Según un balance reciente, el narcotráfico en Chile está cobrando notoriedad, se está diversificando y la violencia recrudeciendo en relación con el año anterior. Esto parece ser un reflejo de las encuestas de opinión pública que muestran la preocupación creciente de los chilenos ante la amenaza del crimen organizado.

Un informe del Observatorio de Narcotráfico en Chile revela que los decomisos de marihuana “cripa” procedente de Colombia se dispararon en 700 por ciento en el último trienio en Chile. En el mismo periodo, los decomisos de marihuana proveniente de Paraguay crecieron un 900 por ciento. Entre tanto, los decomisos de cocaína en el país presentan un descenso sostenido desde 2019.

El estudio también señala un aumento sustancial del uso de puertos chilenos y rutas marítimas para el narcotráfico, así como un alejamiento del tradicional eje de tráfico Paraguay-Bolivia-Chile hacia rutas que pasan por Colombia, Ecuador, Perú y Chile.

En la misma línea, los métodos de tráfico muestran una evolución. Según el informe, las autoridades chilenas descubrieron 15 laboratorios clandestinos de producción de narcóticos en 2019, concentrados principalmente en Santiago y Antofagasta y sus alrededores. Esos laboratorios estaban dedicados en su mayoría a la producción de drogas sintéticas, una respuesta a la demanda del mercado, que creció 680 por ciento entre 2017 y 2019, según el medio informativo local Cooperativa.

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La violencia asociada al narcotráfico también ha crecido, en un escenario en que los grupos criminales se benefician de la expansión del mercado nacional de armamento, señala la publicación. Las denuncias policiales por homicidios relacionados con narcóticos han aumentado de seis en 2010 a 30 en 2019, aunque estos incidentes representan un pequeño porcentaje de las 28.000 denuncias relacionadas con narcóticos en 2019.

Análisis de InSight Crime

Los resultados del observatorio presentan correlación con los arrojados por una encuesta realizada en junio, que halló que el 79 por ciento de los chilenos y el 69 por ciento de los expertos chilenos consideraban que el narcotráfico y el crimen organizado son “una amenaza crucial o significativa para la seguridad nacional”, por encima del cambio climático, las pandemias y los ciberataques.

Pero según Lucia Dammert, experta en seguridad pública de la Universidad de Santiago, aunque las tendencias del narcotráfico en Chile empeoran, la fijación de los medios y del gobierno en el fenómeno ha incentivado una ansiedad pública desproporcionada en comparación con los índices reales de violencia en el país.

Lo que el informe resalta, comentó, es que el consumo de drogas en Chile va en aumento.

“Cuando uno era considerado un país de transito, se podían generar mecanismos solamente de control para tratar de enfrentar este problema”, señaló Dammert en intercambio con InSight Crime. “Pero ya somos un país de consumo, uno requiere muchas más políticas vinculadas a temas de salud, así como también políticas mas de acción policial y preventiva a nivel territorial local”.

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En toda Latinoamérica, los grupos narcotraficantes se han visto en la necesidad de expandir y diversificar sus operaciones para mantener sus ganancias durante la pandemia del coronavirus, que ha complicado el trasiego de los narcóticos. En Chile, la incertidumbre generada por la pandemia continua a tan solo meses de la inestabilidad generada por las protestas en todo el país contra el establecimiento político.

Según el informe, los grupos narcotraficantes chilenos se han movido en torno a “drogas menos costosas y más adictivas” con el fin de mantener una línea consistente de ganancias durante la agitación, lo que recuerda tendencias similares observadas en la crisis política vivida en Chile en la década de 1980.

Esto puede explicar por qué los grupos criminales han pasado a trasegar marihuana “cripa” colombiana, que es muy adictiva, y han reforzado su participación en el mercado chileno de cigarrillos de contrabando, que es una fuente confiable de ganancias.

El informe también señala que el narcotráfico chileno está muy localizado. Casi el 91 por ciento de las drogas incautadas en 2019 se encontraron en cuatro de las regiones administrativas del extremo norte de Chile, más cerca de las fronteras peruana y boliviana.

Dammert, que se especializa en políticas de seguridad pública, recalcó que esta concentración de los mercados de drogas hace el lugar más propenso a la violencia y a la fragmentación.

“Si tú miras los territorios donde está el narcotráfico hoy, son los mismos de hace quince años”, apuntó Dammert. “Entonces uno no podría decir que el estado no tiene la capacidad [de combatirlo]. El estado no ha tenido la visión de enfrentar esto de una forma más estructural”.