Una célula de un notorio grupo traficante de cocaína montenegrino desmantelada en las Islas Canarias de España demuestra cómo los traficantes de los Balcanes pueden estar valiéndose de sus conexiones latinoamericanas para reposicionarse en los mercados europeos.

El 8 de agosto, las autoridades españolas anunciaron los arrestos de cuatro integrantes del clan Skaljari por tráfico de cocaína en las islas Canarias, más el decomiso de más de 400 kilos de cocaína y 400.000 euros en efectivo (cerca de medio millón de dólares).

El grupo importaba grandes cargamentos de la droga, lo almacenaba en puntos de acopio —mayormente casas de lujo alquiladas— antes de distribuirlo a grupos criminales locales para su distribución a menor escala o para la venta al menudeo en las calles, según el comunicado de la Guardia Civil.

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Aunque el comunicado de prensa no especificaba de dónde provenían las drogas, las entregas cada vez más están siendo facilitadas por ciudadanos de los Balcanes en Suramérica. En julio, la Fiscalía General de Colombia acusó a Agim Cerma, un ciudadano albanés de liderar una red que traficaba cocaína a Europa. Para obtener cocaína, Cerma presuntamente mantuvo vínculos con el grupo narcotraficantes Los Urabeños y células disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), dijeron los fiscales.

Análisis de InSight Crime

En años recientes, ha habido una desbandada de emisarios criminales de Montenegro, BosniaSerbia y sobre todo de Albania, hacia Suramérica para negociar cargamentos de cocaína para sus organizaciones establecidas en Europa, estableciendo contacto directo con los productores y traficantes locales para procurarse el menor precio posible al por mayor.

En febrero, una investigación de InSight Crime en conjunto con Global Initiative Against Transnational Organized Crime sobre el canal de suministro de cocaína hacia Europa halló que esas conexiones han permitido a los grupos narcotraficantes balcánicos posicionarse como uno de los principales beneficiarios de la bonanza de la producción de cocaína en Latinoamérica.

“En las dos últimas décadas, ellos han hecho el trabajo de campo en Latinoamérica para establecer contactos y forjarse una reputación con los carteles de drogas, y han desarrollado un historial a ambos lados del Atlántico de negociar grandes cargamentos de cocaína”, comentó Sasa Djordjevic, coordinador en campo para Serbia y Montenegro de Global Iniciative a InSight Crime.

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Por consiguiente, algunas organizaciones criminales de los Balcanes están en capacidad de comprar cocaína por unos US$2.000-4.000 el kilo en Suramérica y revender ese mismo kilo al por mayor a los narcotraficantes de toda Europa por US$30.000-40.000. Incluso pueden ir un paso más adelante, y usar compatriotas del negocio a menor escala, que operan solo en una ciudad o un país, para obtener ganancias del microtráfico.

Algunos delincuentes albaneses han tenido éxito en esto, como el cartel “Kompania Bello”, desarticulado en septiembre de 2020, cuyo líder operaba desde una celda de una prisión ecuatoriana. Como resultado de eso, los grupos albaneses dominan actualmente el tráfico de cocaína en varios países europeos, principalmente en el Reino Unido.

España también se ha convertido en «un centro estratégico para algunos grupos delictivos de los Balcanes occidentales, sobre todo porque es una importante puerta de entrada para las entregas de cocaína a Europa», apuntó Djordjevic.