Un conflicto sin resolver entre los dos grupos guerrilleros que quedan en Colombia sigue creciendo en intensidad a lo largo de la frontera entre Colombia y Venezuela, lo que pone en evidencia el rol cada vez más importante y centro de disputa de la región como eje del crimen organizado en Latinoamérica.

Tras una serie de recientes enfrentamientos violentos en el turbulento departamento de Norte de Santander, noreste de Colombia, exguerrilleros del Ejército Popular de Liberación (EPL) “declararon públicamente la guerra” contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN), según un comunicado publicado recientemente por el ELN en Twitter.

En el comunicado del Frente de guerra Nororiental del ELN, el grupo guerrillero interpreta los últimos anuncios del EPL como una declaración de guerra por la inclusión de una amenaza de confrontar “esta organización (al ELN) sin consideración hasta recuperar nuestro (del EPL) territorio y su gente”. El ELN discrepó con la afirmación del EPL de que “todas las organizaciones presentes en el territorio de Norte de Santander se alinearán con las normas (del EPL)”.

El ELN declaró que se “respetará” a militantes y familiares del EPL que no participen activamente en los enfrentamientos y que “una vez logremos aclarar y resolver la actual confrontación” los dos grupos guerrilleros deben trabajar para llegar a una “solución final” con las comunidades locales de la disputada región del Catatumbo, considerado el eje de la cocaína en el departamento de Norte de Santander.

El gobernador de Norte de Santander William Villamizar declaró a El Colombiano el 21 de marzo que la intensidad de las confrontaciones estaba empezando a disminuir en comparación con los mortales enfrentamientos de la semana anterior, y pidió a los grupos que “a través de acciones diferentes al enfrentamiento se puedan resolver las diferencias que tengan y dejen a la población civil al margen”.

Édgar Andrés Pallares Díaz, jefe de la entidad encargada de la seguridad y los derechos humanos en Norte de Santander, pidió al gobierno colombiano que plantee el problema de los civiles atrapados en el fuego cruzado en los diálogos de paz que recién se reanudaron con el ELN.

Análisis de InSight Crime

La escalada de las tensiones entre el ELN y el EPL en Catatumbo tiene que ver con la creciente importancia de la región como eje de las actividades criminales y nuevos cambios en las dinámicas de control criminal.

Como InSight Crime lo informó anteriormente, el Catatumbo no solo tiene una de las cosechas más altas de coca del país y la capacidad de producir cocaína a bajo costo, sino que además su ubicación en la frontera con Venezuela da a los actores criminales acceso a rutas claves de narcotráfico y otras actividades lucrativas como el paso de mercancías de contrabando y la extorsión.

El ELN y el EPL tienen una larga historia en el Catatumbo, donde especialmente EPL goza de la lealtad de las comunidades locales por su capacidad de mantener la fachada de un principio ideológico pese a que operan puramente como narcotraficantes. Sin embargo, con la reciente “declaración de guerra” entre los dos grupos, y la creciente presencia de varios grupos de exparamilitares como Los Rastrojos y Los Urabeños, la lucha por el control puede tornarse más prolongada y sangrienta.

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Las peleas por el control de este foco de actividad criminal se han recrudecido tras la reciente desmovilización del mayor grupo guerrillero que existió en el país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que controlaban grandes extensiones de la región y habían mantenido un acuerdo de cese al fuego con el ELN y el EPL.

La espiral de las crisis política y económica en Venezuela también ha agravado la corrupción y la desesperación al otro lado de la frontera, lo que estrecha las relaciones entre los grupos criminales colombianos y los organismos de seguridad corruptos en Venezuela, y eleva el número de jóvenes venezolanos coaccionados para servir de mano de obra criminal barata a grupos como el ELN y el EPL.