Suele describirse a sí mismo como la “memoria viva” del Cartel de Medellín. Lo cierto es que Jhon Jairo Velásquez fue uno de los jefes de sicarios de Pablo Escobar, un asesino que hoy ha logrado trivializar sus pecados y convertirse en una sensación de Internet y curiosamente también en un activista de la derecha política colombiana.

El 1 de abril, Velásquez, alias “Popeye” o “J.J.”, participó junto con otros políticos en una marcha contra la corrupción. Fue la culminación de su acercamiento al partido Centro Democrático de Álvaro Uribe Vélez, el expresidente convertido en senador y principal oposición a la administración actual.

No todo fue agradable para el exsicario. Popeye convocó a sus seguidores para que asistieran a la marcha por medio de un vídeo en el que acusó de corrupto al actual gobierno. El día de la manifestación, circuló un vídeo en las redes sociales en el que varios manifestantes expulsaban a Popeye de la marcha. El exsicario lo desmintió diciendo que era “publicidad negra”.

Popeye, quien pasó 23 años en la cárcel por delitos de terrorismo, narcotráfico y homicidio, ha sido pionero en usar las nuevas tecnologías de información para ponerse a la altura de otras estrellas de la narcocultura, así como para impulsar una agenda derechista.

Su historia tiene otro tinte. Popeye fue uno de los principales sicarios del antiguo líder del Cartel de Medellín, Pablo Escobar. Ha confesado que asesinó a unas 300 personas, además de ordenar la muerte de otras 3.000.

Sin embargo, hoy en día pretende matizar su pasado macabro utilizando el nombre de “Popeye arrepentido” en Internet. Esto le ha permitido conseguir miles de seguidores en todo el continente e incluso en Europa. Le ha apostado a una audiencia más joven e internacional, a seguidores que no necesariamente vivieron las épocas más violentas del Cartel de Medellín.

Con esta estrategia de comunicación, Popeye dice querer alejar a los jóvenes del crimen y mostrarles que el narcotráfico sólo crea expectativas falsas. Sin embargo, su contenido termina pareciendo más una apología a su pasado violento, en vez de un reproche o promoción de un estilo de vida alternativo.

Antihéroe

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Popeye ha llevado a cabo su rehabilitación con la ayuda de los medios más grandes. Junto con la televisora colombiana Caracol TV, Netflix ha lanzado una nueva serie llamada “Alias J.J.“, la cual está basada en el libro “Sobreviviendo a Pablo Escobar”, que Popeye escribió mientras cumplía su condena.

Netflix, la plataforma que le ofrece a sus usuarios acceso ilimitado a series y películas, es el medio digital más reciente que ha permitido a Popeye compartir su historia de forma masiva. El exsicario habla sobre la serie con orgullo y la describe como una de sus “armas” en su batalla para reintegrarse a la sociedad.

Antes de su estreno en Colombia, “Alias J.J.” ya había causado polémica. En las redes sociales y en algunos medios circuló una campaña que pedía boicotear la serie de Caracol por respeto a las víctimas del exsicario. Popeye también se ha referido a las campañas en contra del programa como “publicidad negra”. A pesar del rechazo, el estreno de la serie alcanzó un rating relativamente alto.

“Alias J.J.” se suma a la lista de narcoseries que están teniendo éxito gracias a que ponen al alcance del público partes importantes de la historia del crimen organizado. Sin embargo, también han servido para edulcorar a criminales, asesinos y narcotraficantes entre ellos.

En el caso de esta serie, se pretende mostrar la corrupción en las cárceles de Colombia, así como el reflejo del conflicto y las dinámicas criminales dentro de ellas. Pero lejos de ser una historia de arrepentimiento del exsicario, la trama se centra en cómo Popeye logra superar todos los obstáculos –verídicos, según  él–, que se le presentan durante su tiempo en prisión, lo cual le asigna una especie de heroísmo.

Cuando J.J. ingresa a una cárcel de Bogotá, se encuentra en circunstancias de vulnerabilidad, ya que llega a un lugar donde la mayoría de los presos son sus enemigos. Sin embargo, el personaje de J.J. es presentado como alguien con gran astucia y habilidades de combate, por lo que poco a poco logra hacer alianzas, escapar a la muerte, y desafiar a sus enemigos y a las autoridades.

Para Omar Rincón, un crítico colombiano de televisión, el problema de la serie no es que cuente la historia de Popeye, sino que esto se haga desde un punto de vista donde se exalta al criminal. “Si el libreto justifica todo lo que este personaje hizo, hay un problema, porque estaría mostrando que todo tenía una razón de ser”, dijo el crítico a la Revista Semana. “Popeye no debe tener ningún recurso de justificación.”

Algunos familiares de víctimas del Cartel de Medellín están de acuerdo y se han expresado en contra de la serie, considerándola un “homenaje” al exsicario.

Popeye y sus ‘guerreros’

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Antes de pasar a la televisión, Popeye ya era famoso en YouTube. El exsicario publica vídeos en su canal –el cual tiene más de 200.000 seguidores– casi a diario. Estos siempre empiezan con una dramática animación de una bala volando sobre fuego. Popeye dice que esta introducción le ayuda a atraer a los jóvenes.

En sus vídeos, los cuales tienen un promedio de 127.000 vistas, Popeye se dedica a hablar sobre algunos de los mitos y la historia del Cartel de Medellín, se queja de políticos corruptos, da su opinión acerca situaciones actuales de narcotráfico y responde a las preguntas que le hace su audiencia.

Como cualquier otro “youtuber” exitoso, Popeye ha creado un sentimiento de comunidad entre sus seguidores, a quienes llama “guerreros”, la misma palabra con la que describe a Pablo Escobar.

A pesar de asegurar a su audiencia que está arrepentido de sus crímenes y pretender usar su canal para promover un estilo de vida alternativo al narcotráfico, su contenido no lo refleja.

Una de las cosas que hace para mostrar su arrepentimiento es repetir en algunos de sus vídeos que los crímenes que cometió el Cartel de Medellín “no son un ejemplo para las nuevas generaciones”.

Pero al mismo tiempo, confiesa seguir admirando a Pablo Escobar, e incluso transmite esa admiración a sus seguidores al compartirles algunas enseñanzas que recibió del capo.

Gonzalo Rojas, familiar de una víctima del Cartel de Medellín, considera que Popeye no ha mostrado arrepentimiento real por los crímenes que cometió. De hecho, solo un vídeo de su canal, es dedicado enteramente al familiar de un fallecido por la violencia del Cartel de Medellín. Pero en lugar de mostrar arrepentimiento, el exsicario se dedica a presumir a su audiencia que ya ha sido perdonado por una víctima.

“Este es el ejemplo que necesita Colombia, que las víctimas y los victimarios nos perdonemos”, dice Popeye en el vídeo, después de regalarle al joven un cartel con fotos de miembros del Cartel de Medellín en el cual se lee “Se busca”.

El ‘activista político’

 

¡Es falso que me sacaron de la marcha, es propaganda negra, acá estoy ejerciendo mis derechos como Colombiano! #YoMarcho #NoMasSantos

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Fue por YouTube que Popeye se posicionó políticamente. El exsicario se considera a sí mismo un “activista político” y por medio de sus vídeos intenta ganar la simpatía de su audiencia al hablar sobre la corrupción y convencer a sus seguidores de que “los verdaderos criminales” están dentro del gobierno.

“Ser un asesino célebre es un honor con la clase política que tenemos en Colombia”, le dijo Popeye en una entrevista a la periodista Salud Hernández cuando le preguntó si le parecía normal haberse convertido en una celebridad a pesar de haber matado a tantas personas.

Popeye critica a políticos de toda la región y logra despertar la inconformidad de su audiencia con sus gobernantes, la cual aprovecha para minimizar su culpa y darle crédito a su figura.

En el caso de Colombia, el exsicario ha promovido fuertemente la campaña del Centro Democrático en contra del acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la cual utiliza para oponerse a la actual administración.

También ha dicho que va a aprovechar la justicia transicional del proceso de paz para convertirse en senador y atacar la corrupción. “Si Timochenko [líder de las FARC] va a tener curul yo también tengo derecho”, dijo a El Espectador.

Días antes de la marcha del 1 de abril, circuló una foto de Popeye con el expresidente Andrés Pastrana –quien también apoyó la manifestación–. La foto fue tomada en 2012 mientras Pastrana visitaba a Popeye en la cárcel para hablar sobre su secuestro en 1988. Sin embargo, su resurgimiento en las redes sociales fue interpretado como una muestra del acercamiento entre el exsicario y la plataforma derechista de Colombia. 

Según se aprecia en los comentarios de sus vídeos, esta estrategia de comunicación anticorrupción le ha permitido a Popeye ser visto por sus seguidores como alguien “valiente” y que “dice las cosas como son”.

“Le expreso mi apoyo total […] Me encanta poder saber que quedan personas honestas en el mundo que hablan de frente sin miedo y con la verdad”, dice un comentario.

Sin embargo, lo que en realidad parece estar logrando el exsicario es forzar a su audiencia a elegir entre el gobierno o él –dos bandos que considera “criminales”–, pero no llega a ofrecer una perspectiva alternativa.

‘Leyenda’

 

Buenos dias ejercito cibernetico.

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Además de YouTube, Popeye utiliza Facebook, Twitter e Instagram para generar canales de comunicación más personal con su audiencia. Esto le permite promocionar sus productos, interactuar frecuentemente con sus seguidores y ampliar el alcance de su mensaje.

En sus redes sociales también se describe como “defensor de derechos humanos” y utiliza más el sobrenombre de “leyenda” que “arrepentido”.

Su cuenta más popular es “PopeyeLeyenda” en Instagram, con 168.000 seguidores, en la que además de publicar fotos personales, el exsicario comparte sus quejas en contra de políticos corruptos y de vez en cuando fotos que conmemoran a Pablo Escobar.

Popeye también utiliza Facebook con frecuencia, sobre todo para promocionar los capítulos de su serie. En su foto de portada se lee “La leyenda que sobrevivió a las calles de Medellín. Popeye Leyenda”. Lo cual resulta irónico cuando miles de personas no corrieron la misma suerte por los actos del exsicario –de los que promete estar arrepentido.

En su foto característica en redes sociales aparece mostrando orgullosamente su tatuaje en el antebrazo que dice “el general de la mafia”, con la cual vuelve a glorificar a su personaje. Esta es la pose que el exsicario usa al tomarse fotos con sus “fans”.