La tasa de homicidios en Jamaica ha tenido un exorbitante incremento en 2017, en lo que puede ser un síntoma de escisiones en el hampa.

Entre el mes de enero y el 10 de junio, se registraron 639 asesinatos en Jamaica, un promedio de cuatro homicidios diarios, según datos de la policía. Esto representa supuestamente un incremento de 19 por ciento en relación con el último año, cuando la tasa de homicidios alcanzó los 50 por 100.000 habitantes, según cálculos preliminares de InSight Crime.

Al paso que va, para finales del año Jamaica podría haber alcanzado 1.450 homicidios, un país con una población similar a la ciudad de Chicago (cerca de 2,8 millones de habitantes). Eso equivaldría a 100 muertes violentas más que las registradas en 2016.

El saldo de este año incluye 45 homicidios múltiples.

“Hubo 37 homicidios dobles, seis homicidios triples y dos cuádruples”, explicó en una conferencia de prensa el jefe de policía George Quallo, y agregó que el 70 por ciento de los asesinatos se atribuía a las pandillas.

Las zonas rurales han sido especialmente afectadas últimamente, con 33 homicidios en distritos rurales en una sola semana en junio, mientras que hubo 21 muertos en el “Área corporativa” o gran Kingston.

El vocero de la oposición Peter Bunting habló sobre “la falta de una respuesta coherente del gobierno sobre el tema”, y la necesidad de reforzar la presencia policial y militar.

Reconociendo que las estrategias propuestas de la policía no son completamente novedosas, Quallo presentó el plan de la institución contra la ola de violencia para el corto plazo. Este contempla medidas especiales que disponen “cordones policiales y allanamientos, toques de queda y detenciones con fines preventivos y de investigación”. 

Análisis de InSight Crime

La escalada en la tasa de homicidios en Jamaica en los últimos tres años tiene mucho que ver con las medidas duras de las fuerzas de seguridad contra las pandillas, o “posses”, de Jamaica, y sus repercusiones violentas a largo plazo, según opina la socióloga Lilian Bobea.

Por décadas, las pandillas violentas han ejercido el poder en esta isla, después de su empoderamiento inicial por parte de los dos partidos políticos rivales del país para garantizar el respaldo de la población civil. Pero la naturaleza de las posses ha sufrido una mutación importante desde un episodio clave en la historia reciente de Jamaica: el arresto de Christopher “Dudus” Coke, en 2010, quien en esa época era considerado el más grande capo, o “don”, del país

Las pandillas también usaron la crisis para redefinir sus operaciones y desde entonces se han disgregado, dispersado y diversificado. 

El explosivo operativo para detener a Coke, que desató una cruenta guerra entre las pandillas y las fuerzas del estado, llevó a la conclusión de que el poder de las posses se había convertido en una amenaza para el mismo Estado. Desde entonces tanto el gobierno jamaiquino como, en cierta medida, la población civil, comenzaron a distanciarse de las pandillas.

Con el debilitamiento de sus dos bases de apoyo fundamentales y su máximo jefe en la cárcel, las posses se hicieron más vulnerables a la ofensiva policial subsiguiente contra sus miembros, según comentó Bobea a InSight Crime. La violencia fue suprimida relativamente, y entre 2009 y 2014, la tasa de homicidios en Jamaica cayó de 62 a 36 por 100.000 habitantes.

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Pero la nueva estrategia del gobierno de “decapitar” las pandillas parece haber resultado contraproducente. Según Bobea, las pandillas usaron la crisis para redefinir sus operaciones y evitar ser detectados, y desde entonces se han disgregado, dispersado y diversificado.

Este proceso de descentralización implicó la fragmentación y expansión de las posses hacia nuevas zonas, explicó Bobea. Mientras que alguna vez la violencia estuvo concentrada en un grupo de zonas en la capital de Jamaica, ahora ha entrado a rincones más distantes, lo que puede explicar el aumento de los homicidios en los distritos rurales, según la analista.

Al tiempo que las pandillas se dispersaban, factores externos las presionaban a diversificar sus fuentes de ingresos criminales. Por largo tiempo, las posses han sido facilitadoras y transportadoras en el negocio transnacional de la droga. Pero cuando las iniciativas de interdicción frenaron el puente aéreo en el Caribe a comienzos del siglo —y con el inicio de la producción de marihuana de mejor calidad en Estados Unidos— esta fuente de ingresos se cerró.

Las pandillas jamaiquinas recurrieron a los famosos “fraudes de lotería“, entre otras actividades, disparando guerras entre redes rivales que buscaban acceso a esas nuevas rentas. Las autoridades atribuyeron a este fenómeno el aumento en los homicidios de este año; es cierto que los llamados “distritos del fraude de lotería” de St James, Westmoreland y Hanover —a muchos kilómetros de la capital— han registrado los picos de violencia más sorprendentes este año. El 12 de junio, cuatro miembros de una familia, incluidos dos menores de edad, fueron asesinados a tiros con armas de grueso calibre en una comunidad rural de la parroquia noroeste de Hanover.

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La extorsión es otra opción de ingresos usada por las posses desde hace tiempo, pero que ahora conlleva más violencia, pues las pandillas imponen su cuota fuera de sus “guarniciones”, o barrios, reafirmando su control en comunidades que por tradición no les guardaban fidelidad.

Con el aumento de civiles blanco de los ataques, también ha aumentado la frecuencia de los homicidios múltiples, observó Bobea.

El descenso del hampa jamaiquino hacia el crimen desorganizado se refleja en otros lugares de Latinoamérica, especialmente en el fracturado panorama criminal de México. Aquí, la estrategia de los “capos”, de seguir a cabecillas criminales ha precipitado el caos y los récords en las tasas de homicidios.

México ha dependido de esta táctica problemática, y Jamaica tiene una historia de recurrir a la fuerza militar en épocas de desorden. Pero según Bobea, sería mejor que las autoridades jamaiquinas dirigieran más recursos a la prevención, el aspecto “más ignorado” por los cuerpos de seguridad, y fortaleciera la rama judicial, sin la cual los esfuerzos de la policía no tienen mucha utilidad.

Bunting, portavoz de la oposición, coincide con las apreciaciones de Bobea: “Lo que pasa ahora es que la policía se ha quedado sin recursos”, comentó.

La policía ya ha hecho esfuerzos por trabajar más cerca de la comunidad, y se han implementado varios programas sociales y de prevención de pandillas. Pero, según un reciente estudio sobre el Caribe, muchas veces no se ha estudiado su impacto. 

3 respuestas a “¿Por qué la tasa de homicidios en Jamaica ha aumentado en 20%?”