En el Norte de México se encuentran los tres estados más peligrosos del país para que los periodistas ejerzan su oficio. La historia de Jaime González -el primer periodista asesinado durante el mandato del presidente Enrique Peña Nieto- muestra que, en esta región, negarse a publicar historias sobre el crimen organizado puede ser igual de peligroso que hacerlo.
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Antes de dedicarse al periodismo, Jaime González Domínguez fue cocinero, actor, guardia de seguridad y lanzafuegos. En 2012 fundó un portal de noticias en la ciudad de Ojinaga, Chihuahua. La ciudad estaba controlada por el Cartel de Juárez. Jaime no respondió a sus exigencias. El 3 de marzo de 2013 le proporcionaron 18 disparos.
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A Jaime le interesaba el periodismo como le habían interesado sus otros oficios: en parte porque estaba en busca de nuevas experiencias, pero también como consecuencia de su constante desplazamiento. En Torreón, donde pasó buena parte de su juventud, había tomado clases de teatro. El papel grande que representó, dicen sus amigos, fue su propia vida.
Este artículo es un extracto, publicado con permiso, de un informe realizado por la organización de libertad de expresión ARTICLE 19. Vea el informe aquí. Esta es la segunda historia sobre un periodista que InSight Crime ha publicado del informe. Vea la primera aquí.
En el 2009 y 2010 trabajó de cocinero y fotógrafo, primero en Mazatlán y luego en Torreón, donde obtuvo cierto reconocimiento. En 2011 regresó a Ojinaga, su tierra natal. El primer empleo que consiguió allí fue el de guardia de seguridad en la universidad. Para entonces ya tenía tres hijos a los que mantener.
En un pueblo tan pequeño como Ojinaga, con apenas 26 mil habitantes, todos lo conocían. Sabían de su pasión por el periodismo y lo habían bautizado como el “ojinaganews”. Ocho años antes había intentado crear un periódico que solo duró seis meses. En el 2012, cuando decidió incursionar en la web, tenía experiencia y anunciantes. La mayoría eran amigos.
El sitio web se llamó Ojinaga Noticias. Tal vez pensó que como su apodo ya era tan popular en su ciudad, lo mejor sería llamar así al sitio web, pero traducido al español.
Junto con el sitio de noticias, Jaime encontró otra nueva vocación como lanzafuegos. Comenzó un proyecto llamado “detrás del mito de un lanzafuegos” donde contaría en primera persona los detalles de ser un dragón humano. Con su muerte el proyecto quedó inconcluso, al igual que un calendario de las mujeres más hermosas de la región.
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El sitio web se nutría de información de agencias nacionales e internacionales, pero también de notas políticas y policíacas generadas en el ámbito local y regional. Muchas de estas noticias eran eventos, sucesos, entrevistas y conferencias de prensa a las que asistían Jaime y su equipo de trabajo.
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Ojinaga tiene una larga tradición ligada al narcotráfico. Desde hace varias décadas, ha sido el fuerte del Cartel de Juárez. En los años ochenta, sus calles eran gobernadas por uno de los narcotraficantes más buscados de su generación: Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”, conocido así por la flotilla de aviones que llegó a acumular para el tráfico de cocaína a Estados Unidos.
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Durante el tiempo que duró en servicio el sitio web, Jaime recibió varias amenazas. En estos mensajes, enviados a través de redes sociales, le pedían que publicara “todas” las historias relacionadas con la policía en esa localidad.
Sabiendo que se trataba de información que lo pondría en peligro, Jaime decidió no publicar nada referente a hechos como corrupción policial y narcotráfico. Lo que publicaba en la sección policíaca eran crímenes menores del fuero local. El martes 19 de febrero de 2013, por ejemplo, informó que en Camargo habían lanzado una bomba de fabricación casera contra un domicilio sin causarle daño a nadie. Un día había informado la muerte en Ojinaga de una joven que sufría de ataques epilépticos. El 26 de febrero, una de las últimas notas sobre la policía que publicó en el sitio web hablaba del asesinato de un menor en Jiménez, al sur del Estado.
“Lo asesinaron porque no quiso publicar información relacionada con el narcotráfico”, sostiene un amigo del periodista. Según esta persona, que pide mantenerse en el anonimato, fueron por lo menos dos las ocasiones en las que Jaime recibió advertencias del crimen organizado. Siendo una comunidad pequeña, controlada por una organización criminal tan poderosa, el periodista optó por la autocensura y decidió no hacer públicas esas intimidaciones.
Tras las amenazas, Jaime pensó en vender el sitio web y cambiar su residencia a Mazatlán, Sinaloa. Esa pudo ser una de las razones que lo llevaron a relanzar el sitio el 18 de febrero de 2013. Ya por esas fechas varios de sus amigos y anunciantes le decían “que no se retirara, que siguiera informando”. Aun así, sentía temor de sufrir algún tipo de daño.
Fue atacado el 3 de marzo a las 6 de la tarde, luego de haber salido de su casa a pie hasta un puesto de mariscos para encontrarse con una vieja amiga. Justo cuando comenzaban a platicar alguien le disparó desde una camioneta.
Según la Fiscalía General de Chihuahua, Jaime recibió 18 disparos de una bala conocida como “matapolicías”: un calibre 5.77 x 38 capaz de atravesar el blindaje de los chalecos que utilizan los policías en el norte de México. Quince balas le dieron en el cuerpo y tres más en la cabeza.
Carlos González, el portavoz de la Fiscalía, reconoció no haber logrado encontrar los motivos del asesinato. Personal del Departamento de Atención a Víctimas visitó en varias ocasiones a la familia y a los colegas de Jaime, pero lo que el homicidio dejó claro es que había motivos para tener miedo. Ante la Fiscalía nadie afirmó haberlo conocido bien. Nadie sabe qué pudo haber hecho para merecer 18 disparos.
El entonces coordinador de Comunicación Social del gobierno de Chihuahua, Juan Ramón Flores, dijo que si bien sigue vigente el seguro de vida establecido en 2010 bajo el Sistema Integral de Protección a Periodistas, los familiares de Jaime no han podido cobrarlo. Las familias de otros cuatro periodistas asesinados en Chihuahua durante ese lapso están en la misma situación.
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Chihuahua es uno de los estados más peligrosos para ejercer el periodismo en México. No sólo por los 11 asesinatos de periodistas cometidos de 2000 a la fecha, sino también por el alto índice de impunidad al investigar los crímenes. Junto a Tamaulipas y Veracruz, es uno de los tres estados mexicanos más violentos para los periodistas: acumulan el 14 por ciento de los asesinatos en los últimos 13 años.
La información documentada por ARTICLE 19 arrojó que durante 2013 cuatro periodistas fueron asesinados en México debido a su labor informativa. Se trata de una cifra similar al número de periodistas asesinados en el 2007 durante el primer año del gobierno del expresidente Felipe Calderón Hinojosa.
La muerte de Jaime González es el primer asesinato de un periodista durante la administración de Enrique Peña Nieto, cuyo partido, el PRI, regresó a la presidencia de México tras 12 años de ausencia.
El asesinato no sólo destrozó el ánimo de amigos, conocidos y colaboradores de Jaime, quienes lo veían como un periodista honesto y trabajador. También dejó al descubierto la ineficacia del sistema judicial en México, que una vez más se mostró incapaz de resolver los crímenes cometidos contra quienes tienen la misión de mantener a la sociedad informada.
*Este artículo es un extracto, publicado con permiso, de un informe realizado por la organización de libertad de expresión ARTICLE 19. Vea el informe aquí. Esta es la segunda historia sobre un periodista que InSight Crime ha publicado del informe. Vea la primera aquí.