Las autoridades de Colombia han arrestado a un conocido exjefe paramilitar a su regreso al país tras terminar su sentencia de prisión en Estados Unidos por tráfico de estupefacientes, pero existe el temor de que resurja como importante actor del narcotráfico.

Carlos Mario Jiménez, alias “Macaco”, uno de los comandantes más poderosos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), fue detenido por las autoridades colombianas tras regresar voluntariamente de Estados Unidos, donde cumplió una condena de 11 años de prisión por narcotráfico, según anunciaron funcionarios de migración en un comunicado de prensa del 20 de julio.

Jiménez lideró el poderoso Bloque Central Bolívar del ejército paramilitar de las AUC, que desmovilizó a más de 5.000 combatientes durante el proceso de paz del grupo con el gobierno colombiano entre 2003 y 2006.

Jiménez controlaba varias regiones clave para el narcotráfico, como el sur del departamento de Bolívar y la región del Bajo Cauca en el departamento de Antioquia, esenciales para el comercio de cocaína. En 2005 era uno de los narcotraficantes más poderosos de Colombia y del mundo.

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Jiménez, además, reunió en 1996 a un grupo de combatientes paramilitares en Caparrapí, en el departamento de Cundinamarca, ubicado en el centro del país, y con ellos conformó Los Caparrapos. A partir de entonces el grupo se ha convertido en un importante actor criminal y se está fortaleciendo debido a alianzas con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y la mafia de las ex-FARC, excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia (FARC) que continúan dirigiendo economías criminales.

Jiménez participó en la desmovilización de las AUC, pero las autoridades descubrieron que el exlíder paramilitar continuaba coordinando su imperio narcotraficante desde la cárcel. Por lo tanto fue extraditado a Estados Unidos en 2008 y finalmente sentenciado a 33 años de prisión después de declararse culpable de narcotráfico. No se sabe por qué fue liberado antes de tiempo.

Dado que se negó a seguir cooperando con el sistema de justicia transicional establecido como parte del proceso de paz, Jiménez fue despojado de sus beneficios judiciales. Sin embargo, está tratando de aprovechar la estructura judicial establecida como parte del acuerdo de paz con las FARC para evadir los cargos criminales en su contra.

Los fiscales dicen que será juzgado ante un tribunal civil por múltiples homicidios y otros crímenes que presuntamente cometió durante el largo conflicto armado colombiano.

Análisis de InSight Crime

Jiménez logró dirigir su imperio narcotraficante desde la cárcel ya una vez, y podría volver a hacerlo. Pero regresa a un paisaje criminal muy diferente al que dejó atrás a principios de la década de 2000, cuando era un poderoso líder paramilitar y capo del narcotráfico.

Mientras estaba recluido en una prisión de máxima seguridad en Itagüí, al sur de Medellín, Jiménez continuó dirigiendo sus redes de narcotráfico, lo que finalmente llevó a las autoridades a aceptar su extradición y la de otros 14 líderes de las AUC a Estados Unidos en 2008. Fue puesto en una fragata naval en medio del océano y luego extraditado.

Pero incluso mientras Jiménez estaba fuera de Colombia, las redes de tráfico que dejó en el país continuaron llevando cocaína a Estados Unidos, principalmente a través de la región del Bajo Cauca y el sur de Bolívar, áreas que alguna vez estuvieron bajo su control cuando estaba al frente de las AUC y donde muy probablemente retome sus actividades.

Y es muy posible que lo haga en la zona del Bajo Cauca, un hervidero de violencia criminal debido a los combates entre Los Caparrapos, Los Urabeños, el ELN y la mafia ex-FARC. Todos estos grupos criminales se disputan el control de esta región estratégica para el narcotráfico, en parte porque se conecta con el río Cauca, un importante medio para el tráfico de drogas. Además, los datos oficiales muestran que el Bajo Cauca registraba más de 7.000 hectáreas de cultivos de coca en 2017.

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Jiménez podría además reencontrarse con un aliado fundamental en el Bajo Cauca: Los Caparrapos. Después de fundar el grupo en Cundinamarca a finales de la década de los noventa, este se expandió rápidamente a Antioquia y Bajo Cauca en la década de 2000, trabajando con Vicente Castaño, un famoso jefe de las AUC que más tarde fundó el grupo narcotraficante Los Urabeños.

Jiménez tiene un profundo conocimiento de la zona, pues allí peleó junto a Los Caparrapos contra el ELN en la década de 2000. De esta manera pudo conectarse con el actual comandante de Los Caparrapos, Emiliano Alcides Osorio Maceas, alias “Caín”, con el fin de tratar de influir en las operaciones del grupo.

Sin embargo, el grupo ha sufrido varios cambios en su jefatura. No está claro si Osorio Maceas o alguno de los comandantes bajo sus órdenes todavía estaría de acuerdo en trabajar con Jiménez después de su larga ausencia.

En cuanto al sur de Bolívar, el Bloque Bolívar Central, liderado por Jiménez, controló la mayor parte de esta subregión hasta 2005, cuando las AUC se estaban desmovilizando.

El río Magdalena atraviesa toda esta zona, y es usado como una supercarretera para el tráfico de drogas hacia el norte del país. En el sur de Bolívar existen además miles de hectáreas de cultivos de coca.

Jiménez, sin embargo, podría tener problemas para reiniciar sus operaciones allí debido a la presencia de un viejo enemigo: el ELN. Esta guerrilla dirige actualmente gran parte de las actividades de narcotráfico que se llevan a cabo en el sur de Bolívar. Para que Jiménez tenga algún tipo de influencia criminal allí, tendría que forjar una alianza con el ELN, o conformar una fuerte unidad de combate para disputarle a la guerrilla el control de este territorio.

Ambos escenarios parecen poco probables.

Dondequiera que Jiménez decida centrar su atención, ser encarcelado de nuevo seguramente le dificultará las cosas. Pero si el gobierno no se ha centrado en mejorar sus mecanismos de vigilancia, la historia podría repetirse y el antiguo jefe criminal podría convertirse una vez más en una amenaza para Colombia.