Aunque por mucho tiempo se han saqueado ruinas históricas para abastecer el mercado negro de antigüedades, las piezas de plata y textiles robados de un museo en Chile indican que los repositorios de artefactos y metales preciosos también son objetivo de los saqueadores.

El 18 de septiembre, un guardia descubrió el robo en el Museo Mapuche de la ciudad de Cañete —donde se conservan cerca de 1.400 objetos de la comunidad indígena Mapuche— cuando llegó y encontró que se habían forzado cuatro vitrinas de vidrio, según informó BioBioChile. Los ladrones ingresaron por la ventana de un baño después de desactivar el sistema de alarmas del museo.

Se robaron más de 100 piezas, que incluyen platería, textiles y artefactos en piedra de la cultura Mapuche, según un comunicado de prensa del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural de Chile. De inmediato se emitieron alertas y se llamó a investigadores de la Brigada de Delitos contra el Medio Ambiente y el Patrimonio Cultural (BIDEMA) para que se hicieran cargo del caso, señaló el comunicado.

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Ubicado al sur de la ciudad de Concepción, el museo se fundó en 1969 para preservar la cultura y los objetos mapuche. Esta es la comunidad indígena más grande de Chile, con cerca de 1,7 millones de miembros.

En los informes no se adjudicó un valor a los artefactos robados, pero el ministro de Cultura, Carlos Maillet Aránguiz, declaró en el comunicado que el robo “representa un daño cultural inmenso”.

Según la BIDEMA, entre 2010 y 2017 se incautaron en Chile más de 24.000 piezas paleontológicas y arqueológicas, como informó La Tercera. También en los últimos siete años, las autoridades decomisaron unos 1.700 objetos del patrimonio cultural.

Análisis de InSight Crime

Que los textiles y la platería indígenas parezcan menos valiosos que los objetos generalmente asociados con el tráfico de artefactos, como estatuas y piezas de oro precolombinas, no significa que no haya un mercado negro para ellos.

“Los mapuche tienen un nombre reconocible, su pueblo goza de mucho respeto internacional, y podría haber interés en tener material”, explicó Allison Davis, directora ejecutiva del Comité Asesor de Patrimonio Cultural del Departamento de Estado de Estados Unidos en conversación con InSight Crime.

Davis, arqueóloga especializada en Latinoamérica, señaló el robo de textiles ceremoniales del pueblo Coroma en Bolivia, una aldea aislada de los Andes, como un ejemplo de objetos indígenas robados para comerciar en el mercado negro.

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Aunque Davis afirmó no tener conocimiento de la orfebrería de plata mapuche, también señaló que esta puede tener valor más intacta que fundida, como es el caso del oro precolombino de Colombia.

“Si alguien puede moverse en el mercado de arte, en general… es usual que pueda derivar alguna ganancia”, concluyó.

El mayor mercado para las piezas latinoamericanas sigue siendo Estados Unidos, según señaló, debido a la proximidad y al interés de los coleccionistas.

Por casualidad, solo diez días después del robo en Chile, Estados Unidos cerró un acuerdo con el país suramericano que impone restricciones a la importación de material arqueológico de por lo menos 250 años de antigüedad. Aunque los objetos mapuche no entran en esa categoría, la misma ley que permite que Estados Unidos participe en el acuerdo también prohíbe la importación de propiedad cultural robada.

Estados Unidos ha firmado acuerdos bilaterales similares con Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y los países centroamericanos de El Salvador, Honduras, Guatemala y Belice. Davis añadió que los acuerdos refuerzan el control al modificar el código aduanero estadounidense que requiere a cualquier persona mostrar una autorización de exportación.

En 2017, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) de Estados Unidos informó de la recuperación de US$150 millones en artefactos en la última década.

Sin embargo, es raro que se vuelva a tener noticia de los objetos saqueados o robados. Por ejemplo, nueve de cada diez artefactos culturales robados en México nunca se recuperan, según una investigación realizada por Animal Político en 2016. El medio incluía entre los artefactos piezas arqueológicas, objetos litúrgicos y arte religioso.

El saqueo de ruinas tiene una larga historia en Latinoamérica. Entre las décadas de los sesenta y ochenta, la demanda de museos y coleccionistas por objetos precolombinos llevó al pillaje de sitios mayas en Guatemala. Más recientemente, los coleccionistas se aficionaron al arte colonial, que muchas veces se halla en iglesias con poca protección.

En los últimos años, otros repositorios, como instituciones religiosas y archivos documentales, también han sido blanco de ladrones.

En 2008, se sustrajeron, sin forzar una sola cerradura, 36 piezas del Museo Arqueológico Regional de Huila en Colombia. Los objetos, en su mayoría joyería de oro valorada en más de mil millones de pesos colombianos (cerca de US$260.500 a la tasa actual), no lograron recuperarse, según una nota de 2015 publicada en el Diario de Huila. En Argentina, las autoridades investigaron si había conexión entre el robo de una momia de 900 años de antigüedad y unas 400 monedas de oro y plata de dos museos distintos, según una nota publicada en La Nación en 2008.

Uno de los robos más sonados ocurrió en 2015, en la ciudad colonial de Antigua Guatemala, donde por los menos diez hombres armados irrumpieron en la Fundación para las Bellas Artes (Funba), maniataron a los empleados y robaron 300 piezas, entre las que se encontraba una colección esencial de arte prehispánico, colonial y contemporáneo.

Seis meses después, las autoridades allanaron la residencia de Raúl Arturo Contreras Chávez, requerido por Estados Unidos por cargos de narcotráfico. En lugar de cocaína, la policía halló varias pinturas, incluyendo 12 obras de arte religioso del periodo colonial.

Según una investigación de Plaza Pública, 13 de ellas formaban parte de la colección de la Funba.