El descubrimiento de una red de tráfico de fósiles en el estado de Ceará, noreste de Brasil, arroja luz sobre una economía criminal que ha crecido bajo el radar por décadas.

A finales de octubre, las autoridades de Brasil lanzaron un operativo para combatir el tráfico de fósiles en la región de Chapada do Araripe, una de las más ricas del mundo en fósiles, según información de Estadão.

La redada, bautizada “Operación Santana Raptor”, es parte de una investigación abierta en 2017 luego de que la policía local recibió información de la exportación ilegal y el tráfico de fósiles en los municipios de Nova Olinda y Santana do Cairi, en la región Chapada do Araripe.

Según un comunicado de la policía, la operación se dirigió contra empresarios, servidores públicos e intermediarios que negociaban fósiles raros en la región, e incluso un profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, quien presuntamente pagaba sobornos mensuales a los trabajadores de las excavaciones para obtener los fósiles de manera ilegal.

“Este es profesor de punta [especializado] en el estudio científico de los fósiles. Los peixeiros [trabajadores de la excavación] y los intermediarios mantenían contacto constante con él, y el profesor financiaba mensualmente algunas investigaciones. [Cuando se encuentra un fósil], el procedimiento correcto es contactar a la Agencia Nacional de Minería (Agência Nacional de Mineração, ANM) [para informarles] que se halló un fósil. En lugar de hacer eso, los “peixeiros” eran cooptados”, explicó Alan Robson Alexandrino Ramos, jefe local de la policía, en una conferencia de prensa.

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Aunque el tráfico de fósiles no ha despertado mucha atención en Brasil, el fenómeno no es nuevo. Al menos desde la época de 1990, redes criminales sacan fósiles ilegalmente de Ceará, donde se encuentra Chapada do Araripe, para venderlos en Estados Unidos, Japón y Europa. En 10 años, entre 1998 y 2008, funcionarios de Ceará decomisaron 32.000 fósiles que fueron exportados ilegalmente de Brasil para la venta en Norteamérica y Europa, según el medio informativo local O Povo.

En 2014, Taissa Rodrigues, paleontóloga de la Universidad Federal de Espírito Santo, se topó con un fósil de pterosaurio completo subastado en eBay por US$262.000. Rodrigues contactó a la Fiscalía General de Brasil. Tras una investigación, el esqueleto casi completo del pterosaurio fue localizado en Francia: el fósil había sido extraído de la región de Chapada do Areripe en los años 80, junto a otros 45 restos de tortugas marinas, arácnidos, peces, reptiles, insectos y plantas que vivieron hace millones de años, según un reporte de Folha de Sao Paulo.

En 2019, un juez francés ordenó la repatriación de un paquete con 45 fósiles, reportó Nature. Paleontólogos brasileños reconocieron la acción como un momento importante en la lucha contra el tráfico ilegal de fósiles.

Análisis de InSight Crime

El tráfico de restos prehistóricos vale el riesgo que corren los traficantes dada la poca atención que recibe y las ingentes ganancias que supone. Los precios pueden variar bastante dependiendo de la calidad del fósil, cuánta parte del esqueleto está intacto y de lo exótico de la especie.

Por ejemplo, un fósil de Dastilbe crandalli, pez de agua dulce que vivió hace 96 a 113 millones de años, fue adquirido por un mínimo de R$20 (US$3) en Ceará. “En Brasil, los fósiles se venden a precio muy bajo. Al llegar a Europa, valen miles de euros”, declaró el fiscal del gobierno a cargo de la investigación Rafael Ribeiro Rayol, en entrevista con G1 Globo.

El tráfico de fósiles también entorpece bastante la investigación científica y conlleva una pérdida significativa de patrimonio cultural. “Cuando se descubre y se vende un fósil importante, nuestros científicos dejan de estudiarlos. Dejamos de descubrir nuestra historia”, declaró la paleontóloga Taissa Rodrigues a Estadão.

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La cuenca de Araripe es mundialmente famosa por la abundancia y el estado de preservación de sus fósiles, incluyendo muchos ejemplares del periodo Cretácico (de 145 a 66 millones de años de antigüedad), que terminó con la extinción masiva de los dinosaurios.

Pero el enorme tamaño de la Chapada do Araripe, que tiene seis veces el área de la ciudad de São Paulo, ha permitido la existencia de las redes criminales que participan en el tráfico de fósiles, mientras que las autoridades enfrentan dificultades para lograr el control de la región.

Y aunque Brasil tiene algunas leyes formuladas para proteger los fósiles, como la Convención de la Unesco de 1970, el tráfico de fósiles queda en su mayoría impune. Mucha redes criminales no respetan la mayoría de la convención, y los implicados alegan que desconocían que la venta de fósiles fuera ilegal.