La Fiscalía de Brasil levantó cargos contra más de 200 reclusos por una de las masacres más sangrientas del país en los últimos años, en tanto la situación de seguridad continúa deteriorándose y salen a la luz los macabros detalles del amotinamiento.
El 24 de noviembre, el Ministerio Público del Estado de Amazonas (MP-AM) emitió un comunicado de prensa en el que se detallan los cargos contra 213 reclusos por su participación en el motín de enero de 2017 en la prisión Anísio Jobim, que dejó como resultado 56 presos muertos.
Los hechos violentos se desataron a raíz de una disputa entre dos pandillas carcelarias, la Familia del Norte (FDN) y el Primer Comando Capital (PCC). Estos dos grupos presuntamente se disputan el control del narcotráfico en la región amazónica de Brasil.
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Según el comunicado de prensa, los fiscales imputaron a los acusados por asesinato, tortura, profanación de cadáveres y asociación ilícita.
Tras presentar los cargos, los fiscales además revelaron algunos espantosos detalles de la masacre. Según la acusación, los miembros de FDN y PCC que intentaron escapar del violento episodio fueron supuestamente obligados a comerse los ojos de los presos que habían sido asesinados ese día, informó Estadão.
Análisis de InSight Crime
Una gran parte de las discusiones en torno a la deteriorada situación de seguridad de Brasil —a la que el presidente Michel Temer se refirió recientemente como una “emergencia nacional“— han girado en torno a los recientes enfrentamientos entre grupos criminales rivales, los cuales han causado que una de las favelas más grandes del país haya quedado en “estado de sitio“. Pero los más recientes cargos criminales ponen de presente la actual crisis de las cárceles del país, que es quizá la principal fuente de inseguridad.
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En efecto, el año 2016 cerró con una serie de violentos enfrentamientos dentro de las prisiones brasileñas, provocados por la ruptura de una frágil alianza entre el PCC y el Comando Vermelho (CV), dos pandillas que surgieron del sistema penitenciario. Y en la primera semana de 2017, casi 100 presos fueron asesinados como parte de la subsiguiente guerra entre las pandillas.
Si bien el sistema penitenciario de Brasil ha sufrido de hacinamiento y de falta de recursos, desde hace un tiempo la alianza entre el PCC y el CV había establecido cierto orden entre ambas pandillas. La ruptura de esta alianza probablemente se seguirá reflejando en las calles y poniendo en peligro la seguridad.