La fragmentación que vive el grupo criminal más poderoso de Argentina, los Monos, ha llevado a un replanteamiento estratégico sobre cómo las fuerzas de seguridad deben combatir la violencia en la ciudad de Rosario.

Como respuesta a la espiral de violencia, el 7 de marzo, el presidente Alberto Fernández presentó la que describió como una estrategia en múltiples frentes contra el crimen organizado de la ciudad. Su plan incluía un despliegue de efectivos del ejército y otras fuerzas de seguridad, una nueva delegación contra el lavado de dinero y 600 cámaras con reconocimiento facial para la ciudad de Rosario.

Entre las unidades desplegadas se contó un cuerpo de ingenieros del ejército, quienes en lugar de tareas de orden público, asumirán proyectos “de urbanización” no especificados en zonas deprimidas con altos índices de delincuencia.

«Es algo más simbólico», como le comentó el investigador de la Universidad Nacional de Rosario, Marco Iazzerta, a InSight Crime en una entrevista.

Si bien Rosario lleva años catalogada como la ciudad más violenta de Argentina, este nuevo despliegue es la respuesta al mayor escrutinio mediático que generó un tiroteo ocurrido en un supermercado de propiedad de la esposa de Lionel Messi. Otras dos balaceras, una en un colegio y otra que dejó un chico de 11 años muerto y otros tres menores heridos, presionó aún más al gobierno a actuar.

VEA TAMBIÉN: ¿Por qué se están expandiendo los asesinatos en Rosario, Argentina?

La violencia en Rosario batió un récord en 2022 con 287 homicidios. En lo que va de 2023, la ciudad registra 65 homicidios en 65 días, lo que permite anticipar otro año difícil, según medios nacionales que citaron estadísticas del Observatorio de Seguridad Pública de Santa Fe. Según cifras oficiales, casi dos terceras partes de los homicidios en Rosario se deben al crimen organizado.

Por más de dos décadas, los Monos han sido la fuerza criminal dominante en Rosario, donde se han enriquecido a costa de la extorsión y el narcotráfico, y han combatido sin cuartel a rivales de menor tamaño pero gran iniciativa, como el Clan Alvarado. Pero las sentencias a prisión de sus principales cabezas y las disputas internas han provocado problemas para mantener la cohesión, que han llevado a su actual fragmentación.

Análisis de InSight Crime

Los Monos parecen inmersos en un proceso de fragmentación común a organizaciones criminales de mayor tamaño a lo largo de Latinoamérica y que pueden provocar una competencia más violenta por las economías criminales en Rosario.

«Los Monos como organización dejó de existir. No es un grupo homogéneo y estructurado bajo el mando de un líder, sino que los miembros del clan Cantero tienen sus propias actividades autónomas y muchas veces terminan peleándose entre ellos mismos», le explicó Iazzeta a InSight Crime.

La familia Cantero ha sido la fuerza detrás de los Monos, en la que ha puesto los líderes más importantes desde los noventa. Pero la recurrente violencia por parte del grupo para asegurar sus ganancias de extorsión y narcotráfico llevó a las autoridades a tomar medidas enérgicas. Su último jefe general, Máximo Ariel Cantero, alias «Guille», fue sentenciado a más de 84 años de prisión por una larga lista de cargos penales.

Por un momento, parecía que Guille podía seguir ejerciendo influencia desde su encierro, por los ataques y amenazas de los que fueron objeto jueces, fiscales y testigos en el caso.

Pero según una investigación del diario argentino La Nación, ahora hay cuatro facciones de Los Monos peleándose el control de Rosario, cada una encabezada por diferentes miembros de los Cantero.

«No hay un actor criminal que tenga la hegemonía para imponer condiciones a los otros grupos», añadió Iazetta.

VEA TAMBIÉN:  Familias en Rosario, Argentina, ‘pintan’ sus casas para no ser atacadas

Es en este confuso escenario que se desplegarán los agentes argentinos. Aunque el presidente Fernández prometió que el despliegue de fuerzas no desataría más violencia, grupos de derechos humanos han mantenido una postura críticas, pues comparan la estrategia con casos anteriores de opaca participación militar en la violencia urbana en México y Colombia.

«Se está enviando fuerzas armadas a destinos en los que no deberían intervenir, en contextos para los que no están capacitados y en donde el sentido de sus funciones es poco claro», escribió el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de Argentina en su cuenta de Twitter.