Un científico social ha advertido que el creciente problema de pandillas en Cuba pronto podría hacer que la situación de seguridad de la nación isleña cobre tintes de violencia como los que azotan a El Salvador y Guatemala, una aseveración cuestionable que parece tener poca relación con los hechos sobre el terreno.
El psicólogo Manuel Fabián Orta declaró recientemente a Cubanet que la violencia de pandillas en Cuba va en aumento, y podría llegar al mismo punto que se observa en algunos de los países más violentos de Centroamérica.
“La violencia, asociada a pandillas, crece y a un ritmo preocupante”, observó Orta. “Si no se hace algo, [Cuba] pronto será como El Salvador o Guatemala”.
La socióloga María del Carmen Cordero también comentó a Cubanet que cada año surgen en La Habana entre cinco y diez nuevas pandillas juveniles. Según Cordero, que participó de un estudio sobre los grupos criminales en Cuba, los integrantes de estas pandillas por lo general son residentes de los sectores más pobres de la ciudad o jóvenes migrantes de las provincias orientales del país que no tienen una condición completamente legal, debido a las estrictas leyes de migración interna en Cuba.
Análisis de InSight Crime
La idea de que Cuba vaya camino a desarrollar un problema de pandillas similar al de El Salvador o Guatemala es evidentemente inverosímil. El Departamento de Estado de Estados Unidos caracteriza a Cuba como un estado policial comunista y atribuye los bajos índices de criminalidad en la isla a la fuerte presencia de fuerzas de seguridad y de policía. Cuba tiene una tasa de homicidios de tan solo 4 por 100.000 habitantes, según las estadísticas más recientes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD-pdf).
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En contraste, El Salvador y Guatemala se sitúan ambos entre las cinco naciones más violentas de Latinoamérica. El Salvador en particular tiene problemas para contener los altos índices de violencia de pandillas: las nuevas cifras de homicidios indican que el país va en camino a registrar una desconcertante tasa de asesinatos de 91 por 100.000 habitantes en 2015. El reciente paro de buses impuesto por las pandillas, que paralizó a San Salvador durante varios días, fue una sombría muestra de la influencia de los grupos criminales en la situación de seguridad que atraviesa el país.
Aunque se sabe que en La Habana operan pandillas, las duras penas relacionadas con las drogas ilegales en Cuba constituyen un impedimento importante a la expansión de los grupos criminales. Las draconianas leyes antidrogas del país demandan severos castigos aun para delitos menores, y el presidente Raúl Castro ha comentado en público que consideraría la pena de muerte como posible sentencia para los narcotraficantes.