Informes contradictorios sobre un tiroteo en Reynosa el 10 de marzo, en la frontera entre México y Estados Unidos, ilustran que hay poca información verificable disponible sobre lo que está pasando en esa y en otras áreas de México; y cómo los periodistas ciudadanos y las redes sociales son cada vez más las únicas fuentes que quedan para echar un vistazo a lo que parece ser una guerra abierta.
Según se dice, para Reynosa — que se encuentra al lado de McAllen, Texas, en el asediado estado de Tamaulipas — el 10 de marzo fue brutal.
Agencia Reforma dijo que el tiroteo comenzó alrededor de las 7:00 p.m., y describió cómo el enfrentamiento pasó de un vecindario a otro sin la intervención de las fuerzas de seguridad. Otras fuentes de información, citando redes sociales, informaron que la ciudad, que hace parte de un municipio que tiene más de 600.000 habitantes, quedó paralizada por una serie de intensos tiroteos, incluyendo granadas y armas automáticas; las principales carreteras fueron bloqueadas; hombres armados viajaban en caravanas de hasta 30 vehículos; decenas de personas fueron asesinadas.
Sin embargo, la mayoría de los principales medios de comunicación se quedaron en silencio. Según un columnista, a las 9:00 p.m. el 11 de marzo, sólo cuatro de los más grandes medios de comunicación nacionales reportaron la historia (Excelsior, La Reforma, MVS e Imagen); mientras que Televisa, Milenio, El Universal, TV Azteca, Radio Formula, La Jornada, Proceso y otros no.
La primera declaración oficial sobre los tiroteos llegó al día siguiente de la Oficina del Procurador General de Tamaulipas. Ésta admitió dos muertes: un menor de edad y un conductor de un taxi, ambos aparentemente asesinados por balas perdidas. Ese fue el titular en la mayoría de los informes de prensa en las horas que siguieron. La oficina añadió que siete personas habían sido arrestadas.
Hubo otras discrepancias entre la declaración oficial y las historias circulando a través de las redes sociales, según señaló Proceso en su historia inicial sobre los eventos. La oficina del procurador general del estado dijo que los enfrentamientos comenzaron a las 11:00 p.m.; y describió a los participantes como grupos de “civiles armados”, sin mencionar que ellos podrían estar vinculados a grupos de crimen organizado.
Dos días después, un informe de The Monitor, un periódico con sede en McAllen, citó a un oficial anónimo de Tamaulipas que describió “cuatro camiones llenos de cuerpos” utilizados por los carteles para llevar a sus muertos. El oficial dijo que cerca de tres docenes de personas habían sido asesinadas, y catalogó como un insulto al sentido común el comunicado de prensa oficial.
El diario citó a Guadalupe Correa-Cabrera de la Universidad de Texas en Brownsville, quien expresó su preocupación sobre la censura de las noticias: “No sólo estamos viendo al crimen organizado callar a los medios de comunicación, sino que ahora estamos viendo al gobierno en todos los niveles poner un manto sobre los medios de comunicación, dando con una situación donde ahora prácticamente no tienen cobertura oficial de una batalla de esta magnitud.”
Se creyó que el enfrentamiento había sido causado por una división entre dos facciones rivales del Cartel del Golfo, exacerbada por el asesinato del comandante David Salgado, alias “El Metro 4,” en enero. El teniente del cartel Mario Armando Ramirez Treviño, alias “X-20” o “Pelón,” quien solía dirigir la plaza de Reynosa, ha llegado a convertirse en el líder del Cartel y está trabajando presuntamente para eliminar a sus enemigos, incluyendo a Michael Villarreal, alias “El Gringo”.
Análisis de InSight Crime
Hay dos lecciones inquietantes en esta historia. La primera es que no sabemos lo que está pasando Reynosa, gran parte de Tamaulipas y en muchas partes de México. La lucha parece ser intensa, y muchas las bajas. Sin embargo, no hay ninguna información fiable que surja de estas zonas de batalla.
En segundo lugar, parece haber un esfuerzo concertado por parte del gobierno para mantener en secreto esta violencia, y una decisión por parte de los principales medios de comunicación para cumplir con esta estrategia. La nueva administración ha apostado mucho en lograr una rápida reducción de la tasa de violencia y en renovar la dañada imagen del país.
De hecho, esta es una tendencia a nivel nacional. Atrás han quedado los conteos de los homicidios de los periódicos y los informes paso a paso de los tiroteos que salpicaban internet y dominaban las ondas de radio durante la administración anterior. Un medio de comunicación que continúa su informe de homicidios, La Reforma, tuvo que adecuar para esconder (colocándolo en la página 9a) lo que habría sido un titular evidente tan sólo unos meses atrás: que los asesinatos relacionados con el crimen organizado, según su propia conteo, habían aumentado durante los primeros 100 días de la administración de Enrique Peña Nieto, en comparación con los últimos 100 días del gobierno anterior.
Ha habido acusaciones ante las autoridades mexicanas por actuar para minimizar, o encubrir, la violencia provocada por los carteles en el pasado. Los primeros informes dijeron que unas 30 personas habían muerto en un enfrentamiento en Luvianos, Estado de México, en agosto del año pasado, aunque las autoridades estatales primero negaron que hubiera habido un enfrentamiento, y luego dijeron que sí hubo uno pero que no había dejado muertos. Un tiroteo en Choix, Sinaloa, en mayo de ese mismo año dejó 30 muertos, según oficiales locales, aunque informes posteriores revisaron la cifra que se redujo a 7 y luego pasó a 13.
Por supuesto, también está el tema de la autocensura debido al miedo y a posibles represalias. Un número creciente de publicaciones, por temor a represalias por parte de los carteles de la droga, han renunciado a informar sobre el crimen organizado. Más recientemente, el grupo del periódico Zócalo anunció que iba a dejar de hacer cubrimiento al crimen organizado debido a preocupaciones por la seguridad de su personal.
La misma autocensura local, seguramente se activó cuando los medios locales y nacionales informaron sobre la violencia en Reynosa. Algunos basaron sus informes en el intercambio de las redes sociales, mientras que muchos simplemente se quedaron en silencio o repitieron los contenidos de los comunicados de prensa.
Pero esta autocensura local debido al miedo es diferente, a que una organización nacional de noticias con sede en Ciudad de México, sostuviese que sólo dos personas habían muerto, en lo que obviamente era algo relacionado con una lucha a gran escala y de varias horas; que involucraba a grupos de crimen organizado, el ejército y la policía, que paralizaba a un municipio de más de 600.000 habitantes al otro lado del río de Estados Unidos (Hay cerca de tres grandes titulares tan sólo en esa frase).
Afortunadamente, las redes sociales hicieron el trabajo, de la mejor forma que pudieron. En Twitter, los usuarios publicaron imágenes que atestiguan la violencia: vehículos quemados y edificios perforados con huecos de bala. Un reportero con sede en Estados Unidos publicó una imagen de un aparato que pinchó las llantas de los automóviles. En un video (vea abajo), subido en la noche de los enfrentamientos, titulado “Tiroteo en Reynosa Marzo 10 2013”, 15 minutos de fuego constante de arma automática puede escucharse (Vea también este informe del Laboratorio Nieman de la Universidad de Harvard sobre las redes sociales que llenan el vacío dejado por los medios de comunicación).
Liderando el reportaje sobre los tiroteos estuvo una página de Facebook llamada “Valor por Tamaulipas,” la cual se centra en cuestiones de seguridad. La cantidad de información disponible en esta página ofrece una visión de por qué sus administradores recientemente recibieron amenazas de muerte, a través de un volante que circuló en Tamaulpias ofreciendo una recompensa para cualquier persona que pudiera dar información sobre su identidad.