Los sindicatos del crimen local de Honduras como Barrio 18 y la banda los Chirizos están creciendo en sofisticación, en gran medida debido a la presencia del crimen organizado transnacional y al lugar que ocupa el país como uno de los principales puntos de transferencia para los cargamentos de cocaína.

Según fuentes anónimas de las fuerzas de seguridad consultadas por El Heraldo, investigaciones recientes han proporcionado a las autoridades información sobre la creciente profesionalización de Barrio 18 y de la banda los Chirizos.

Según los informes, la pandilla Barrio 18 dispone de su propio equipo médico y cuenta con abogados, arquitectos, e ingenieros entre sus miembros. Los arquitectos e ingenieros aparentemente son los responsables de elegir las casas que la pandilla puede usar para sus operaciones -obligando a los propietarios legítimos a abandonar sus hogares- y de remodelar las celdas de prisión para que sean más cómodas para los miembros encarcelados, que en el caso de los que tienen hijos incluye la construcción de zonas de juego.

Presuntamente los Chirizos también dependen de profesionales para facilitar sus actividades ilegales, incluyendo la gestión de las finanzas del grupo. La pandilla -cuyos miembros principalmente comenzaron como vigías y distribuidores de drogas para otros grupos criminales- presuntamente se ha convertido en un jugador importante en la ciudad de Comayaguela, bajo el patrocinio de las organizaciones de tráfico de drogas. Según las investigaciones, los Chirizos basan sus finanzas principalmente en la extorsión, la venta de drogas y los servicios de asesinato. También ayudan a sus clientes a lavar dinero a través de una gran variedad de actividades comerciales.

Análisis de InSight Crime

Una gran cantidad de países en la región han visto cómo las organizaciones criminales transnacionales facilitan el crecimiento y la sofisticación de los grupos criminales locales, a menudo mediante su contratación para que vigilen y transporten los cargamentos de droga, así como para llevar a cabo asesinatos selectivos y estimular el crecimiento del mercado local de drogas.

Este parece ser el caso en Honduras, que después de un golpe de Estado en 2009 que debilitó la capacidad del gobierno para combatir el crimen, se ha convertido en una importante país de tránsito para los cargamentos de droga. Se estima que entre 140 y 300 toneladas de cocaína pasan por el país cada año, y según estimaciones hechas por el Departamento de Estado de Estados Unidos en 2012, el 75 por ciento de los vuelos de drogas de Suramérica que van hacia el norte utilizan a Honduras como puente aéreo.

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Como resultado del aumento en la actividad del narcotráfico, poderosas organizaciones transnacionales como los Zetas y el Cartel de Sinaloa de México han establecido presencia en el país. Además de estimular el desarrollo de los grupos criminales locales, los sindicatos transnacionales han contribuido con la elevada tasa de homicidios del país, que como revelan las cifras de 2012 fue la más alta de cualquier país del mundo fuera de una zona de guerra.