San Pedro Perulapán, en El Salvador, es una de las ciudades más violentas, en uno de los países más violentos del mundo. Tanto que el municipio en el que se encuentra es prioridad en el plan de seguridad nacional puesto en marcha por el gobierno, El Salvador Seguro. Pero las autoridades locales creen que la clave está en el turismo.

El 26 de agosto de 2018 fue un día especial para el sargento Beltrán Vásquez. Aquel domingo se celebró una nueva edición del Festival del Tamal, de cuya seguridad es responsable desde mayo, el sargento, jefe del Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM).

Y aquella es una gran responsabilidad. San Pedro Perulapán, en el municipio de Cuscatlán, es la ciudad salvadoreña que más ha sufrido por la violencia homicida en el último lustro.

En ese contexto, el compromiso puede sonar altanero, incluso temerario.

*Este artículo fue publicado originalmente en El Faro. Fue editado y publicado con permiso. No representa necesariamente las opiniones de InSight Crime. Vea el original aquí.

El CAM de San Pedro Perulapán lo integran seis agentes, regados ahora por las cuadras del barrio El Centro; los seis visten uniformes impecables y botas relucientes, como si estuvieran de estreno. El sargento Beltrán Vásquez ha optado por venir de civil: zapatos bien lustrados, jeans y una camisa oscura con el escudo municipal en el pecho, bordado sobre el lema “Cultura y Paz”.

Sobre el tramo final de la hoy cerrada al tráfico avenida Morazán acaba de celebrarse el comelón de tamales, uno de los platos fuertes del festival.

Miguel Beltrán Vásquez nació el 1 de julio de 1963 en el cantón La Loma de San Pedro Perulapán, donde todavía vive.

“Uno de los propósitos de la nueva administración es dar vuelta al rostro que San Pedro tiene; que deje de ser catalogado como un municipio violento y que ahora sea conocido como un municipio turístico”, dice el sargento Beltrán Vásquez.

El municipio más violento

Tener el estigma de municipio violento dentro el país más violento del hemisferio amerita algunos datos que permitan apreciar la dimensión de esta situación. En la década 2008-2017, la Policía Nacional Civil (PNC) contabilizó 548 cadáveres en San Pedro Perulapán, cuya población en 2018 se estima en unas 54.000 personas. En 2017 hubo 42 asesinatos. En 2016, 97. En 2015, 143 perulapanecos fueron asesinados. Cifras todas de homicidios, sin la variable de los desaparecidos.

Lo ocurrido en 2015 –cuando se celebró el primer Festival del Tamal, por cierto– es casi apocalíptico. Aquel año, el mediático listado de las ciudades más violentas del mundo, que cada año elabora una ONG mexicana, lo encabezó Caracas, Venezuela, con una tasa de 120 homicidios por cada 100.000 habitantes. La tasa de San Pedro Perulapán fue 276, invisibilizada porque la organización solo tiene en cuenta las áreas metropolitanas con más de 300.000 pobladores.

En los 17 cantones y 117 caseríos que conforman San Pedro Perulapán se creó en 2015 la tormenta perfecta: una guerra abierta entre la MS13, las dos facciones de la Mara Barrio 18, la PNC y la Fuerza Armada, y clanes familiares.

“El pueblo de las masacres” fue el titular elegido para un reportaje publicado en La Prensa Gráfica a finales de aquel año.

La tormenta ha amainado desde entonces, pero aún llueve.

El sargento Beltrán Vásquez lo sabe. Lo vive. Casi toda su vida la ha pasado armado: sargento en la Fuerza Armada durante la guerra civil, luego sargento en la extinta Policía Nacional, luego guardia de seguridad de un banco en los noventa, luego integrado a la División de Protección a Personalidades Importantes (PPI) de la PNC. Antes de la tregua, se libró de un atentado en su contra; unos pandilleros llegados de fuera lo agarraron a balazos en su propio cantón, pero salió ileso.

—En La Loma comenzó a complicarse la cosa a partir de 2003, dice.

—¿Por qué, sargento?

—La cuestión social que vive El Salvador tiene muchos factores: las pocas oportunidades de empleo, los hogares desintegrados, la migración, y que el joven ha ido perdiendo valores porque los padres tal vez no supieron dar una buena enseñanza a los hijos. Todo eso viene a fomentar este problema de las maras.

Quizá sea lo poco que lleva al frente del CAM, pero el sargento Beltrán Vásquez transmite optimismo sobre el futuro de San Pedro Perulapán, a medio e incluso a corto plazo.

Cree en el potencial del turismo por medio de eventos como el Festival del Tamal. Los siente claves para la desestigmatización. Es una réplica del discurso de la persona ante la que se cuadra, el alcalde Oswald Sibrián Miranda, un coronel de la Fuerza Armada que desde el 1º de mayo está al frente de la municipalidad, bajo la coalición ARENA-PCN.

—¡San Pedro tiene las condiciones para convertirse en un municipio turístico! –anuncia el coronel Sibrián Miranda desde la tarima montada por el festival.

Recién llegados a la alcaldía, no faltan planes ni buenas intenciones, sobre todo con un micrófono delante. Quieren reubicar la unidad de salud para botar el edificio e integrar los parquecitos que hay frente a la alcaldía y frente a la iglesia de San Pedro Apóstol. Quieren crear miradores turísticos y promover las caminatas. Quieren potenciar los festivales y las festividades. Quieren levantar un vistoso arco que dé la bienvenida a San Pedro Perulapán en el desvío de La Loma. Quieren…

—¡Y decirles que San Pedro es un pueblo seguro! ¡Es un pueblo seguro! –grita el coronel Sibrián Miranda.

El Salvador Seguro

El Plan El Salvador Seguro, la principal apuesta gubernamental en materia de seguridad, lo incluyó entre los municipios prioritarios.

Ese plan habla de seguridad en los cantones, de comités de prevención, de oportunidades educativas y de inserción productiva, de impulsar las artes y el deporte, de dinamizar los espacios públicos, de servicios ampliados en las comunidades, hasta de atención a víctimas. Son 12 páginas con reminiscencias de carta de Santaclós redactadas con “el apoyo técnico y financiero” del Banco Mundial y del PNUD.

Pero el sargento Beltrán Vásquez apenas alcanza a enumerar los patrullajes de policías y militares cuando le pregunto qué beneficios ha sentido como perulapaneco primero, y ahora como jefe del CAM, en los casi dos años en los que el Plan El Salvador Seguro lleva aplicándose en el municipio.

El año 2018 no ha arrancado bien. Lejos de las oscuranas de 2015, pero hasta el 31 de julio la PNC reporta 27 asesinatos. A ese ritmo, el año terminaría con cuatro o cinco homicidios más que 2017, con lo que se pondría fin a los dos años de fuertes descensos en la tasa de homicidios.

Aunque hoy y en este festival todo parece ir sobre ruedas, falta mucho por hacer en San Pedro Perulapán.

“El sábado 22 de septiembre tenemos un concurso nacional de bandas de paz, con premios de hasta 500 dólares, y en la noche un concierto de La Auténtica Banda L. L. –dice entusiasta el coronel Sibrián Miranda–. Y el día 25, aniversario de la batalla de San Pedro Perulapán, vamos a tener un desfile militar al estilo de San Salvador, con Fuerza Aérea, infantería, artillerías, caballerías, ingenieros… ¡Un desfile increíble, algo nunca visto aquí, en San Pedro!”.

—El 25 lo esperamos acá –me dice el sargento Beltrán Vásquez a modo de despedida–. Va a estar bueno el desfile.

*Este artículo fue publicado originalmente en El Faro. Fue editado y publicado con permiso. No representa necesariamente las opiniones de InSight Crime. Vea el original aquí.