La revelación de que habría un segundo exguerrillero de Colombia investigado por las autoridades de Estados Unidos, por presunto delito de drogas, profundiza los temores de los combatientes desmovilizados sobre el respeto al acuerdo de paz, que les prometía indulgencia ante la justicia, y oscurece aún más el futuro de este proceso.
Según un reportaje publicado por el Wall Street Journal el 28 de abril, las autoridades colombianas y estadounidenses están investigando por presunto tráfico de cocaína al excomandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Luciano Marín Arango, quien sigue usando su nombre de guerra “Iván Márquez”.
The Wall Street Journal informó que la investigación se desprende de un “video en un teléfono celular interceptado por los investigadores” en el que Márquez presuntamente “habla con un cómplice de un reconocido narco mexicano”.
Contradiciendo el reportaje del Wall Street Journal, sin embargo, la Fiscalía General de Colombia respondió en Twitter negando que las autoridades del país suramericano estén investigando a Márquez por actividades de narcotráfico posteriores al acuerdo.
La información se conoce apenas unas semanas después de la explosiva revelación de una primera investigación de Estados Unidos por narcotráfico contra el exguerrillero y líder del proceso de paz, Seuxis Paucis Hernández Solarte, alias “Jesús Santrich”, su nombre de guerra.
El acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016 entre el gobierno colombiano y las FARC creó un sistema especial de justicia para juzgar los delitos cometidos en el transcurso de medio siglo de conflicto armado. Pero el video de Márquez supuestamente se tomó luego de la firma del acuerdo de paz, lo que implicaría que cualquier cargo penal que se desprenda de esa supuesta evidencia quedaría por fuera de las cláusulas del acuerdo de paz.
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El líder guerrillero desmovilizado debía asumir una de las 10 curules adjudicadas al partido de la FARC en el congreso, como una vía para dar representación política a los excombatientes desmovilizados. Sin embargo, pocos días antes de la publicación del reportaje del Wall Street Journal, Márquez anunció que no asumiría la curul en protesta por el arresto, el 9 de abril, de su compañero Jesús Santrich, otro líder de la desmovilizada guerrilla que también asumiría como congresista.
Santrich fue arrestado por las autoridades colombianas en respuesta a su sindicación por Estados Unidos por actividades de narcotráfico posteriores al acuerdo. Márquez señaló el arresto de Santrich como un ejemplo de que el gobierno colombiano no cumple las promesas hechas en el marco del acuerdo de paz, las cuales incluían la no extradición de guerrilleros desmovilizados.
“¿Cómo hago yo para ir a ejercer como senador y que me vayan a decir que soy un narcotraficante?”, replicó.
En un tuit publicado el mismo día de la publicación del artículo en el Wall Street Journal, Márquez calificaba la investigación del reportaje como “el colmo”, y dijo que quienes lo persiguen quieren “llevarse el proceso de paz al infierno”.
Análisis de InSight Crime
No es claro si la supuesta investigación que reportó el diario sobre Márquez conducirá a acusaciones penales en su contra. Pero parece cierto que la fe del líder exguerrillero en el compromiso del gobierno colombiano respecto a los acuerdos de paz va en caída libre. Y esa falta de confianza podría difundirse a otros desmovilizados, y empujarlos a unirse a un importante número de camaradas en el abandono del proceso de paz y reanudación de actividades criminales.
“Si Márquez siente que las autoridades lo están cercando con evidencias poco sólidas, volverá a la selva y es probable que se lleve a una facción grande de las FARC con él”, comentó a InSight Crime Adam Isacson, investigador asociado sénior del centro de pensamiento de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).
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Efectivamente, los mandos políticos de la FARC nombraron a Márquez asesor político del partido, y según Isacson, tiene muchos seguidores leales entre las filas de las FARC. El acuerdo de paz quedaría en mayor peligro si Márquez y algunos de sus seguidores más cercanos deciden desertar y volver a la selva para retomar las actividades criminales luego de las más recientes denuncias, una dinámica que las autoridades han tenido problemas para reducir.