Más del 80 por ciento de los homicidios en Guatemala ocurren en sólo 25 de los 334 municipios del país, según el Presidente Otto Pérez Molina, resaltando la naturaleza concentrada de la violencia que azota el país.
Los municipios agobiados por la violencia se distribuyen en 12 de los 22 departamentos de Guatemala, aunque el mayor número se encuentra en las proximidades de la ciudad de Guatemala, donde el 45 por ciento de los asesinatos tienen lugar, dijo Pérez, refiriéndose a un informe sin publicar de las instituciones de seguridad del Estado.
Pérez afirma que el informe demuestra el éxito de los esfuerzos para reducir la violencia, señalando los 164 municipios donde ha habido cero homicidios en lo que va corrido del año. El presidente agregó que los hallazgos ayudarían al gobierno a reorientar sus esfuerzos para concentrarse mejor en los epicentros de violencia del país.
Las cifras de Pérez se apoyan en un informe reciente del American Central Business Intelligence Group (CBAI), que encontró que en 2012, casi el 80 por ciento de los asesinatos ocurrieron en 10 departamentos de Guatemala.
Según el informe, estos departamentos tienen una tasa anual de homicidios de 59 por cada 100.000 habitantes, mientras que los otros 12 departamentos tienen una tasa de homicidios de sólo 13 por cada 100.000.
Análisis de InSight Crime
Tanto las estadísticas de Pérez como el informe del CBAI subrayan una realidad en Guatemala y El Salvador: la violencia callejera es probablemente el motor principal de los homicidios en esos países. A diferencia de la delincuencia organizada relacionada con la violencia, que tiende a concentrarse en áreas específicas disputadas o de valor estratégico, la violencia callejera se concentran en las zonas urbanas donde estos grupos tienen disputas de larga data con cada uno ejerciendo poder sobre territorios donde extorsionan a empresas y particulares, y venden estupefacientes.
Esto no quiere decir que el crimen organizado no esté en el centro de los conflictos violentos. Numerosas zonas, en particular los corredores de tráfico de drogas a lo largo de las fronteras, sufren altos índices de violencia y otras actividades criminales como el robo de autos.