Mientras que el ministro del Poder Popular para las Relaciones de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, y el Observatorio Venezolano de Violencia se enfrentan sobre las tasas de homicidio de Venezuela en 2013, la mayoría de los venezolanos encogen los hombros y creen a quien quieren creer. Los partidarios del gobierno instintivamente confían en el ministro, mientras que la oposición da por hecho que las estimaciones mucho más altas del Observatorio deben ser correctas.
Extrañamente, en este ambiente tan polarizado, la calidad de los datos del Observatorio Venezolano de Violencia ha recibido poco escrutinio –y la cifra del OVV no es lo que parece. No es un reconteo de cuerpos basado en datos oficiales filtrados, así como tampoco es un estimado construido a partir de un conteo propio. Es un pronostico basado en tendencias de años anteriores –una versión un poco más sofisticada del método XKCD.
Este artículo apareció originalmente en el blog Caracas Chronicles. Vea el artículo original aquí.
De hecho, la sección de metodología del último comunicado de prensa del OVV plantea más preguntas que respuestas. Las técnicas de pronóstico que mencionan, requieren tanto datos de pronósticos pasados –es decir, la estimación de 2010 para 2011- como de valores reales de periodos anteriores –es decir, el número real de muertes violentas en 2011. Pero como, por la propia cuenta del OVV, no tienen acceso a conteos reales para al menos los últimos cinco años, no es claro qué datos están incluyendo en el modelo. Hay una referencia indirecta a “datos parciales de diversas fuentes regionales y nacionales”, pero no es claro cuáles son los datos o cómo están siendo utilizados.
Me acerqué a Roberto Briceño-León para aclarar la situación [Aclaración: Briceño-León es un amigo y leyó una parte de este texto antes de que fuera publicado] esperando a que me dijera “no, chama, lo malinterpretaste; nuestra cifra está basada en datos de ‘tal y tal’ fuente”. Pero no, en su lugar me dijo que mis críticas metodológicas era válidas, y añadió “nuestra metodología no es perfecta y no cumple con todos los estándares, pero no existe otra forma de conseguir información en esta oscuridad -esta es la poca luz que tenemos”. En otras palabras: ¿Sin estadísticas oficiales confiables, qué quieren de nosotros aparte de un simple pronóstico?.
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Pues veamos: Para empezar me gustaría que el OVV publicara, en lugar de ocultar, la exactitud (o la falta de ella) de su estimado. Por ejemplo, nos dicen que “podemos declarar el rango de nuestras afirmaciones con un 95% de nivel de confianza”, pero esto realmente no tiene ningún sentido, porque no están publicando un rango, ¡están publicando una cifra!. Esa estimación, sin un intervalo de confianza, pierde casi todo el sentido ¿Están 95 por ciento seguros de que el intervalo que va de 75/100.000 a 83/100.000 contiene la verdadera tasa de homicidios? ¿O están 95 por ciento seguros de que se encuentra entre 20/100.000 y 138/100.000? Según lo que sabemos, la cifra del gobierno -39/100.000- está dentro del rango del OVV.
Después, complican el problema al informar que lo que ya nos habían informado es un estimado de extrema precisión numérica -24.763 muertes, en lugar de 24.762 o 24.763- dando a la cifra un aire forzado de exactitud. No es divertido.
Y hay otra parodia metodológica aún mayor, que tiene que ver con el uso inconsistente de “homicidios” y “muertes violentas”, que parecen ser sinónimos pero que definitivamente no lo son. (Por ejemplo, si usted es asesinado mientras se resiste a un arresto, no es considerado como un homicidio para los propósitos de Rodríguez Torres). El OVV solía reportar homicidios, pero su comunicado de prensa de 2013, de hecho, se refiere a muertes violentas. Así que terminamos con un caso de naranjas y manzanas: Los estimados del OVV de 2013 (y 2012) no se pueden comparar directamente con los estimados del OVV de años anteriores… ni con los datos de Rodríguez Torres.
Estos errores son inquietantes, pues el OVV insistentemente se autoproclama como una institución académica, lo que da a sus estimados un aura científica. Ese comunicado de prensa se refiere a “los investigadores de las siete universidades nacionales que integran el Observatorio Venezolano de Violencia” y Briceño-León es un respetado y prolífico sociólogo profesional. Pero las afirmaciones de estatus científico dependen crucialmente de la publicación detallada de las descripciones de metodología, que permita a otros científicos el escrutinio y la reproducción de los resultados. ¿Por qué no hace esto el OVV?
Y, si el OVV está equivocado ¿Cuál es la verdadera historia?
Con seguridad, no podemos simplemente confiar en las cifras del ministro: con incluso menos información que con la que contó el equipo de Rodríguez Torres para conseguir su cifra (Insertar condena obligatoria a la censura del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas -CICPC), eso sería insensato. ¿Existe entonces alguna razón –además de la dada por Rodríguez Torres- para creer que la peor parte de la pesadilla de la violencia, pueda de hecho estar detrás de nosotros?
De hecho, encuentro tres razones para sospechar que la respuesta puede ser “sí”… Y ninguna de ellas tiene que ver con el Plan Patria Segura.
Primero, ha sido poco mencionado en la Guerra de Cifras, que de hecho hay una tercera fuente de información en todo esto: el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS), que compila y publica registros de nacimiento y defunción. Y, quizá sorprendentemente, los datos del MPPS muestra que la tasa de muerte violenta cae en 2009, 2010 y 2011 (el último año disponible; las cifras de 2012 y 2013 no se han hecho públicas todavía).
Por su puesto, los funcionarios del MPPS pueden haber manipulado los datos por razones políticas –pero si lo hicieron, lo hicieron tan cuidadosamente que no dejaron rastros obvios en los microdatos subyacentes (con los cuales he trabajado con fines de investigación). Naturalmente, hay un gran espacio para el error –y potencial sesgo- en la forma en que el MPPS codifica los certificados de defunción que generan estos datos. Sin embargo, gran parte del proceso administrativo es independiente del proceso que genera los datos del CICPC, lo que hace del ministerio una tercera fuente de datos, que es mejor que nada. Además de todo, no existe una base obvia para maquillar la información, pues estos datos están muy lejos de la pantalla del radar político.
Pero asumamos que, en principio, usted simplemente se niega a tomar en serio cualquier cifra publicada por el gobierno. ¿Estamos entonces atascados con el método XKCD?
Para nada. En lugar de pronosticar la tasa de homicidios basándose exclusivamente en tendencias pasadas –que, para el OVV, es en sí mismo una serie de sólo conjeturas- se podría intentar estimar la tasa de homicidios con base en covariables especuladas. Roberto Briceño-León, por ejemplo, ha dicho muy claramente que ve a la impunidad como un factor clave en la tendencia del crimen violento; por lo que podría entonces, tratar de buscar datos de vigilancia policial y tasas de detención.
O tome la hipótesis de Quico, que afirma que el volumen de cocaína traficado a través de Venezuela impulsa a la tasa de homicidios –no, como en México, por la lucha entre carteles por el negocio del trafico internacional (Venezuela sólo tiene un cartel grande), sino porque una parte de la cocaína es dirigida al mercado doméstico, donde las pandillas callejeras luchan por los ingresos de ventas locales. Si usted cree en esta historia, puede darse cuenta que el tráfico ha disminuido (pdf) a medida que ha disminuido la demanda en Estados Unidos, y que esto podría explicar la menor violencia en Venezuela.
Otro estudio relaciona las tasas de homicidio con la exposición de la niñez al plomo, y apunta a evidencia de que la caída en el uso de gasolina con plomo en Estados Unidos, en la década de los setenta, generó una disminución en la tasa de homicidios estadounidense, en la década de los noventa.
Esta podría ser otra razón de por qué la tasa de homicidios en Venezuela está cayendo: la exposición al plomo en la niñez, que tuvo el cohorte de jóvenes matones del país, aumentó considerablemente en la década de los noventa (con el incremento del crimen) y luego recientemente comenzó a caer.
Mi punto no es que ni la intoxicación por plomo ni el tráfico de cocaína sean los responsables definitivos de la ola de violencia; esas afirmaciones requerirían de una seria evidencia cuantitativa. Mi punto es que existen muchos datos que los investigadores consideran cuando buscan explicar las tendencias en las tasas de homicidio. Las tendencias de largo plazo pueden tomar otra dirección, en ocasiones por razones que no tienen nada que ver con la aplicación efectiva de la ley.
Pero ninguna tendencia nueva puede aparecer en una estimación del OVV que se limite a extrapolar datos de años en que las tasas de homicidio estuvieron en aumento. En realidad, ni siquiera es claro por qué necesitaban esperar hasta diciembre para publicar su cifra de 2013: si todos los datos que consideraron para su estimación de 2013 era información que ya tenían un año antes, ¿Por qué no publicar el cálculo de homicidios de 2013 en ese entonces? Para ese caso ¿Por qué no decirnos de una vez cuántos homicidios habrá en 2014?
Así que, ahora que le he jalado las orejas al OVV por opacidad metodológica, mejor les digo dónde conseguí todos mis datos:
- Los datos de oficiales/CICPC/MPPIRJ fueron publicados aquí por Ana María San Juan para 1990-2011.
- Para 2012 y 2013, estoy tomando las tasas de homicidio oficiales de comunicados de prensa en anuncios oficiales (2012, 2013)
- El MPPS publica informes anuales aquí. Para 1999-2010, estoy calculando las tasas de muertes violentas basándome en datos subyacentes, pero usted puede replicar los totales usando sólo los datos del PDF (que es lo que yo hice para 2011, ya que todavía no tengo esos microdatos), usando las siguientes causas de muerte (códigos ICD-10): X85-Y09, Y20, Y21, Y22, Y23, Y24, Y28, Y29, Y30, W32, W34, Y35, Y36.
- Para la población, estoy utlilizando algunos datos del INE que creo que han sido borrados de su página web; estaría feliz de proporcionarlos por email.
- Los datos de incautación de cocaína de 2007 a 2011 están aquí; de 1980 a 2006 están aquí.
- La exposición de la niñez al plomo viene de algunos cálculos: el producto de la gasolina vendida per cápita (tomada del BM), porcentaje de la población urbana (también del BM), y porcentaje de gasolina utilizado que no tiene plomo (vea p. 76 aquí)
*Dorothy Kronick es una candidata a PHD que investiga la violencia en Venezuela
Este artículo apareció originalmente en el blog Caracas Chronicles. Vea el artículo original aquí.