La caravana de migrantes centroamericanos que se dirige hacia Estados Unidos ha cambiado su ruta inicial para evadir la frontera entre Texas y México, una decisión que indica que incluso este numeroso grupo es vulnerable a las poderosas organizaciones criminales que operan en México.

El objetivo de la caravana ahora es llegar a Estados Unidos a través de Tijuana, en lugar de hacerlo por el estado mexicano de Tamaulipas, en la frontera con Texas, según informó Los Angeles Times. Los migrantes, que salieron de Honduras en octubre, han tomado el camino mucho más largo, pero más seguro, hacia California, con el fin de evadir uno de los estados mexicanos más peligrosos para los migrantes.

Esta decisión se produce luego de un informe según el cual la fiscalía del estado de Puebla se encuentra investigando el presunto secuestro de 100 migrantes, entre los que se encuentran 65 niños, según un informe de HuffPost México. Sin embargo, existen informes contradictorios acerca de lo que les sucedió a los migrantes.

El defensor del pueblo de Oaxaca, Arturo Peimbert, se refirió inicialmente a un secuestro masivo que tuvo lugar el 5 de noviembre. Dijo que ocurrió cuando los migrantes atravesaban el estado de Veracruz, otra región de alto riesgo.

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Tres personas que afirman haber logrado escapar de los secuestradores ya han dado declaraciones a las autoridades. Una mujer, que no fue identificada, dijo que ocho hombres encapuchados habían detenido el camión de transporte de frutas en el que se desplazaban. Dijo además que un atacante abordó el camión y le dijo al grupo que habían sido “vendidos”.

Análisis de InSight Crime

El informe de un presunto secuestro masivo y la decisión de los dirigentes de la caravana de cambiar de rumbo demuestran que este trayecto sigue siendo uno de los más peligrosos del mundo, ya que las organizaciones criminales continúan aprovechando el flujo constante de personas vulnerables que pasan por México.

Los migrantes y los solicitantes de asilo están expuestos a todo tipo de criminales en esta región: desde pequeños grupos independientes que trabajan a lo largo de la frontera, hasta grandes organizaciones y pandillas que secuestran, extorsionan, prostituyen e incluso asesinan a los migrantes.

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Para los migrantes, la ruta más corta hacia Estados Unidos es por el extremo sur de Texas, lo que implica atravesar el estado mexicano de Tamaulipas, un fortín de las organizaciones criminales.

Durante años, Los Zetas controlaron esta área. En 2010, el grupo condujo la masacre de 72 migrantes en el municipio de San Fernando.

Más adelante, la fragmentación de Los Zetas y otros carteles de la región produjo un aumento de la violencia, especialmente contra los migrantes, que seguían siendo víctimas de secuestros y extorsiones. La corrupción en la Policía mexicana y en los funcionarios de inmigración agrava esta situación, pues se coluden con organizaciones criminales o incluso extorsionan directamente a los migrantes.

Dados los crecientes riesgos, el viaje para los migrantes se ha vuelto más costoso. Actualmente los migrantes centroamericanos pagan casi US$10.000 por cruzar la frontera con Estados Unidos de manera ilegal, mientras que, según The New York Times, hace una década pagaban US$3.000.

Reducir costos y tener mayor seguridad al viajar juntos fueron dos de las razones principales por las que este numeroso grupo de migrantes conformó esta caravana. Su gran tamaño, la atención de los medios de comunicación y el cuidadoso liderazgo —características inusuales en este tipo de caravanas — les han permitido permanecer juntos, según dijo Carolina Jiménez, directora adjunta de investigación de Amnistía Internacional para las Américas, tras ser consultada por InSight Crime.

Sin embargo, anteriormente las caravanas solían fragmentarse cuando se acercaban a la frontera con Estados Unidos. Y es ahí cuando se vuelven aún más vulnerables ante las organizaciones criminales, como pudo haber ocurrido con los secuestros reportados en Veracruz.

Cuando los grupos son más pequeños, es “difícil confirmar los ataques contra los miembros de la caravana”, afirmó Jiménez.

Y a esta caravana le siguen otras. Un grupo de unos 2.000 migrantes, en su mayoría salvadoreños, está “recibiendo mucha menos atención”, señaló.

“Tememos que no todos se queden con el grupo más grande”, concluyó Jiménez. “Y esta situación podría llevar a que se conviertan en víctimas de pandillas criminales y de grupos del crimen organizado”.