El creciente narcotráfico en Uruguay ha provocado un aumento en la participación de los grupos criminales locales en este comercio ilegal, una señal que el país debe luchar para mantener la relativa tranquilidad de la que ha gozado históricamente en comparación con otros países en la región.
Según el director de la Policía Nacional, Julio Guarteche, “los uruguayos empezaron siendo mulas pero ahora los hay que organizan grandes cargamentos y lavado de dinero”, informó Subrayado.
Guarteche clasificó a los grupos narcotraficantes presentes en Uruguay en tres grupos: narcotraficantes discretos que tratan de pasar inadvertidos; traficantes territoriales y violentos que usan a menores de edad para cometer actos de sicariato; y los asaltantes, que planifican y ejecutan rapiñas o hurtos a lugares de distribución de drogas.
Según Guarteche, el consumo de cocaína ha aumentado, al parecer debido a un aumento en el poder adquisitivo de la población en general, mientras que el uso de la pasta base de cocaína -su derivado más barato- ha disminuido.
Análisis de InSight Crime
Durante muchos años, los narcotraficantes de países como Colombia, México y Brasil han utilizado a Uruguay como un destino para el lavado de dinero y como punto de tránsito para las drogas, y el crecimiento del tráfico de drogas llevó a que la DEA volviera a abrir su oficina en Uruguay en septiembre 2012.
Con base en las declaraciones de Guarteche, el creciente narcotráfico está cambiando la dinámica criminal del país. Probablemente atraídos por las ganancias que ofrece, al parecer los grupos locales están involucrándose cada vez más tanto en la distribución nacional, como en la exportación internacional de narcóticos.
VEA TAMBIÉN: Uruguay: Marihuana, crimen organizado y la política de drogas
Si bien Uruguay ha sido históricamente uno de los países más pacíficos de Latinoamérica, la violencia ha aumentado constantemente en los últimos años, con un aumento del 45 por ciento en los homicidios registrados entre 2011 y 2012.
Según un informe publicado este año por el Ministerio del Interior, mientras que los homicidios disminuyeron en el primer semestre de 2013 en comparación con el período correspondiente en 2012, el 60 por ciento del total nacional fue cometido con arma de fuego, llegando a un 67 por ciento en Montevideo. Aunque no es una prueba irrefutable del crimen organizado, su presencia suele ir acompañada de crímenes cometidos con armas de fuego. Entretanto, el 32 por ciento de los homicidios fue como consecuencia de “conflictos entre criminales y ajustes de cuentas”.