La atípica condena a cadena perpetua en Estados Unidos contra un narcotraficante hondureño vinculado a la cúpula del Cartel de Sinaloa, sienta un precedente sobre las sentencias que pueden recibir los criminales extraditados a ese país, pese a una aparente disposición a aceptar algunos de sus crímenes.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos informó, el 21 de mayo, sobre la condena imputada al narcotraficante hondureño Sergio Neftalí Mejía Duarte por la Corte del Distrito Sur de Florida. “El Compa”, como era conocido en el mundo del crimen organizado, fue capturado en Honduras el 20 de agosto de 2017 y extraditado a Estados Unidos en octubre de ese mismo año.

A principios de enero de este año, Mejía Duarte admitió su culpa y un jurado lo declaró culpable de traficar al menos 5 kilos de cocaína desde 2012. Sin embargo, a través de información que surgió durante el juicio, incluyendo testimonios de sus socios, y fotos que lo comprometían con un cargamento de más de dos toneladas de cocaína, los jueces lograron determinar que el capo se encontraba a la cabeza de una red que conspiró para ingresar más de 20 toneladas de droga a Estados Unidos.

El pedido de extradición y la captura de El Compa se presentaron luego de que fuera mencionado en el testimonio del peligroso capo hondureño Devis Leonel Rivera Maradiaga, líder de “Los Cachiros”, y durante una audiencia contra Fabio Lobo, el hijo del expresidente Porfirio Lobo, quien fue condenado a 24 años por tráfico de drogas.

Se dijo que Mejía Duarte había sido una de las personas que participó en la reunión donde se planeó el asesinato del zar antidrogas Julián Aristídez González en 2009. En esa reunión también habría participado el entonces jefe de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN), Fredy Nájera.

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Parte de la droga traficada por El Compa era camuflada entre contenedores de banano que salían desde puertos en el atlántico colombiano, entre ellos los de Cartagena y Santa Marta, y era ingresada a Honduras por el Puerto de Castilla, en el departamento de Colón, donde este narcotraficante ha estado activo al menos desde el año 2000, en connivencia con otros grupos narcotraficantes como el de Los Cachiros y el liderado por Wilter Blanco.

De ahí la droga era llevada a Guatemala por vía terrestre, aérea y marítima, para luego ser trasladada a México, donde era entregada al Cartel de Sinaloa.

El fiscal general adjunto interino de Estados Unidos John Cronan señaló que “hasta su arresto, Sergio Neftalí Mejía Duarte fue un prolífico y violento traficante de drogas, cuya organización criminal proveía cocaína al Cartel de Sinaloa”.

Mejía Duarte mantenía una relación directa con el capturado narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán y con Ismael “El Mayo” Zambada, actualmente en libertad, a quien las autoridades han ubicado en la cúpula del cartel mexicano.

Análisis de InSight Crime

Así como otros narcotraficantes de alto nivel –algunos de ellos de su grupo de socios– con los que se relacionaba, El Compa tenía varias excentricidades que se reflejaban en su gusto por las mansiones, las armas y los caballos. De hecho, según tuvo conocimiento InSight Crime, El Compa normalmente llevaba a su propio chef a los eventos a los que acudía.

Sin embargo y a pesar de su importancia, Mejía Duarte mantenía un bajo perfil y no figuraba entre los narcotraficantes más conocidos de la región.

Mejía Duarte comenzó a aumentar la capacidad de sus operaciones alrededor de 2005, luego de que una violenta disputa con su entonces amigo y socio en el narcotráfico José Peña González, mejor conocido en la zona como “Joche”, lo llevara a buscar nuevos acercamientos con grupos de paramilitares colombianos, según Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA.

A diferencia de otros grupos de la zona, Mejía Duarte trabajaba exclusivamente con el cartel mexicano y según Vigil, hasta su captura, tenía la capacidad de mover entre 10 y 20 toneladas de cocaína mensuales.

El fiscal Cronan también agradeció la colaboración de: “nuestros socios de las fuerzas del orden en Honduras y Colombia por su ayuda para llevar a Mejía Duarte ante la justicia”.

De hecho, según información a la que tuvo acceso InSight Crime, uno de los socios que declaró durante el juicio contra El Compa fue el narcotraficante colombiano vinculado a Los Urabeños, Óscar David Pulgarín, alias “El Señor de los Caballos”, condenado a 20 años de prisión en Estados Unidos.

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Según  Virgil, la pena impuesta por las autoridades contra Mejía Duarte se corresponde con el poder que tuvo el narcotraficante, a pesar de su aparente “invisibilidad”, y muestra también el alcance de sus operaciones y la responsabilidad que se le puede atribuir por una serie de muertes y de brotes de violencia en varios países, incluyendo a Estados Unidos.

Antes de Mejía Duarte, el único hondureño que había sido sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos fue el capo vinculado al Cartel de Medellín Ramón Matta Ballesteros, en un caso emblemático.

La máxima pena también puede ser una señal de que las autoridades estadounidenses podrían buscar una condena similar contra su antiguo socio: El Chapo. Para su juicio, que empieza en septiembre, los fiscales y jueces harán uso de todas las herramientas que tengan a su disposición, incluidas la condena y las informaciones que surgieron del juicio contra Mejía Duarte.

Esta condena también se puede convertir en una advertencia ejemplarizante para otros narcotraficantes que creen poder minimizar sus penas en Estados Unidos aceptando lo que en muchos casos son sus menores crímenes o llegando a acuerdos con las autoridades.