Las autoridades venezolanas celebraron la muerte del hombre más buscado del país a manos de los cuerpos de seguridad. Sin embargo, el asesinato de este líder criminal conocido como El Picure parece haber sido una venganza policial antes que un esfuerzo contra el crimen organizado.

El pasado 3 de mayo, un grupo de comandos de la Guardia Nacional Bolivariana mató al líder de una de las bandas criminales más grandes y conocidas de Venezuela. Se trata de José Tovar Colina, también conocido como el Picure, que es el nombre de un animal de la familia de los roedores que habita en los llanos del país.

Este hombre de 27 años de edad ocupó hasta sus últimos días el primer lugar en la lista de “los más buscados” elaborada por la policía judicial venezolana (CICPC), pues comandaba El Tren del Llano, una de las megabandas más añejas y violentas del país.

En la operación murieron otras ocho personas, supuestamente ligadas a este delincuente, así como un efectivo militar. Al confirmarse su muerte, el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, mayor general Gustavo González López, y el comandante general de la Guardia Nacional Bolivariana, general de división Néstor Reverol, enviaron felicitaciones a los uniformados que participaron en la operación y anunciaron su disposición de continuar en una cruzada contra las bandas que ellos califican de “paramilitares”.

A pesar de esta fanfarria es poco probable que el Gobierno venezolano emprenda una acción general contra los grandes grupos de delincuencia organizada asentados en diversas partes del país.

El Picure, de hecho, se convirtió en una especie de símbolo de la ineficiencia policial del país. Hasta su último día, siempre se las arregló para escapar a las redadas que le tendían. Las primeras fichas que se hicieron sobre él tenían una información escueta y a menudo desactualizada.

“Está muerto el Picure. ¡Se acabó el mito!” anunciaron los militares.

La banda de alias Picure entró en el radar de las policías en 2013, a propósito de un enfrentamiento contra la policía en la población de Barbacoas, al sur del estado Aragua (unos 250 kms al suroeste de Caracas). No era la primera vez que ocurrían intercambios de disparos entre miembros de este grupo y autoridades, pero en esa oportunidad los hampones portaban fusiles de asalto y luego de repeler la acción de los uniformados la emprendieron contra la estación policial. Bloquearon las calles de la población y amenazaron con volar cualquier vehículo que se interpusiera, utilizando un lanzamisiles antitanque.

Luego de ese incidente, CICPC elaboró un informe sobre la banda y sus principales miembros. Tovar Colina tenía entonces 23 años y aún no era muy conocido por los policías. Tampoco sus lugartenientes, a muchos de los cuales solamente identificaron por apodos.

En ese documento se advertía que las principales actividades del grupo eran el robo de vehículos y la extorsión. A Tovar se le vinculaba entonces con el asesinato de dos funcionarios, uno de la policía de Aragua y el otro del CICPC. Tenía entonces 25 miembros.

La organización fue investigada posteriormente por el Grupo Antiextorsión y Secuestros de la Guardia Nacional (GAES) y por la Policía Nacional. En los sucesivos informes se advertía que a pesar de las pérdidas ocasionales en su pie de fuerza, derivadas de enfrentamientos con policías, la estructura estaba en permanente crecimiento. El último cálculo hecho por la Policía Nacional le asignaba una membresía de 40 hombres y por lo menos 4 mujeres.

El origen del nombre Tren del Llano para designar a la banda de Tovar Colina es incierto. Un informe de la Guardia Nacional indica que por lo menos dos lugartenientes del líder (hoy también fallecidos) eran sindicalistas encargados de cobrar extorsiones por la incorporación a puestos de trabajo en el tendido de la vía férrea que pasa por el centro del país.

Pero otras grandes organizaciones delictivas de Venezuela también se denominan trenes: el del Pacífico opera en la isla de Margarita; el de Aragua en el estado del mismo nombre; el Tren Azul en el estado Sucre, a 600 kms al este de Caracas, y el de Apure en la región del mismo nombre fronteriza con Colombia.

El origen de esta denominación hay que buscarlo en las cárceles, donde los líderes del inframundo llamados prames o “principales” ejercen su dominio sobre uno o varios grupos de delincuentes, denominados “carros” por ellos mismos. Si el liderazgo arrastra varios carros se considera que hay un tren.

Según el director del Observatorio Venezolano del Delito Organizado, el sociólogo Luis Cedeño, las megabandas como la comandada por Tovar Colina hasta cierto punto reproducen en las calles las estructuras y códigos del mundo penitenciario.

16-05-13PicureGangEl Tren del Llano nutría sus filas con sujetos del estado Guárico, en el centro del país, preferiblemente de la misma comunidad de la población de El Sombrero que vio crecer al líder de la banda, llamada Concha de Mango.

Allí la banda solía organizar grandes fiestas populares, que incluso eran anunciadas a través de la página que la organización tiene en Facebook.

Una de estas llamó la atención de las autoridades en diciembre de 2013. La llamaron Gran Rumba Tren del Llano. La policía judicial intentó aprovechar la ocasión para tenderle una emboscada al Picure cuando acudiera al sarao, que se llevaría a cabo en torno a una manga de toros coleados, un pasatiempo llanero en el que gana quien más veces tumbe al toro halándolo por la cola desde un caballo.

Tovar escapó a la celada, tal y como lo había hecho en numerosas oportunidades anteriores. Según fuentes de la Guardia Nacional, esto era posible debido a su profundo conocimiento del territorio donde se movía, combinado a las destrezas adquiridas mientras fue tropa de operaciones especiales de la Armada. Esto incrementó su fama, al punto que inspiraría piezas de hip-hop y reguetón.

Tovar, además, acumuló muertos entre los cuerpos de seguridad del Estado como ninguna otra banda lo había logrado. Entre ellos se cuentan agentes de la Dirección de Contrainteligencia Militar, el Servicio Bolivariano de Inteligencia, la policía judicial y cuerpos de policía regional. Durante el enfrentamiento en el que lo mataron fue ultimado también un sargento primero de la Guardia Nacional. Murieron a manos de su grupo por lo menos once efectivos de cuerpos de seguridad durante su carrera delictiva.

Tovar se había transformado en un objetivo policial. Los cuerpos de seguridad extendieron la búsqueda no sólo a él sino también a todos sus amigos y allegados. Dos días antes de su muerte, dieron de baja a su hermano Junior Tovar, de 30 años, así como al papá de una compañera sentimental, Guillermo Ascanio.

VEA TAMBIÉN: Noticias y perfiles de Venezuela

Al constatarse el fallecimiento de Tovar Colina, luego de un tiroteo en una vivienda donde se había atrincherado, los militares transmitieron por sus redes internas un significativo mensaje de voz: “Está muerto el Picure. ¡Se acabó el mito!”.

Posteriormente, se retrataron junto al cadáver de quien fue calificado como el delincuente más buscado del país, al mejor estilo de los comandos que en 1993 terminaron con los días de Pablo Escobar sobre un tejado en Medellín.

Con la muerte de Tovar, la organización Tren del Llano quedó diezmada y sin su máximo líder. En los días previos, el grupo intentaba alianzas con otros grupos criminales como el Tren de Aragua, los Valles del Tuy, que operan a las afueras de Caracas, y los Sin Techo y El 70, los cuales delinquen en la propia capital. Lo más probable es que los sobrevivientes miembros de la banda de El Picure opten por cobijarse bajo alguna de estas estructuras. El territorio del estado Guárico estaba bajo disputa con la banda liderada por Juvenal Bravo.

Este hombre de unos 28 años de edad se hizo criminal junto al Picure pero hace cuatro años se separó de él. Según la Guardia Nacional, encabezó la principal organización de secuestradores de toda Venezuela entre finales de 2014 e inicios de 2015, con más de 230 víctimas. Bravo, sin embargo, evita por todos los medios cualquier confrontación con cuerpos de seguridad, por lo que suele liberar a sus víctimas apenas percibe la proximidad de las patrullas.

Ahora Bravo gozará de vía libre para extender sus operaciones de secuestro, extorsión y robo de vehículos hasta los predios donde anteriormente dominaba el Picure.