En México, las costas y las islas se encuentran desprotegidas por las autoridades, dejándolas libres al uso de los intereses del narcotráfico. Por esta razón un exgobernador puede comprar una isla, y los criminales pueden incendiar una isla entera, mientras que usan otra para cargar y descargar combustible o droga.

El pasado mes de abril, la Cámara de Diputados aprobó una ley que permite la compra de terrenos isleños a mexicanos y extranjeros usando el tipo de lenguaje legal amplio que hace difícil que se vigilen estas propiedades. El narcotráfico mexicano ha sabido aprovechar estos limbos legales, así como la falta de personal y recursos que se invierten en las más de 240 islas que existen en las costas mexicanas. Incluso, algunos lugareños como los de la Laguna de Tamiahua, en Veracruz, aseguran que los narcotraficantes las toman como un espacio para su descanso.

Este es el tercero de tres informes sobre “Narcoislas”. Vea el original en Animal Politico aquí.

Entre 2006 y 2012, la Secretaría de Marina realizó un total de 308.195 operaciones navales, en las que participaron 19.070 agentes para custodiar los 11.592 kilómetros de costas en tierra firme e islas que posee el país. Se inspeccionaron 321.266 embarcaciones, se confiscaron 485 de ellas y 1.511 infractores fueron detenidos -615 de los cuales estaban indocumentados.

Aunque los datos parezcan sustento suficiente de la lucha contra el narcotráfico, la realidad es otra. La Armada admitió esto recientemente en un documento que presentó ante la Comisión Anticorrupción.

“Los marinos podrían sustraer estupefacientes asegurados para quedarse con una parte; permitir la fuga de personas involucradas en el tráfico ilícito de drogas; o consentir actividades ilícitas que afecten los recursos marítimos nacionales”, señala el reporte.

De hecho, un documento del área de Inteligencia de la Subsecretaria de Seguridad Pública Federal revela que los traficantes consideran “más seguras las rutas marítimas”.

DROGA

Durante años, las autoridades municipales, estatales o incluso federales, no cuentan con los recursos humanos y la infraestructura para hacer efectivamente su trabajo. Raúl Santos Galván, exvicealmirante de la Secretaría, dijo que es imposible hacer el trabajo adecuadamente con los recursos que tiene la Armada.

“México es un país con cientos de islas y la Secretaría de la Marina, con los medios a su disposición, hace vigilancia, pero es necesario dotarla de mejores equipos”, dijo.

Los narcotraficantes cuentan con mejores equipos para reunir información de inteligencia, y de ser detectados pueden evadir fácilmente a las autoridades con sus botes cada vez más sofisticados y rápidos.

El mismo sector pesquero se ha visto afectado por las restricciones que se imponen de manera paulatina en la zona del Golfo bajo el argumento de evitar a toda costa el tráfico de drogas. Los operativos constantes y los patrullajes militares que registran todas las embarcaciones han perjudicado a los pescadores que habitan en la zona de Tamiahua, Veracruz, donde la Armada de México y el Ejército impusieron una restricción en la recolección del pepino de mar, entre otros.

Pese a todo, el atractivo de la región pacífica es irresistible para el narcotráfico. Un paraíso de extenso litoral y poco equipo de vigilancia, hacen el trayecto propicio no solo para la cocaína de Centroamérica, sino también para el tráfico de la pseudoefedrina y otros precursores para la producción de drogas sintéticas, con rumbo al norte del país.

Además de evitar la zona del Sur y Sureste, altamente peligrosas por la presencia de “tumbadores” –traficantes que roban cargamentos a otros traficantes- y grupos rivales del crimen organizado, los narcotraficantes mexicanos eligen el Pacífico por una razón específica: entre islotes, islas y playas vírgenes, los sitios para esconderse son infinitos. La costa del Pacífico es tres veces más grande que la del Atlántico.

Narcotiburones

Los métodos para mover los cargamentos de droga han evolucionado con el tiempo. Pedro Díaz Parada, alias ‘el Cacacique de Oaxaca’, usaba lanchas rápidas, que llamaban “los Barracudas”. En 1985 fue detenido y sentenciado a 33 años de prisión.

Más adelante, los narcotraficantes llenaban los botes pesqueros y sus cargamentos con droga. En 2009, más de una tonelada de cocaína colombiana fue encontrada al interior de 20 tiburones.

Estos días usan submarinos. En Salina Cruz, Oaxaca, se llevó a cabo el decomiso de un sumergible procedente de Colombia con un total de 22 toneladas de cocaína.

Ante el extenso litoral que se abre de Guatemala a Estados Unidos, la Secretaría de la Marina se ha centrado en custodiar las costas de los estados de Oaxaca –donde se han producido la mayor cantidad de decomisos; el estado de Guerrero, donde abunda el narcomenudeo; y mantiene una base en el puerto de Manzanillo, aunque con menos lanchas rápidas y más buques guardacostas.

Es ahí, en el paso hacia el norte, donde la droga multiplica su precio, a medida que la cocaína se acerca cada vez más al lucrativo mercado de Estados Unidos. Y las islas son los escalones que llevan hacia el norte.

Texto escrito por Víctor Manuel Chávez (México), Lourdes Ramírez (Honduras), Lilia Saul (México) and Irene Larraz (Panamá), con contribución de Octavio Enríquez (Nicaragua).

*Este es el segundo de tres informes sobre “Narcoislas” que se produjo como parte de un proyecto del Centro Internacional para Periodistas (International Center for Journalists –ICFJ) para el cual InSight Crime ha colaborado. Vea el original en Animal Politico aquí.

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4 respuestas a “Narcoislas: En México se acaba un viaje y empieza otro”