Una grabación hecha por un periodista en Colombia, de una llamada telefónica con extorsionadores que se encuentran en prisión, muestra cómo estos criminales a veces usan engaños en lugar de amenazas físicas para convencer a las víctimas a pagar.

El 18 de febrero, un hombre que se hacía llamar “Sargento Díaz” de la policía nacional de Colombia llamó por teléfono a un familiar de un empleado de Caracol Radio. Dijo que el periodista había sido detenido, pero había acordado pagar a las autoridades a cambio de la liberación sin cargos, informó Caracol.

El periodista devolvió la llamada, identificándose como un primo dispuesto a pagar el dinero. Hizo un trato con el extorsionista por alrededor de US$1.500 y proporcionó el número de identificación de dos personas que, según dijo, se encargarían de hacer los pagos. Cuando pidió hablar con el supuesto detenido, el Sargento Díaz pasó el teléfono a un hombre sollozando quien suplicaba “primo, ayúdeme, por favor consigne la plata rápido, el sargento dice que no les han girado, por favor ayúdeme”.

Con la ayuda del Grupo Antisecuestro y Antiextorsión de Colombia (GAULA), el número de teléfono celular utilizado para realizar la llamada fue rastreado en una cárcel de Bogotá, y se les notificó a los criminales que estaban siendo vigilados.

El director del GAULA, el general Humberto Guatibonza, dijo que todos los días se reciben 15 denuncias por este tipo de llamadas telefónicas en Bogotá. Los extorsionistas dentro de las cárceles utilizan los datos de teléfonos y computadoras robadas, así como sitios de redes sociales, para obtener información sobre sus posibles víctimas.

Análisis de InSight Crime

En el pasado, la extorsión en Colombia era en gran parte territorio de los principales grupos guerrilleros y paramilitares, quienes cobraban “impuestos” a negocios tales como las operaciones petroleras y mineras. Sin embargo, en los últimos años se ha visto un crecimiento de la “microextorsión” que tiene como objetivo a las personas comunes, convirtiéndose en una fuente clave de ingresos para los delincuentes de poca monta y para las pandillas callejeras en Colombia y en toda la región.

Muchas de estas operaciones de extorsión ahora se llevan a cabo desde las cárceles. El delito requiere poco más que acceso a un teléfono, y la mala supervisión y corrupción en las cárceles de la región hacen que estos sean fáciles de obtener.

Sin embargo, como se muestra en este caso, si los reclusos no tienen una red criminal en la cual apoyarse para hacer cumplir las amenazas, la creatividad y el engaño son otros métodos utilizados para sacarle dinero a las víctimas.

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Para combatir el problema en Colombia, el general Guatibonza dice que el GAULA está estudiando medidas legales para mejorar la regulación de las transferencias de dinero. En Honduras, las autoridades han empezado a bloquear el servicio de telefonía celular en las cárceles, lo cual, dicen, ha contribuido a una reducción del 75 por ciento en la extorsión proveniente de la prisión.

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