Mientras Bolivia asumió la presidencia del Grupo de los 77 (G-77) de las Naciones Unidas, el presidente Evo Morales aprovechó la oportunidad para promover su agenda a favor de la coca, probablemente con la esperanza de sacar provecho de la atención internacional en torno a las medidas de reforma sobre las drogas en la región.
El 8 de enero, Morales marcó el comienzo del primer año del término, presidiendo la coalición de las Naciones Unidas (ONU) de los países en desarrollo, con un discurso de promoción acerca del uso de la hoja de coca y la solicitud de retirarla de la lista de sustancias prohibidas de la ONU.
Morales también destacó el éxito de Bolivia en la obtención del reconocimiento del uso legítimo de la hoja de coca al interior del país por parte de la ONU después de reunirse con la Convención sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas, que había abandonado en protesta por el estado prohibitorio de la coca.
En una conferencia de prensa al término de su discurso, Morales también habló acerca de los éxitos del país a raíz de la “nacionalización” de los esfuerzos antinarcóticos de Bolivia, en referencia a la ruptura de los vínculos con los organismos antidrogas de Estados Unidos.
Análisis de InSight Crime
Aunque el discurso de Morales era en gran parte una afirmación a la agenda de hace mucho tiempo, fue también una declaratoria de intención, mostrando que él planea utilizar la posición de Bolivia a la cabeza del G-77 para volver a encender el debate sobre el uso de la coca.
Morales es sin duda consciente de que este es un momento ideal para hacerlo. Los ojos del mundo actualmente están sobre las reformas en curso sobre la legalización de la marihuana en Uruguay y en Colorado y Washington en Estados Unidos, que han colocado el tema de la política de drogas en la agenda internacional.
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Mientras que Bolivia ya ha obtenido el consentimiento internacional para el uso de la hoja de coca en su territorio, si se trata de crear una política sostenible de “coca sí, cocaína no”, entonces también será necesario que se reconozca como legítimo internacionalmente. Actualmente, Bolivia produce un estimado de 25.000 hectáreas de coca al año, mientras que, según un estudio reciente, el mercado legal puede abastecerse con cerca de 14.000 hectáreas. Hasta ahora, los intentos de Morales para fortalecer el mercado interno para los productos legales derivados de la coca no han tenido éxito.
Si Bolivia quiere que la coca deje de desviarse para la producción cocaína sin devastar los medios de subsistencia de los cultivadores de coca -una base política importante para Morales– entonces el acceso a los mercados internacionales para los productos legales de la coca será esencial.