos y el Cartel del Pacífico Sur. Ninguno de estos grupos ha logrado conseguir hegemonía en una determinada región que sea comparable con lo que disfrutó la OBL, generando desafíos mutuos y contribuyendo a una espiral de violencia.
Como consecuencia, la aparición de estos grupos es uno de los principales factores que impulsan el derramamiento de sangre en Guerrero, que ha sido durante mucho tiempo una de las regiones más violentas de México. Sin embargo, en los últimos años, la situación en el estado ha venido empeorado, desplazando a Chihuahua como la fuente del mayor número de asesinatos en cualquier estado mexicano. En 2012 (pdf), por ejemplo, el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) de México contabilizó 2.310 asesinatos, en comparación con 1.997 en Chihuahua, donde la guerra en Juárez ya se había calmado sustancialmente, y con 2.130 en el Estado de México, fácilmente el estado más poblado del país, con 16,8 millones de personas.
Al año siguiente (pdf), la cifra se redujo ligeramente, pero continuó siendo estratosférica: el SNSP contabilizó 2.087 asesinatos en Guerrero, en comparación con 1.932 en el Estado de México, 1.443 en Chihuahua, y 1.208 en Sinaloa. Poco parece haber cambiado durante los dos primeros meses de 2014 (pdf): con 288 asesinatos ¡, el estado está sólo por detrás del Estado de México, que tiene una población casi cinco veces mayor que Guerrero y que registró 374 asesinatos durante el mismo periodo.
La previamente mencionada oleada de arrestos, pone en peligro la viabilidad futura de Los Rojos, y promete abrir un nuevo vacío de poder en Guerrero. Tal evento podría ser el motor para un futuro aumento de la violencia en Guerrero.
Ante esta violencia, los ataques a la población local, y el historial de grupos insurgentes en la región, la cuestión sigue siendo si Guerrero algún día dará a luz a un movimiento de autodefensas por derecho propio, como los que han brotado en Michoacán en los últimos años.
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Es evidente que existen razones para el descontento político con las autoridades y para la indignación contra los grupos criminales, que han hecho de los civiles un objetivo con creciente frecuencia. Además ya se han presentado indicios de la emergencia de estos grupos civiles en el último par de años. En abril, Milenio informó sobre estos grupos, armados con machetes y tubos, pero sin armas de fuego, que operan en las afueras de Chilpancingo. Muchos de estos grupos se han organizado bajo la bandera de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, sugiriendo una creciente sofisticación política.
El surgimiento de nuevos grupos como Los Rojos, con métodos más agresivos y una mayor tendencia a enfrentarse con sus rivales, ha ayudado a convertir a Guerrero en uno de los estados más violentos del país. Otra deriva hacia la creación de grupos de autodefensa que añadiría una dosis significativa de caos a un estado que ya ha visto bastante.