Un grupo criminal emergente de Brasil podría estar controlando hasta el 60 por ciento de la cocaína que es traficada fuera de Perú, mientras el crimen organizado brasileño se acerca a la fuente de las drogas ilícitas que son demandadas por su floreciente mercado doméstico, aparentemente con el fin de asegurar los suministros directamente del mayor productor de cocaína del mundo.

Según un informe confidencial de la autoridad antinarcóticos de Perú (DIRANDRO) al que tuvo acceso La República, una organización brasileña conocida como el Primer Grupo Catarinense (Primeiro Grupo Catarinense –PGC) es el principal cliente de varios clanes narcotraficantes localizados en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (conocido como el VRAEM). Según el informe, El PGC está desplazando a algunos grupos de México como el Cartel de Sinaloa, quienes eran los antiguos responsables de gran parte de las drogas que eran transportadas fuera del VRAEM y del Alto Huallaga.

Una de las principales conexiones del PGC, según consta, es el peruano Fortunato Lagos Lizarbe. Su hermano Luis era conocido como el “Rey del VRAEM” desde 2007.

El PGC mueve el producto directamente a Brasil utilizando avionetas ligeras –se presume que controla alrededor de 52 pistas de aterrizaje clandestinas en el VRAEM y en regiones aledañas. Ni Perú ni Brasil tienen controles efectivos sobre su espacio aéreo. También dependen de una combinación de rutas terrestres y acuáticas que conducen a la frontera con Colombia y Brasil. El grupo presuntamente también transportaba drogas a través de la región de Cusco hacia Bolivia, antes de exportar la cocaína y sus derivados a Brasil.

Análisis de InSight Crime

El VRAEM es la región con más cultivos de coca en Perú, produciendo alrededor de 200 toneladas de cocaína cada año. Una facción del grupo guerrillero Sendero Luminoso domina la región, supervisando las ventas de coca y protegiendo los cargamentos de drogas que se mueven a través de su territorio.

Según La República, el PGC ha estado operando en la región desde 2008 y fue un actor clave en el restablecimiento del puente aéreo de la cocaína. Los traficantes peruanos alguna vez dependieron fuertemente de transportar cocaína a Colombia por vía aérea, pero esta ruta fue bloqueada en su mayoría por las autoridades en los años noventa. En los últimos años, los traficantes se han volcado hacia una nueva ruta que mueve cocaína por vía aérea hacia Brasil, a menudo vía Bolivia o Paraguay.

Aunque las redes criminales brasileñas son conocidas como grandes compradores de cocaína peruana, este es un raro caso de un grupo criminal brasileño estableciéndose dentro de Perú con el fin de estar más cerca de la fuente de su producto ilícito. Poderosos grupos criminales como el Primer Comando Capital (PCC) de São Paulo y el Comando Vermelho de Río de Janeiro han limitado su presencia a Paraguay y Bolivia, dos naciones de tránsito para el comercio de la cocaína.

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El informe de la agencia antinarcóticos peruana, del cual no ha aparecido ninguna copia, resalta el crecimiento de esta relativamente pequeña organización brasileña, e indica que quizás ellos pensaron en establecer un punto de apoyo en un lugar donde ni el PCC ni el Comando Vermelho aún han llegado. Como su nombre lo indica, la base de operaciones del Primer Comando Catarinense es Santa Catarina, un estado en el sur de Brasil. La organización tiene el modelo del PCC, pero fue creada mucho más recientemente y se cree que tiene alrededor de 2.000 miembros, comparado con los cerca de 12.000 del PCC. El año pasado, Southern Pulse informó que el grupo estaba intentando expandirse.

El presunto líder del PGC, Osmar de Souza Junior, ha escapado dos veces de prisión, una vez en 2009 y después de nuevo en 2013 luego de haber sido capturado en Paraguay en 2012, donde presuntamente estaba coordinando un cargamento de unos 300 kilos de cocaína mensual a Brasil.

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