En la carrera presidencial de Ecuador quedan solo dos candidatos, e independientemente de sus estrategias de seguridad, ninguno de los dos puede controlar la creciente producción de cocaína, que parece ser la causa de la espiral de violencia en el país.

Los dos candidatos, Luisa González, del Movimiento Revolución Ciudadana, y Daniel Noboa, de Acción Democrática Nacional (ADN), competirán en una segunda vuelta el próximo 15 de octubre. 

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Ambos han presentado esbozos de sus propuestas para combatir la violencia en el país. Pero hay una tendencia macroeconómica contra la que están indefensos: la cocaína.

Dicha droga es el principal motor de la economía criminal de Ecuador, y parece que el aumento del tráfico no ha hecho más que incrementar la actividad de los grupos criminales, pues ha coincidido con un increíble aumento de la violencia en los últimos años. 

Expansión de la producción de cocaína

Ecuador es un país de tránsito, y la mayor parte de la cocaína que pasa por el país proviene de Colombia. Hay mucha especulación en cuanto a la cantidad de droga que llega desde el vecino país, pero en 2019 las autoridades ecuatorianas le dijeron a InSight Crime que más de un tercio de la cocaína producida en Colombia pasaba por Ecuador. Otras fuentes, entre ellas autoridades estadounidenses, nos dijeron que la cantidad era significativamente mayor, pero que, si usamos un tercio como base, podemos dar una cifra aproximada de la cocaína que está pasando por Ecuador y calcular cuánto ha aumentado esta cantidad en los últimos años y cómo este aumento ha coincidido con el aumento de los homicidios. 

En 2021, el último año en el que las Naciones Unidas y el gobierno de Colombia publicaron datos, la producción potencial de cocaína de Colombia fue de 1.400 toneladas. Si un tercio de esa cantidad pasó por Ecuador, entonces el país recibió 467 toneladas de cocaína. Esto representa un incremento del 62% con respecto a 2016, cuando la producción potencial de cocaína de Colombia fue de 866 toneladas, y se estima que por Ecuador pasaron 289 toneladas.

Además, en las áreas de cultivo en la frontera con Ecuador también se presentaron aumentos en la producción de coca, la materia prima para elaborar cocaína. En Putumayo y Nariño, los dos departamentos fronterizos con Ecuador y los de mayor producción, los cultivos de coca se expandieron, pasando de 68.000 hectáreas a aproximadamente 85.000 hectáreas entre 2016 y 2021.

Durante el mismo periodo también hubo un marcado aumento en las incautaciones de cocaína en Ecuador, así como en las incautaciones de cargamentos procedentes del país. En 2016, las autoridades ecuatorianas incautaron 98 toneladas, mientras que en 2022 incautaron a 179, un aumento del 45% según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y la Dirección Nacional de investigación Antidrogas de Ecuador. Las incautaciones en otros mercados confirman estas tendencias. En Europa, específicamente, las incautaciones de cocaína procedente de Ecuador han pasado del 9% del total, o alrededor de 5 toneladas, al 33%, o alrededor de 57 toneladas, según la ONUDD.

Aumento de los intereses en el mercado criminal

El aumento de los flujos de cocaína a través de Ecuador parece haber llevado a un aumento considerable de los intereses de los grupos criminales. Se sabe que los traficantes calculan sus costos de diferentes maneras. En otros países de tránsito, hemos visto que los grupos cobran en función del cambio de precio entre el momento en que reciben las drogas y el momento en que sale de sus manos. En Honduras, por ejemplo, esa cifra es de aproximadamente US$2.000 por kilo.

Durante cierto tiempo, al menos, los grupos ecuatorianos al parecer cobraban mucho menos. Según un testimonio en el caso de Estados Unidos contra Joaquín “El Chapo” Guzmán, por ejemplo, los traficantes ecuatorianos antes cobraban US$100 por cada kilo que movían por el país y US$3.000 por cada kilo que llevaban hasta la costa de México. 

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Hoy en día, en Ecuador hay grupos criminales más sofisticados que quizá cobran bastante más. Pero en aras de la simplicidad, supongamos que el mercado se divide en tres grupos principales.

El primer grupo lleva cocaína en su flota de barcos pesqueros y lanchas hasta las costas de Guatemala y México, donde entrega la mercancía a los grandes grupos narcotraficantes, por lo que cobra US$3.000 por kilo. El segundo grupo lleva cocaína desde la frontera con Colombia hasta los puertos marítimos donde esconden la droga en contenedores que son enviados a países consumidores, cobrando US$2.000 por kilo. El tercer grupo hace la logística para los grupos narcotraficantes que llevan sus aviones hasta Ecuador, cargan la cocaína y luego se marchan, por lo que cobran US$200 por kilogramo. 

Si el primer grupo representa el 30% del mercado, el segundo grupo el 50% y el tercer grupo el 20%, y si estamos diciendo que por Ecuador pasaron 467 toneladas (467.000 kilogramos) de cocaína en 2021, esto nos da un mercado de US$953 millones. Esta cifra representa un aumento con respecto al mercado de US$590 millones en 2016, cuando por Ecuador pudieron haber pasado 289 toneladas. Para poner dichas cifras en perspectiva, esto convertiría a la cocaína en la sexta exportación más grande de Ecuador, por encima de las flores, el cacao, el cobre y el oro, según lo datos compilados por la organización no gubernamental Observatorio de Complejidad Económica.

Por supuesto, un mercado de US$953 millones para los grupos criminales locales representa un mercado multimillonario para las organizaciones criminales extranjeras que puedan obtener el control de la cocaína en un punto anterior de la cadena de distribución, lo que incentiva su mayor participación y quizá incremente la competencia en Ecuador.

Aumento de la violencia

El aumento en la producción de cocaína y en las ganancias que genera este mercado coincidió con un pasmoso aumento de los homicidios en Ecuador, donde se pasó de 6 por 100.000 habitantes en 2016 a 25 por 100.000 en 2022. Este aumento de la violencia se alinea geográficamente con los principales corredores de cocaína del país. Una de las rutas atraviesa, al menos parcialmente, por la provincia de Esmeraldas, ubicada en el Pacífico, que fue la más violenta del país el año pasado. Según datos del gobierno ecuatoriano, en 2016 Esmeraldas tuvo 74 homicidios, mientras que en 2022 registró 522, lo que representa una tasa de homicidios de 81 por 100.000 habitantes.

Los grupos de traficantes también utilizan el puerto de Guayaquil, en la provincia de Guayas –el puerto más activo del país y la segunda provincia más violenta de Ecuador- como centro y punto de embarque. Allí, los homicidios pasaron de 293 en 2016 a 2.033 en 2022, lo que da una tasa de homicidios de 46 por 100.000 habitantes. Otras provincias que experimentaron aumentos en la violencia, como Manabí y Los Ríos, también se encuentran en estas rutas.

Obviamente, estos son cálculos crudos y no tienen en cuenta muchos otros factores, como los mercados locales de drogas. Sin embargo, la correlación entre cocaína y homicidios parece clara, al menos según esta mirada preliminar.

Esto deja en una situación difícil a los dos aspirantes a la presidencia, González y Noboa. A ambos se les reconoce que han presentado alternativas más matizadas y menos militaristas que algunos de sus homólogos políticos en Ecuador y en otros países. Pero si estas tendencias macroeconómicas continúan, quizá deban enfrentar una violencia extrema durante cierto tiempo.

Steven Dudley is the co-founder and co-director of InSight Crime and a senior research fellow at American University’s Center for Latin American and Latino Studies in Washington, DC. In 2020, Dudley...