El periódico local colombiano El Colombiano ha tenido acceso privilegiado al frente 18 de las FARC, una señal de cómo el grupo rebelde reabre sus puertas a los medios, cuando se acerca la fecha límite para los diálogos de paz con el gobierno.
El Colombiano produjo una serie de videos y artículos informativos después de la temporada que pasó con el Frente 18 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), incluyendo una entrevista con un miembro del jefe del frente, Élmer Arrieta, alias “El Flaco”.
Se dice que el frente 18 es conocido por su hostilidad, y su base principal es el norte del departamento de Antioquia. Esta área ha sido duramente golpeada por el conflicto, con una gran tasa de desplazamiento, minas antipersonal y producción y tráfico de droga.
Sobre el proceso de paz con el gobierno colombiano, Arrieta afirmó, “Todos los integrantes le apostamos a la paz. Creemos en la paz”.
Los insurgentes no sólo siguen ciegamente a sus líderes, aclaró el comandante. Incluso pueden identificarse con los avances en La Habana, Cuba, porque reciben actualizaciones “diarias”. Un video que sigue la vida cotidiana de los miembros del frente los describe viendo grabaciones emitidas desde Cuba, en las que se explican los avances de los diálogos de paz.
Al preguntársele por el temor grande que tiene la guerrilla en relación con los diálogos de paz, Arrieta respondió, “El problema más concreto es el paramilitarismo. La guerrilla teme todas las masacres que ocurrieron en el pasado. Ahora [los paramilitares] están amenazando a civiles, guerrilleros y sus familias en varias zonas”.
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El comandante añadió que el frente 18 —junto con todos los bloques de las FARC— sigue fielmente al comando central. En la actualidad, las órdenes superiores son reducir la intensidad del conflicto, detener la compra de armas y municiones e interrumpir el entrenamiento militar. Arrieta afirmó que se han reducido mucho los hostigamientos entre las fuerzas de seguridad y el frente.
Arrieta reitera las aseveraciones de las FARC sobre la no participación del grupo en el negocio nacional de la droga. “Para nosotros está prohibido comprar coca, estar moviendo coca […] Siempre hemos vivido de la cuota, de pronto una cuota voluntaria del finquero, del comerciante”.

Infografía de El Colombiano
Análisis de InSight Crime
La entrevista con Arrieta llama la atención sobre ciertos problemas que se han cernido por largo tiempo sobre los actuales diálogos de paz entre el grupo insurgente y el gobierno.
Una de las mayores inquietudes es que sacar a las FARC del panorama no resolverá el problema con los otros actores del conflicto armado en Colombia, incluyendo otros grupos guerrilleros y “bandas criminales” (Bacrim). Se cree que estos herederos de los grupos paramilitares de derecha suponen una amenaza para la seguridad de exguerrilleros desarmados y civiles leales al grupo, y no le falta razón. Es probable que en sus comentarios, Arrieta estuviera haciendo referencia a la “masacre” del partido político Unión Patriótica (UP), conformado por las FARC en 1985. Alrededor de 4.000 candidatos, miembros y seguidores del partido cayeron asesinados por paramilitares y sus aliados de las fuerzas de seguridad.
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Esta macabra historia parece repetirse con la Marcha Patriótica (MP), partido de izquierda con el potencial apoyo de las FARC, el cual en 2014 sumaba 48 integrantes caídos en solo dos años.
Aunque es evidente la adherencia de Arrieta a la retórica pública de las FARC cuando habla del compromiso del frente con los diálogos de paz, la realidad es que existe una probabilidad mucho mayor de que ciertas facciones disidentes de la guerrilla se nieguen a deponer las armas en caso de que se logre un acuerdo de paz. Varios frentes, de los que se sabe participan de actividades muy lucrativas, en particular asociadas al narcotráfico, pueden elegir criminalizarse con el fin de mantener el control de sus redes.
El acceso de El Colombiano a este frente por lo general “silencioso” es una señal de la mayor apertura del grupo insurgente a los medios tras años de relativo aislamiento. Recientemente diferentes frentes de las FARC han acogido a reporteros de The New York Times y Associated Press en sus campamentos.