Un reciente estudio señala que, a pesar de algunos avances en los últimos años, América Latina y el Caribe continúan teniendo dificultades para enfrentar la corrupción, y pone de relieve las permanentes deficiencias de los programas contra la corrupción en la región.

Muchos países de América Latina y el Caribe siguen siendo percibidos como algunos de los más corruptos del mundo, según el Índice de Percepción de Corrupción 2017, de Transparencia Internacional, publicado el 21 de febrero.

Usando una escala de 0 a 100, en el que las puntuaciones más altas representan niveles más bajos de corrupción, el índice clasifica a 180 países de todo el mundo por sus “niveles de percepción de corrupción en el sector público, según expertos y empresarios”.

El estudio señala que Venezuela y Haití son identificados una vez más como los que tienen los niveles más altos de percepción de corrupción en la región, mientras que Uruguay y Barbados son los que tienen los niveles más bajos.

Según el estudio, la percepción de corrupción empeoró en 14 de los 30 países de América Latina y el Caribe donde se llevó a cabo el estudio en 2017, mientras que la percepción mejoró en 11 países y se mantuvo estable en cinco.

El estudio resalta que la región ha hecho algunos avances en cuanto a leyes e instituciones que “promueven la transparencia y la rendición de cuentas”. El informe también pone de relieve los avances en varios casos más prominentes, entre ellos las numerosas investigaciones de corrupción relacionadas con el escándalo de la gigante constructora brasileña Odebrecht y las pesquisas en torno a élites empresariales y políticos corruptos llevadas a cabo por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), organismo respaldado por Naciones Unidas.

Sin embargo, el estudio reveló que, en general, la percepción de corrupción en la región no ha cambiado drásticamente, y hace énfasis en que todavía no existen “políticas globales para abordar las causas históricas y estructurales de la corrupción en toda la región”.

Análisis de InSight Crime

El más reciente índice de corrupción de Transparencia Internacional pone de presente que los países de América Latina y el Caribe siguen teniendo dificultades para combatir la corrupción. Y como InSight Crime ha informado, algunos de los más exitosos programas anticorrupción en la región han provocado fuertes reacciones por parte de las élites.

No es sorprendente que Venezuela, que ha tenido una mala percepción desde 2014, haya vuelto a ser percibida como la nación con los niveles más altos de corrupción en la región en 2017. A medida que se agudiza el caos político, social y económico en el país, es probable que la corrupción persista mientras el presidente Nicolás Maduro continúe haciéndose el de la vista gorda y rodeándose de élites corruptas para consolidar el control.

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Los países del Triángulo Norte de América Latina (El Salvador, Guatemala y Honduras) también tuvieron una mala calificación en el más reciente índice de corrupción. Esto es particularmente preocupante, dada la presencia de organismos anticorrupción como la CICIG en Guatemala y la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad (MACCIH) en Honduras. Los miembros de las élites de ambos países han hecho todo lo posible por minar y disuadir las investigaciones de estas comisiones, y el reciente índice de corrupción señala que la población se ha dado cuenta de ello.

Sin embargo, otro informe, publicado en octubre de 2017 por Transparencia Internacional, demostró que los ciudadanos de toda la región están seguros de que pueden tener un impacto en la lucha contra la corrupción generalizada en la región, a pesar de la percepción de que la corrupción está empeorando.