Su trabajo es entregar cocaína, toneladas de cocaína. Ellos trabajan para los grandes grupos criminales transnacionales y los carteles suramericanos. Gracias a ellos, la gente puede comprar cocaína barata en algún rincón escondido en cualquier ciudad, alimentando un mercado que la ONU avaluó en 2009 en aproximadamente US$85 mil millones anuales.

Los traficantes de la cocaína, usan los buques de carga y aviones para transportar el polvo blanco desde Suramérica hacia Europa y Estados Unidos. Conectan a los carteles mexicanos y colombianos con los grupos criminales organizados en Europa para el acceso a los mercados locales.

El Viejo, es un ex traficante de cocaína que sabe exactamente cómo se hacía en los años ochenta, antes de ser declarado culpable de tráfico de drogas y sentenciado.

Recientemente liberado, luego de cumplir una sentencia de 17 años en las cárceles de alta seguridad de Italia, el exprisionero canoso no se ve de 69 años.

En ese momento me pareció un buen negocio, una inversión que ofrece rendimientos sorprendentes.

“Yo era sólo el encargado de la logística”, dice, lo que significa que tenía que resolver los espinosos problemas planteados por el envío de toneladas de materiales ilegales a través de miles de kilómetros al tiempo que se debía evadir a la policía en dos continentes. Dice que era tan bueno en lo que hacía, que ayudó en la transformación de la cocaína de una droga marginal favorecida por unos cuantos ricos a un fenómeno cultural importante.

Las ganancias eran impresionantes. “Mi jefe solía (mover) unas 20 toneladas cada año. Con una compra de US$20 millones en la fuente, podía obtener ganancias de entre 80 y 90 millones de euros netos al año”. El Viejo no identificó a su jefe ni dijo nada de él, excepto que ahora está jubilado.

Cuando El Viejo comenzó en el negocio, la heroína dominaba el mercado, tanto en Estados Unidos como en Europa. No obstante, con el aumento del VIH en los años ochenta, las campañas anti-SIDA efectivas centraron la atención en cómo el uso de drogas por vía intravenosa puede propagar el VIH. El mercado de la heroína comenzó a acabarse y, según él, los traficantes de cocaína estuvieron dispuestos a llenar ese vacío.

Otro traficante de cocaína de esa época fue Roberto “El Bebé” Pannunzi, quien fue arrestado en Colombia y deportado a Italia en julio pasado. Fue el tercer arresto de Pannunzi en los últimos 20 años; las dos primeras veces, se las arregló para escapar.

El Bebé se mudó a Canadá cuando era joven, donde se reunió con el ex capo criminal Antonio Macrì. La policía dice que Macrì estaba vinculado a una organización criminal italiana llamada la ‘Ndrangheta, un grupo mafioso con sus orígenes en Calabria que, como dijo Francesco Forgione, expresidente de la Comisión Antimafia italiana, “pasó a ser del grupo criminal organizado más poderoso y moderno en Italia hoy en día”.

Según el libro de Roberto Saviano, Macrì tomó bajo su ala a Pannunzi y lo introdujo al mundo criminal. En 1975, Macrì fue asesinado y Pannunzi, ya un administrador con experiencia, se hizo cargo del tráfico de drogas de Macrì. Él optimizó la red existente que era administrada por la ‘Ndrangheta y mejoró la colaboración con La Cosa Nostra de Sicilia.

Pannunzi no era común y corriente, en el sentido de que no estaba afiliado a un solo grupo criminal, lo cual se convirtió en su fortaleza.

Usando los contactos de Macrì en muchos de los principales puertos del mundo, colaboró con la mafia de Marsella para establecer una refinería de heroína en Palermo. Es probable que el cambio en el hemisferio norte de la heroína a la cocaína comenzara allí, piensa El Viejo.

Según él recuerda: “El acto genial estaba en empezar a intercambiar heroína por cocaína. La heroína no estaba (disponible fácilmente) en Suramérica y los carteles estaban hambrientos por ella. Les proporcionábamos la heroína a ellos, ellos nos daban la cocaína a cambio”.

Con el mercado de la heroína dominado por La Cosa Nostra, fue fácil para Pannunzi proporcionar a los carteles tanta como ellos quisieran, y estuvieran dispuestos a pagar. “Por un kilo de heroína podía obtener 25 kilos de cocaína pura”, escribe Saviano.

Y así, la cocaína comenzó su rápido y constante ascenso. La policía y los fiscales dicen que la ‘Ndrangheta concentró rápidamente todos sus esfuerzos en la cocaína y en pocos años superó a La Cosa Nostra en el tráfico de drogas.

Los traficante de cocaína como Pannunzi transformaron el negocio de la droga, haciéndolo más confiable para los grandes grupos criminales, más difícil de enfrentar para las fuerzas policiales, diseñando cadenas de distribución más eficientes y ofreciendo un producto más barato a los consumidores.

Los fiscales dicen que Pannunzi simplemente profesionalizó lo que había sido históricamente una operación de ensayo y error para ingresar las drogas a Europa. “Él era el único que podía organizar el envío de cargamentos de cocaína de más de tres toneladas”, dice Nicola Gratteri, el fiscal italiano que coordinó la operación que detuvo a Pannunzi. Con dichos potenciales de abastecimiento, la cocaína estaba pronto a disposición del amplio mercado europeo.

Para que un traficante tenga éxito, debe ser bueno en términos de logística, como El Viejo, que dice: “Mi jefe iba a comprar directamente a los sitios de producción. Entonces me hacía cargo del transporte. Luego él le vendería todo a su socio, un hombre con sede en Holanda. Este tipo tenía acuerdos con varios grupos criminales y los empleaba para vender su mercancía a los italianos. Ellos tenían el control del narcotráfico en el sur de Europa. Primero fue la Cosa Nostra, hoy es la ‘Ndrangheta”.

El secreto era la clave del éxito, cree El Viejo. “Un traficante de cocaína exitoso es quien dirige el negocio de una manera muy oculta, sin dejar que nada llegue al mundo exterior”, explica. “La mayoría de las incautaciones son hechas por pura casualidad, o porque alguien habla. Igual que conmigo, a mi me arrestaron porque mi colaborador habló con las autoridades, de lo contrario, ni siquiera se hubieran enterado de que yo existía”.

Él dice que el narcotráfico está organizado deliberadamente de tal forma que se limite el impacto que pueden tener los informantes. “Yo lidiaba con una sola persona: mi jefe. Yo recogía la cocaína que él compraba y la entregaba a su compañero en Holanda. Nunca conocí a este tipo. Todo estaba organizado de manera que cada uno de nosotros tuviera que tratar con una sola persona, cada uno de nosotros era una especie de célula cerrada del resto de la cadena”.

Al mantener una distancia con los grupos criminales, los traficantes independientes pueden evitar problemas. “Los traficantes saben que es mejor evitar la violencia. Lo único que quieren es simplemente llevar el polvo blanco y para ello se necesitan grandes cantidades de dinero y buenos contactos”, escribe Saviano. Y mientras los grupos criminales como la ‘Ndrangheta y la Cosa Nostra pueden ser rivales mortales, le dan libertad a los traficantes independientes para hacer negocios de forma independiente.

“Los traficantes no estaban alineados con ninguna mafia”, confirma El Viejo. “Tienen que ser independientes. Yo nunca he trabajado para la ‘Ndrangheta, siempre trabaje únicamente para mi jefe”.

El fiscal Gratteri escribe que Pannunzi también valoraba la importancia de ser independiente. “Pannunzi fue capaz de tratar de forma autoritaria con los carteles colombianos y venezolanos para decidir el precio en el punto de origen y establecer las formas de transporte. Él haría las veces de testaferro de la Cosa Nostra y la ‘Ndrangheta, quienes darían su capital Pannunzi, y él dispondría de estos fondos de la mejor manera posible”.

Esa independencia significó que los traficantes eran libres de actuar como mejor les pareciera. Como escribe Matteo Tacconi en el Huffington Post, Pannunzi hizo uso de una pequeña flota de aviones entre 1991 y 1997 para entregar la cocaína a sus socios de la ‘Ndrangheta en Perugia, Italia. También compró un buque de carga por US$400.000, pagando anticipadamente con su propio dinero en efectivo, según dice el informe de Gratteri.

En contraste, El Viejo dice: “Nuestras grandes entregas eran realizadas por buques de carga”. Las rutas cambiaron en los últimos años a medida que las autoridades se acercaban y los planes tuvieron que ser abandonados. “En algún momento, nos acostumbramos a llevar nuestra cocaína principalmente a los puertos de Holanda, España o Italia (…) Todos estos eran grandes puertos, donde, debido a la cantidad de cargamento diarios, es imposible revisar todos los contenedores (…) Ahora las rutas han cambiado un poco, en su mayoría llegan a África Occidental desde donde se reparte la cocaína a través del sur de Europa”.

Dice que transportar toneladas de cocaína es un trabajo arriesgado, el más duro en la cadena del tráfico de cocaína, ya que engañar a las aduanas y los agentes de policía era un reto constante. La cocaína de El Viejo viajó oculta en el interior de todo tipo de mercancías escondidas en los contenedores para cruzar el océano.

Él dice que él inventó una técnica que lo hizo “uno de los mejores en el negocio”, la cual llamó la entrega a ciegas. “Yo usaba grandes empresas internacionales de cargamento conocidas, para poner ahí mi cocaína. Grandes nombres. Los funcionarios de aduanas no los revisaban, ellos sabían que eran empresas confiables”.

“Ningún funcionario de aduanas creería alguna vez que había una tonelada o más de cocaína en los contenedores (de esas empresas de renombre). Y los empleados de la compañía tampoco eran conscientes de lo que sucedía, por supuesto”, dice El Viejo.

Era importante escoger el producto adecuado en el que se ocultaría la cocaína, dice: “Usábamos los envíos de mármol, partes de tractores, cables industriales (…) siempre y cuando el producto tuviera un mercado en Europa (…) porque si un agente de aduanas veía, por ejemplo, un cargamento con baldosas de Chile, por supuesto que sospecharía”.

El Viejo dice que era crucial elegir el país correcto como origen del cargamento: “Había países calientes y países fríos. Un cargamento proveniente de Colombia, Venezuela o Ecuador sería revisado 100 por ciento”. Las mejores opciones dice, eran “Chile, Paraguay, Uruguay (…)”.

Mientras que El Viejo estuvo 17 años tras las rejas, el tráfico de cocaína continuó. Él no ve ninguna razón para pensar que esto vaya a cambiar en el corto plazo.

“No va a ser abolido, al menos en Suramérica” dice. Cree que algunos gobiernos se hacen los de la vista gorda porque “los grande ingresos obtenidos a través del tráfico de cocaína se invierten en los países occidentales”.

Y esto, para El Viejo, es una razón suficiente para que las instituciones que declararon la “guerra contra las drogas” no abordaran de forma adecuada.

“Ningún narcotraficante volvería a invertir su dinero en los países en desarrollo, donde se produce la cocaína. Ellos invierten donde se garantizan los ingresos, en el mundo occidental”. Los bancos juegan un papel clave en el circuito financiero en el que se lava el dinero del narcotráfico.

“Claro que la conexión entre los grandes grupos bancarios y el narcotráfico siempre ha sido muy fuerte. Miren a California… se ha beneficiado de esto durante años, el flujo de dinero de la droga desde México nunca ha cesado. O, por ejemplo, Florida… el principal puerto de entrada de la cocaína suramericana a Estados Unidos”. Él cree que el dinero del narcotráfico juega un papel importante en la economía de Florida.

Los paraísos fiscales también posibilitan que el dinero del narcotráfico fluya hacia la economía formal: “Pese a lo que dicen los políticos, nadie tiene un interés real en la eliminación de los paraísos fiscales. Usted puede depositar millones de dólares en ellos y con una cuota del 10 por ciento el dinero es distribuido nuevamente”, añade El Viejo.

El narcotráfico es tentador para aquellos que tienen el dinero y las habilidades correctas: pocos productos generan ingresos similares”. En mis tiempos, mi jefe pagaba US$800 por un kilo y vendía la misma cantidad en el mercado por US$20.000″, dice El Viejo. “Ya depende de los minoristas cortarla”.

Hoy en día, “(…) compran un kilogramo aproximadamente en 3.000 euros… a eso súmele 6.000 o 7.000 euros más para el transporte y todos los gastos. En el mercado, según me han dicho, se vende por entre 40.000 y 50.000 euros, y luego se corta 4 o 5 veces” (cortar el kilo significa aumentar su volumen por medio de la adición de azúcar o sustancias similares más baratas).

Mientras que la cantidad de la droga se disparó en las últimas dos décadas, la calidad cayó en picada, dice.

“Nosotros no la cortábamos más de dos veces”, dice. “Hoy en día la cocaína, con un 18 por ciento de alcaloides (el componente psicoactivo) se considera de buena calidad, mientras que en mi época no era menos del 90 por ciento. Esto es perjudicial, no porque sea cocaína, sino porque la cortan con todo tipo de basura. Si usted paga entre 10 y 20 euros por un gramo, es seguro que este consumiendo basura”.

El Viejo está retirado y dice que disfruta de la vida laboral de una organización de caridad. A diferencia de Pannunzi, quien pronto se enfrentará a acusaciones de narcotráfico internacional, él ya ha pagado el precio por sus delitos.

Y sin embargo, él dice que sueña con vivir el resto de su vida en una costa blanca y pacífica. ¿Está resentido? ¿Está en paz? Es difícil estar seguro.

“Conozco a un montón de gente, muchos amigos… Ellos viven felices y en silencio en todas las capitales europeas. Son respetados… y han hecho su fortuna con la cocaína”, dice con tono burlón.

Pero este hombre, tranquilo y educado, que tiene dos títulos de pregrado, una maestría y habla seis idiomas, dice que piensa todos los días en las consecuencias de sus acciones pasadas.

“Siempre he pensado en el daño que provoqué, a la esclavitud a la que debí de haber enviado a una gran cantidad de jóvenes. Pero el dinero que ganaba y el alcohol me mantenían en marcha”, dice El Viejo. “Ahora he pagado el precio que el Estado dice que es congruente con lo que hice. Pero, creo que nunca voy a pagar lo suficiente por ello”.

“Ningún castigo va a cambiar eso”.

*Este artículo fue publicado por primera vez en el Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) y se publica con permiso. Vea el artículo original aquí.

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