La tasa de homicidios en Tijuana ha registrado un dramático y repentino aumento en los últimos meses, lo que tiene a las autoridades buscando las razones y respuestas a una crisis de seguridad en ciernes en la ciudad fronteriza del norte de México.

Como lo informaron el San Diego Union-Tribune y otros medios, 2016 ha sido más violento que cualquier otro año reciente para la ciudad fronteriza de Baja California. En los primeros nueve meses del año, las autoridades han registrado 636 homicidios. De seguir así las cosas el año terminaría con 848 homicidios, que, según las estadísticas del Tribune, batirían por un estrecho margen el récord de 2010, con 844, el año más violento en su historia reciente.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), muestra números más elevados, con más de 1.119 homicidios en 2009 y 1.256 en 2010. (Los incrementos retroactivos en la tasa de homicidios son comunes en INEGI, que compila un registra más exhaustivo). En todo caso, hay poca discusión sobre el hecho de que Tijuana ha sufrido un abrupto deterioro de su situación de seguridad en relación con los dos últimos años, y que va en camino a su año más sangriento desde el pico ocurrido durante la administración del expresidente Felipe Calderón (2006-2012).

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Líderes locales de diferentes ámbitos han intentado incitar una respuesta, que demuestra cierto grado de previsión, muchas veces ausente en medio de ataques de violencia, pero hasta ahora aún tienen que definir una estrategia concreta. En lugar de ello, según el reportaje del Union-Tribune, se han centrado en las fallas del actual sistema de seguridad, que incluye la falta de atención a la drogadicción, la falta de colaboración entre los tres poderes de gobierno, y la incapacidad de atacar las estructuras financieras de las pandillas.

Análisis de InSight Crime

El alza en los homicidios puede deberse a un cambio en la dinámica criminal de la ciudad. En la década de 1990, la familia Arellano Félix construyó una de las organizaciones narcotraficantes más poderosas del hemisferio, el Cartel de Tijuana, gracias a su control de la ciudad. Aunque tenía reputación de brutal, el control del grupo trajo cierta estabilidad; Tijuana solo registró en promedio unos 200 asesinatos al año en la década de 1990, según INEGI.

Pero la decadencia de la familia Arellano Félix desde mediados de los años 2000 ha sumido a la ciudad en un periodo de caos esporádico. La racha de asesinatos en 2009 y 2010 fue en gran parte resultado del trabajo conjunto entre el Cartel de Sinaloa con un antiguo lugarteniente de los Arellano Félix, Teo García, para tomar el control de la ciudad.

Una fugaz consolidación del poder del Cartel de Jalisco, más que una lucha prolongada del decadente Cartel de Sinaloa, podría ayudar a poner freno al aumento de la violencia en Tijuana.

El Cartel de Sinaloa parece estar perdiendo su control del territorio, sin embargo, lo que tiene a las autoridades mexicanas especulando si el Cartel de Jalisco-Nueva Generación ha entrado a la ciudad. Algunos analistas han informado que el Cartel de Jalisco, formado tras la muerte del antiguo pez gordo de Sinaloa, Ignacio Coronel, ahora trabaja con subalternos del Cartel de Tijuana para expulsar de la ciudad a los fieles al Cartel de Sinaloa. Analistas también han apuntado al movimiento del Cartel de Jalisco en Baja California Sur, el estado que comprende la mitad al sur de la península de Baja California, que parece hacer parte de una expansión más amplia, que también incluye a  Tijuana.

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Tijuana tiene una tasa anual de homicidios de unos 50 por 100.000 habitantes. Aunque eso está lejos de ser la peor manifestación de violencia en México —en Juárez en 2010, por ejemplo, la cifra fue casi seis veces esta— también indica el potencial recrudecimiento si no se da solución a las causas de la erupción de homicidios.

En Juárez, una combinación de la estabilización que emergió naturalmente del negocio local de droga y las tácticas agresivas del jefe local de policía Julián Leyzaola produjo la notable mejora en la primera parte de esta década. Las opiniones varían, pero es probable que esa mejoría tuviera más que ver con lo primero que con lo segundo. Esto indica que una breve consolidación del poder del Cartel de Jalisco, más que una lucha prolongada con un Cartel de Sinaloa en declive, podría realmente ayudar a frenar la violencia en aumento en Tijuana.

Los varios atributos de la zona le confieren una importancia perenne para los carteles de drogas más conocidos del país. Con cerca de 1,7 millones de habitantes, Tijuana es la ciudad más grande en la frontera mexicano-estadounidense, y de lejos el mayor paso a la Costa Oeste de Estados Unidos. Esto la convierte en la plaza de pesaje perfecta para los estupefacientes mexicanos con destino a los consumidores de California.

La tasa de homicidios en Tijuana ha registrado un dramático y repentino aumento en los últimos meses, lo que tiene a las autoridades buscando las razones y respuestas a una crisis de seguridad en ciernes en la ciudad fronteriza del norte de México.

Como lo informaron el San Diego Union-Tribune y otros medios, 2016 ha sido más violento que cualquier otro año reciente para la ciudad fronteriza de Baja California. En los primeros nueve meses del año, las autoridades han registrado 636 homicidios. De seguir así las cosas el año terminaría con 848 homicidios, que, según las estadísticas del Tribune, batirían por un estrecho margen el récord de 2010, con 844, el año más violento en su historia reciente.

El organismo de estadísticas de México, INEGI, muestra números más elevados, con más de 1.119 homicidios en 2009 y 1.256 en 2010. (Los incrementos retroactivos en la tasa de homicidios son comunes en INEGI, que compila un registra más exhaustivo). En todo caso, hay poca discusión sobre el hecho de que Tijuana ha sufrido un abrupto deterioro de su situación de seguridad en relación con los dos últimos años, y que va en camino a su año más sangriento desde el pico ocurrido durante la administración del expresidente Felipe Calderón (2006-2012).

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Líderes locales de diferentes ámbitos han intentado incitar una respuesta, que demuestra cierto grado de previsión, muchas veces ausente en medio de ataques de violencia, pero hasta ahora aún tienen que definir una estrategia concreta. En lugar de ello, según el reportaje del Union-Tribune, se han centrado en las fallas del actual sistema de seguridad, que incluye la falta de atención a la drogadicción, la falta de colaboración entre los tres poderes de gobierno, y la incapacidad de atacar las estructuras financieras de las pandillas.

Análisis de InSight Crime

El alza en los homicidios puede deberse a un cambio en la dinámica criminal de la ciudad. En la década de 1990, la familia Arellano Félix construyó una de las organizaciones narcotraficantes más poderosas del hemisferio, el cartel de Tijuana, gracias a su control de la ciudad. Aunque tenía reputación de brutal, el control del grupo trajo cierta estabilidad; Tijuana solo registró en promedio unos 200 asesinatos al año en la década de 1990, según INEGI.

Pero la decadencia de la familia Arellano Félix desde mediados de los años 2000 ha sumido a la ciudad en un periodo de caos esporádico. La racha de asesinatos en 2009 y 2010 fue en gran parte resultado del trabajo conjunto entre el cartel de Sinaloa con un antiguo lugarteniente de los Arellano Félix, Teo García, para tomar el control de la ciudad.

Una fugaz consolidación del poder del cartel de Jalisco, más que una lucha prolongada del decadente cartel de Sinaloa, podría ayudar a poner freno al aumento de la violencia en Tijuana.

El cartel de Sinaloa parece estar perdiendo su control del territorio, sin embargo, lo que tiene a las autoridades mexicanas especulando si el cartel de Jalisco-Nueva Generación ha entrado a la ciudad. Algunos analistas han informado que el cartel de Jalisco, formado tras la muerte del antiguo pez gordo de Sinaloa, Ignacio Coronel, ahora trabaja con subalternos del cartel de Tijuana para expulsar de la ciudad a los fieles al cartel de Sinaloa. Analistas también han apuntado al movimiento del cartel de Jalisco en Baja California Sur, el estado que comprende la mitad al sur de la península de Baja California, que parece hacer parte de una expansión más amplia, que también incluye a  Tijuana.

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Tijuana tiene una tasa anual de homicidios de unos 50 por 100.000 habitantes. Aunque eso está lejos de ser la peor manifestación de violencia en México —en Juárez en 2010, por ejemplo, la cifra fue casi seis veces esta— también indica el potencial recrudecimiento si no se da solución a las causas de la erupción de homicidios.

En Juárez, una combinación de la estabilización que emergió naturalmente del negocio local de droga y las tácticas agresivas del jefe local de policía Julián Leyzaola produjo la notable mejora en la primera parte de esta década. Las opiniones varían, pero es probable que esa mejoría tuviera más que ver con lo primero que con lo segundo. Esto indica que una breve consolidación del poder del cartel de Jalisco, más que una lucha prolongada con un cartel de Sinaloa en declive, podría realmente ayudar a frenar la violencia en aumento en Tijuana.

Los varios atributos de la zona le confieren una importancia perenne para los carteles de drogas más conocidos del país. Con cerca de 1,7 millones de habitantes, Tijuana es la ciudad más grande en la frontera mexicano-estadounidense, y de lejos el mayor paso a la Costa Oeste de Estados Unidos. Esto la convierte en la plaza de pesaje perfecta para los estupefacientes mexicanos con destino a los consumidores de California.

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12 respuestas a “Ola de violencia en Tijuana evoca épocas sangrientas”