Un alto funcionario de la PNC de El Salvador defendió una postura agresiva frente a las pandillas callejeras, aunque es probable que estas políticas de seguridad de línea dura únicamente generen un aumento de la violencia en el corto plazo.

Que una mayor cantidad de policías y ciudadanos disparen a los pandilleros en “legítima defensa” podría ayudar a pacificar El Salvador, dijo a La Prensa Gráfica Ricardo Salvador Martínez, inspector general de la Policía Nacional Civil (PNC) del país.

Los comentarios de Martínez se presentan en un momento tenso de tiroteos constantes entre la policía y las pandillas, incluyendo a la MS13 y Barrio 18. Según los informes, durante las dos primeras semanas de 2015 la tasa de policías asesinados fue cinco veces superior a la del mismo período del año anterior. Entre tanto, el director de la PNC de El Salvador instó recientemente a las autoridades a utilizar sus armas contra los criminales “con toda la confianza“.

“Aquí estamos en guerra”, dijo Martínez sobre la situación de seguridad en el país. “Y en guerra nos están sometiendo los delincuentes”. Según esto, cuando un delincuente muere durante un enfrentamiento con la policía no puede ser calificado como “asesinato”, dijo.

Martínez también acusó a la prensa de favorecer injustamente a los pandilleros asesinados y rechazó las acusaciones de que los líderes de las pandillas estuviesen siendo ejecutados por grupos paramilitares de exterminio, calificando a estos últimos como “leyendas urbanas”.

En comentarios adicionales con La Prensa Gráfica, Martínez criticó el potencial que cualquier tregua entre pandillas tiene para reducir la violencia, y en su lugar abogó por un incremento de la presencia policial y tácticas de lucha más agresivas contra las pandillas.

Análisis de InSight Crime

Al afirmar que El Salvador está básicamente “en guerra”, Martínez expresó una realidad que desde hace algún tiempo ha sido evidente en el país. Como dio a entender el inspector, la policía se siente sometida a una gran presión, que desde su perspectiva justifica un mayor uso de la fuerza. La MS13 y Barrio 18 cuentan con miles de miembros, y la policía ha asegurado que se siente superada en términos de herramientas y entrenamiento. Dado que algunos oficiales de bajo rango están siendo literalmente atacados por los criminales, y figurativamente por los medios de comunicación, Martínez obviamente vio la necesidad de expresar su apoyo incondicional a la policía.

Sin embargo, los ejemplos en el resto de la región generan serias dudas sobre si este enfoque de línea dura llevará consigo una paz duradera a El Salvador. Cuando se le preguntó si disparar (en defensa propia) a una mayor cantidad de pandilleros crearía inestabilidad, Martínez respondió que “no estamos generando violencia con eso. Estamos combatiéndola”. Cabe destacar que México utiliza unas tácticas de agresión similares en su lucha contra el crimen organizado; tácticas que, según un informe reciente de Human Rights Watch, han resultado en “una epidemia de ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas y torturas por parte de las fuerzas armadas y de la policía”.

En contraste con este enfoque de línea dura, el vecino país latinoamericano de Ecuador bajó drásticamente su tasa de homicidios aumentando los sueldos de la policía, mejorando la capacitación y haciendo hincapié en la policía comunitaria. En El Salvador, sin embargo, la policía parece estar convencida de que volver a un enfoque de “mano de hierro” es su opción más viable por el momento.