La flota china de pesca en aguas distantes se encuentra una vez más dedicada a actividades de pesca sospechosas, y posiblemente ilegales, cerca de aguas argentinas, lo que demuestra hasta dónde llegan los intentos de los gobiernos chino y regionales para arrastrar la industria al país.

Este año, en una repetición de la debacle diplomática de hace seis meses, cerca de 350 barcos de bandera china han estado pescando frente a las costas argentinas desde diciembre, extendiendo su permanencia mediante trasbordos no regulados, una controvertida práctica en la que se transfiere la pesca a una nave nodriza que les permite a los barcos dar apariencia legal al pescado captado y agota las reservas de peces.

Entre enero de 2018 y abril de 2021, datos satelitales muestran que 400 barcos de bandera china —en su mayoría barcos poteros que usan lámparas de luz intensa para atraer a los calamares a la superficie durante la noche— saquearon las aguas justo frente a territorio argentino durante más de 621.000 horas, según un informe divulgado el 2 de junio por la ONG conservacionista Oceana.

En más de 4.000 eventos, sin embargo, estas embarcaciones desaparecieron de los sistemas de vigilancia pública por más de 24 horas, y lo más seguro es que lo hayan hecho apagando su sistema de identificación automática (AIS) para evitar la detección, una práctica controvertida que muchas veces esconde comportamientos ilegales, como la invasión de aguas soberanas para pescar ilegalmente, según señala el informe.

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Este periodo de tres años incluye el mes de abril de 2020, cuando unos 100 barcos poteros, en su mayor parte de bandera china, fueron sorprendidos pescando ilegalmente en aguas nacionales argentinas, aparentemente con sus dispositivos de rastreo público apagados, como lo informó Pesca Con Ciencia.

Dadas las rutas de pesca anuales de la flota, esta se dirigirá próximamente hacia aguas chilenas y luego peruanas. Como respuesta a la amenaza que esta flota representa, Perú ha reforzado su legislación contra la pesca ilegal, mientras que Chile se apoya en protocolos de vigilancia marítima más estrictos.

Análisis de InSight Crime

La flota china sigue representando una amenaza seria y permanente para la soberanía, la economía y la biodiversidad argentinas, al punto de que un experto calificó el conflicto de “guerra literal” por los miles de millones de dólares en exportaciones de pescado y por la supervivencia de ciertos hábitats marinos.

Luego de los hechos del año pasado, Argentina tomó medidas firmes para combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), que constituye la sexta economía criminal más lucrativa del mundo, con ingresos estimados de US$15 a 36 mil millones, según un informe publicado por Global Financial Integrity en 2017. La introducción de legislación más estricta, el aumento de las multas y la ampliación de la vigilancia marítima llevaron al país a capturar en 2020 el número más alto de embarcaciones ilegales desde 2006.

De igual manera, el gobierno chino al parecer tomó algunas medidas, aunque estas han sido mínimas. Estas incluyeron el cierre de las temporadas de pesca de calamares para los barcos chinos en ciertas aguas suramericanas de julio a noviembre y la revisión de varios artículos de su Ley de Pesca, entre ellos el que permite incluir en una lista negra a los transgresores reincidentes en pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.

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Pero el país asiático ha mantenido una postura intransigente en otros aspectos. Aunque ha mantenido la promesa de que ratificará el Acuerdo de 2016 sobre Medidas de Estados Rectores de Puertos —diseñadas para combatir la pesca INDNR—, China aún no lo hace, y pese a que estableció topes sobre los subsidios al combustible para la pesca doméstica, sigue sosteniendo artificialmente sus barcos de pesca en aguas distantes con subsidios que se estiman en US$400 millones al año en combustible.

Tampoco ha cooperado mucho con sus homólogos suramericanos. Por ejemplo, aunque los barcos con intención de realizar pesca no declarada ni reglamentada pueden apagar sus dispositivos AIS con facilidad, es más difícil apagar su Sistema de Monitoreo de Barcos (VMS), el cual transmite información confidencial sobre su ubicación al estado con la bandera del barco en intervalos predeterminados.

Compartir los datos del VMS de su flota en aguas distantes sería por tanto una forma efectiva en la que China podría enfrentar a los actores que incurren en prácticas ilegales, pero cuando Chile propuso una medida que permitiera que los Estados costeros solicitaran datos del VMS de barcos pesqueros cercanos, durante el curso de una comisión para crear un organismo de gestión de la pesca en aguas del Pacífico Sur a comienzos de 2021, China se negó a hacerlo de manera tajante.